¿Pero es que alguna vez dejó de estarlo? Aunque casi todos seamos fanáticos de esta especialidad típica española, en los últimos tiempos se advierte un culto al bocata de toda la vida. Hasta en los establecimientos gourmet. Os presentamos algunos bocadillos dignos de ser probados.

Los de El Porrón Canalla. El buen hacer de Juanjo López de La Tasquita de Enfrente, ahora en versión bocatas de madre de los de siempre en la calle Ballesta. Panes artesanales, embutidos de Salamanca de Arturo Sánchez y latas de conserva Frinsa. Partiendo de esta base el resultado augura delicias a la vista. Ofrecen una carta interesante y divertida en el que no hay que dejar que probar el mallorquín -sobrasada con miel con anchoas del cantábrico o tortilla francesa en barrita artesana-, el de sardinas con cebolla sobre barrita artesana o el de salchichón ibérico en barrita artesana o bastón, con hinojo y aceite de oliva, el Merkel -cabeza de jabalí, dijonesa, pepinillo y cebolla dulce blanqueada, dentro de barrita artesana-, el don pepito -el de siempre, con carne de ternera, pimiento verde y salsa canalla-, y el de carrillera -de ibérico con huevo, aceitunas y cebolla blanqueada presentado en mollete.

Los de la Garriga. Lo que comenzó siendo una charcutería con productos gourmet de mucha calidad se ha convertido en una cadena de locales (Castellana, Serrano, Génova…) que sirven algunos de los mejores embutidos, bocadillos y pulguitas de la capital. Especializados en productos catalanes tienen carta de bocadillos fríos y calientes elaborados con distintos tipos de pan, aunque el que más triunfa es el de chapata. No hay que dejar que probar el de butifarra blanca con tomate, jugoso y calentito, realmente imbatible. También están muy ricos los de anchoas, el de salchichón de Vic, el de salchichas frescas, el de paupetón, el de butifarra negra, los de jamón… Se pueden degustar con cañas bien tiradas o con una copa de cava. En invierno se pueden acompañar de un caldo casero y en verano de un estupendo gazpacho.

Los bocatas chinos. El bao bun nos ha invadido para satisfacción de paladares sibaritas. Lo cierto es que esta especialidad china elaborada con mollete chino al vapor está deliciosa. Muy tierno, se come calentito, recién hecho y se rellena de salsas variadas, hierbas aromáticas y existen diversos ingredientes principales: cerdo, pato, ternera, pollo… Os recomendamos el de manitas deshuesadas con cebollino, pepino y salsa Hoisin de Oribú Gastrobar (calle Barquillo) el de mollejas con chimichurri, menta, pepino y ají amarillo de Bacira (calle Castillo), el de tiras de pollo de corral con puerro tostado y salsa teriyaki de Ninja Ramen (calle Barceló), el de pato mechado con salsa dulzona de El Columpio (calle Caracas). Y atención a uno de los últimos en llegar pero que están impresionantes: los de panceta con mojado vietnamita de Pink Monkey (calle Monte Esquinza).

Los bocatas de calamares. Si no has probado un bocadillo de calamares con una cerveza Mahou en las inmediaciones de la plaza Mayor no conoces bien Madrid. Es una tradición que se debe cumplir, tanto como probar los perritos callejeros neoyorquinos o los croissants parisinos. Se toman recién hechos, enharinados o rebozados, en pan crujiente y se pueden acompañar de mahonesa, alioli o rociados con limón, al gusto de cada uno. En cualquier local de la plaza Mayor y sus alrededores los elaboran riquísimos y crujientes. Pero otros establecimientos míticos donde disfrutar un buen bocata de calamares son: El Brillante (¿quién no se ha tomado allí un bocata al amanecer con los amigos, después de una gran noche de fiesta?), el bar Postas en pleno centro, y los de Celso y Manolo en la calle Libertad.