El terraceo romántico con más encanto

23/05/2016

Carmela Díaz.

Las temperaturas agradables traen consigo el deseo irrefrenable de pasar el tiempo al aire libre, disfrutando de momentos íntimos y de agradables sobremesas en la mejor compañía. Aunque las cañas, las copas y el tapeo bullicioso se convierten en indispensables, hoy os develamos algunas terrazas pensadas para disfrutar de veladas románticas.

La terraza del Orfila

La terraza del Orfila

La terraza del Orfila. Es un rincón selecto que nunca falla en pleno corazón de Chamberí. La terraza del Orfila, uno de los hoteles de lujo con más encanto de la capital, es una buena opción para compartir momentos distinguidos. Cortesía, calma y buena cocina son el emblema de este palacete del siglo XIX situado en una zona exclusiva y tranquila. Con la llegada del verano su coqueto jardín es una excelente opción para disfrutar de cenas íntimas: pocas mesas, servicio impecable, un entorno de cuento y una gastronomía de altura. El Orfila dispone de uno de los jardines urbanos más bonitos de España. Sus detalles, su silencio, sus plantas y flores hacen de este espacio un auténtico jardín de las delicias en el meollo madrileño.

Museo del Romanticismo.

Museo del Romanticismo.

Museo del Romanticismo. Un precioso espacio con una fuente de época, rodeado de vegetación de hoja perenne constituye un marco incomparable para una velada de tarde solo para dos. En sintonía con la vertiente romántica de este museo del Romanticismo -ubicado en la calle de San Marcos-, se ha recreado un ambiente acogedor y elegante para los días de primavera y verano. Se trata de un entorno perfecto, dominado por la calma y poco concurrido para disfrutar de una copa de champán a media tarde.

La terraza del Ritz.

La terraza del Ritz

La terraza del Ritz. Durante los meses estivales los cuidados jardines del hotel se transforman en un mágico espacio a la luz de las velas. Bajo sus árboles y rodeados de buen gusto, se puede disfrutar de una elegante experiencia gastronómica en las mesas de mármol vestidas con una mantelería exquisita. Los jardines constituyen un lugar romántico y relajante, ideal también para disfrutar de unas copas durante las primeras horas de la noche acompañadas de las melodías interpretadas por el pianista.  Las mesas ubicadas bajo el cenador cuajado de lilas floradas es uno de mis rincones favoritos de Madrid. La fragancia que desprenden estas flores impregna todo el jardín durante la primavera.

Iroco

Iroco

Iroco. En plena calle Velázquez la terraza del restaurante Iroco es uno de los clásicos madrileños desde hace décadas. Y nunca defrauda. Rodeada de plantas y árboles consigue recrear un rincón mágico en pleno barrio de Salamanca. Elegancia cosmopolita, ambiente acogedor y rostros conocidos desde su inauguración son algunas de sus señas de identidad. Es una de las más agradables terrazas-jardín de la capital, decorada con acierto en el patio interior de un edificio de arquitectura clásica.

La Balsa

La Balsa

La Balsa. En la zona alta de Barcelona, en la misma ladera del Tibidabo, se esconde uno de los rincones imprescindibles de la Ciudad Condal, lleno de verde, de madera, rodeado de árboles y frondosa vegetación. La pared de piedra de La Balsa era un estanque en el siglo XIX y dio origen a la creación del edificio. La base de piedra fue transformada con maestría en un espectacular edificio que bebe de la luz del sol a través de los ventanales en el techo de la estructura. La terraza mira al norte y está cubierta de árboles para poder disfrutar del silencio en buena compañía frente a unas bonitas vistas. Un verdadero lujo dentro de Barcelona que además ofrece una buena cocida de estilo mediterráneo.

La Virginia

La Virginia

La Virginia. Marbella cuenta con una amplia oferta gastronómica y de ocio, pero pocos rincones de la zona cuentan con el encanto de La Virginia. Es un pequeño restaurante escondido en una urbanización privada que recuerda a un pueblo andaluz con casitas blancas, sus callejones, sus macetas cuajadas de flores, sus fuentes y una vegetación exuberante. Se trata de un lugar tranquilo y romántico, iluminado por la luz de las velas y envuelto de suaves perfumes de dama de noche y de madreselva. La carta se centra en una buena materia prima, en platos de elaboración sencilla. Pero lo mejor es disfrutar allí de una larga sobremesa en un entorno genuino, un lugar único donde las prisas no tienen cabida.

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