Al igual que en otros campos económicos o sociales, la tecnología digital ha irrumpido con fuerza en la fotografía rompiendo muchos paradigmas.

Así, hoy:

1. la calidad técnica está al alcance de todos, con presupuestos asequibles.
2. El proceso desde la captación de la imagen hasta su distribución y exhibición no puede ser más fácil, con multitud de herramientas en la red y la presencia multicanal en redes sociales, casi sin costes (conectividad).
3. La información sobre fotografía, fotógrafos, exposiciones, teorías, conceptos es cuasi infinita. Todo está en la red y facilita el aprendizaje y el compartir el conocimiento.
4. En las redes sociales se constituyen comunidades especializadas, en donde se comparten criterios, experiencias, valoraciones y se ponen en marcha iniciativas participativas, incrementando también el intercambio de experiencias tanto on line como off line.
5. El mercado de imágenes ha crecido exponencialmente, con una adecuada gestión de derechos de autor y de propiedad intelectual (con distintas opciones de explotación económica).
6. Somos más viajeros que nunca y los móviles condensan todo lo anterior en un solo click. El móvil siempre nos acompaña: siempre estamos en disposición de tomar una foto.
7. Y también surgen patrones de comportamiento a analizar, como los que por disponer de la tecnología o haber leído un poco más, ya se sienten artistas o en disposición de lanzar lecciones magistrales a iguales.

De aquí se derivan muchas implicaciones. Pues lo que antes solo podían hacer algunos con acceso a equipos de calidad técnica, ahora lo puede hacer cualquiera, hasta un niño de 7 años. Destacar desde el punto de vista artístico es mucho más complicado en un universo millonario de imágenes captadas y distribuidas cada día., en un contexto global sin fronteras. Conseguir esa imagen especial, que transmite una historia o una emoción, que se diferencia, que rompe con lo anterior, es mucho más difícil. Y que llegue a tener notoriedad, aún más. (no confundir con la recolección de likes).

Las posibilidades van más allá de perfeccionar la fotografía clásica imitando modelos conocidos. Toda esta explosión digital, nos permite innovar y dar a un salto hacia el arte digital multimedia, combinando imagen, sonido, 3D, realidad aumentada, experiencias multilocalizadas, colaboración y participación remota en producción artística… Ya sé que puramente no es “solo” fotografía, pero es el campo de la evolución en la comunicación de historias, sentimientos o experiencias de forma artística.

Y llegamos al mensaje final, la clave no son las flechas, la clave es el indio. Al igual que en medicina o en abogacía o en innovación industrial, la clave es la creatividad y el dominio emocional de conceptos y saber llevarlos de forma eficiente a los resultados. En fotografía, la luz, la composición, el color, las miradas…. marcan las diferencias. Y si consideramos que las “obras de arte” son el 0,1% de la producción total, nunca ha sido tan complejo destacar. Curiosamente los mejores indios, los que alcanzan a estar en esa décima del percentil, suelen tener una política de comunicación prudente y de perfil bajo: sus obras lo dicen todo.

Lo mejor es que gracias a los avances tecnológicos en electrónica, óptica, conectividad, gestión de contenidos y procesamiento digital, el número de fotógrafos de calidad se ha incrementado en un múltiplo millonario. Y eso es una gran noticia.

Así que, disparad, disparad, malditos!!!