Albert Rivera reivindica frente a la vieja política y “la hoz y el martillo de Podemos” la vía que encarnan la centralidad de Justin Trudeau en Canadá, Barak Obama en Estados Unidos, Matteo Renzi en Italia y Manuel Valls en Francia. Para resolver el conflicto con Cataluña, el líder de Ciudadanos ha lanzado ante el empresariado catalán un mensaje de autoestima y reformismo para que sean todos los españoles los que voten una reforma constitucional de calado que vuelva a ilusionar.

Unas reformas que pivotan sobre cuatro ejes. La recuperación de la clase media merced al crecimiento económico, la reforma institucional para regenerar la política, con leyes electorales, listas abiertas y financiación transparente; y recuperar el papel internacional de España y los españoles en el mundo.

Rivera ha armado un discurso inspirador en las jornadas del Círculo de Economía de Sitges tras su regreso de viaje a Venezuela, donde asegura que ha visto lo que quiere instaurar Podemos en España. El candidato a la presidencia del Gobierno por Ciudadanos reivindica que España vuelva a ser la puerta de Europa para Latinoamérica y que también lidere “la construcción y reconstrucción de Europa, así como participe en los acuerdos de la OTAN y la lucha contra el terrorismo con los aliados”.

En su alegato en favor de la centralidad y la alerta ante la polarización de la campaña electoral. Rivera ha dicho que “no se puede jugar a susto o muerte”, en referencia a Rajoy, a quien ha vuelto a acusar de irresponsabilidad. Orgulloso de su papel en los últimos cuatro meses, en los que consiguió un pacto con el PSOE, Rivera ha vuelto a advertido ante las nuevas elecciones del 26 de junio que “nadie piense más en su silla que en su país”, y ha confesado estar dispuesto a renunciar a cualquier cargo como regla número uno para negociar.

El presidente del Círculo de Economía, Antón Costas, le pidió si está de acuerdo que sea la lista más votada la que forme Gobierno, como ocurre en los ayuntamientos, y Albert Rivera ha respondido que “debe constituirse una mayoría parlamentaria, siguiendo el modelo alemán, que tenga unos 250 escaños y que el Gobierno sea quien ejecute lo que decida esta mayoría”, en una clara defensa de la gran coalición que gobierna en ese país.