Giner de los Ríos, premiado en Buenos Aires

05/07/2016

Francisco Javier López Martín.

 

Un buen día un amigo de Colmenar Viejo me llama por teléfono, para invitarme a participar en un acto sobre Francisco Giner de los Ríos, con motivo de la conmemoración del centenario de su muerte. En el acto intervendrán, además, Prado Lens, Secretaria de Educación de IU en Colmenar, Isabel Galvín, Secretaria General de la Federación de Enseñanza de CCOO en Madrid y José Luis Pazos, Presidente de la Federación de Asociaciones de Madres y Padres Giner de los Ríos de Madrid.

No soy un experto en Historia de la Educación, aunque sea maestro y preparar aquella conferencia me costó horas de investigación y lectura sobre Giner de los Ríos y sobre el momento histórico que forjó a un hombre como Francisco Giner de los Ríos. Un hombre regeneracionista y demócrata declarado, que siempre puso en valor el diálogo con cuantos, desde las ideas socialdemócratas, o libertarias, pretendían cambiar el estado de cosas en España.

Participé en aquel precioso acto el viernes 23 de octubre de 2015 y, al finalizar el mismo, quedaron en mis manos un montón de documentos y apuntes. O los tiraba a la papelera, o los acumulaba en una carpeta, haciendo bulto entre los montones de papeles que amenazan con devorar cada rincón de mi casa. O los convertía en un extenso artículo de investigación, que al final quedó configurado como tres artículos y un Epílogo.

Los publiqué en el periódico digital Madridiario y, posteriormente, en mis blog. Los difundí en las redes y decidí remitirlos por correo electrónico, a un Certamen de Investigación Periodística que convocaba la Editorial Limaclara, en Lima, Provincia de Buenos Aires (Argentina).  El certamen llevaba el nombre de una mujer, Ana María Agüero Melnyczuc. El premio no consistía en dinero, sino en la publicación del trabajo en la página de la editorial, para que puedan leerlo libremente cuantas personas pasen por allí en su navegación internauta.

El centenario de la muerte de Francisco Giner de los Ríos ha pasado, en España, con más pena que gloria por la agenda del año 2015. Sin embargo, un modesto estudio periodístico como el que he realizado ha merecido un premio en un pueblecito a orillas del Paraná, aunque no tenga nada que ver con las sesudas tesis doctorales, estudios fin de carrera, proyectos de investigación sobre el tema, que existen.

Nadie es profeta en su tierra, tampoco Giner de los Ríos, pero el olvido en España empieza a ser un ejercicio pertinaz. Tan pertinaz como la sequía, teorizada por la dictadura franquista y que ha dejado indeleble impronta. Y, sin embargo, una figura como la de Francisco Giner de los Ríos, su Institución Libre de Enseñanza, gozan de muy buena salud en otros lugares del planeta y, especialmente, en Latinoamérica.

Este premio ha sido otra llamada. La llamada a conocer quién era esa mujer, Ana María Agüero Melnyczuk. Una mujer ocupada y preocupada por la situación de la educación en su país y en América Latina. Preocupada por el abandono escolar, la droga entre los jóvenes, la educación inclusiva, el cambio climático, la energía atómica, las ideologías, la libertad de prensa, la violencia, el fascismo, la calidad de la democracia…  Amante de los animales, estudiosa de la apicultura. Madre, abuela. Autora de varias novelas, tratados educativos y numerosos ensayos. Impulsora de proyectos educativos y editoriales. Su obra, por deseo expreso suyo, es de libre acceso.

Cuando supo que la muerte la asediaba, con 58 años, llevó a su marido al interior del Bosque de Limaclara, la finca donde vivían, al lugar reservado como cementerio florido, donde fue enterrando a esa pléyade de animales que la acompañaron a lo largo de la vida. Y una vez allí le dijo, Raúl, te ruego me cremes y me entierres entre los seres que tanto he amado, asimismo estaré entre medio de árboles y flores que planté y regué en veranos impiadosos y sobre mí corretearán nuestros animales y cantarán los pájaros sobre mi tumba, y si tú quieres podrás venir a charlar conmigo a las siestas. Siempre te estaré esperando. He incluido en este artículo una foto de su tumba,  entre medio de árboles y flores.

He leído algunas cosas suyas. Coincido en muchas, discrepo en otras. Siento, como ella, que si hay tiempos de opresión, entonces también hay tiempos de libertad. Sólo hay que hacerlos madurar. La educación, como la entendía ella, como la entendía Giner de los Ríos, es un potente instrumento para la libertad. Y todo ello desde la conciencia de que, en palabras de Ana María, para los opresores, el deseo de libertad por parte de los oprimidos siempre será considerado ilegal e inconstitucional.

Este homenaje a Francisco Giner de los Ríos, es hoy también homenaje a Ana María Agüero Melnyczuk y a cuantas personas han dedicado su vida a la educación y a la difusión de las ideas. Las ideas, la educación, la escritura, la cultura, el debate, no cambian por sí solas el mundo, pero el mundo no cambia de verdad sin ideas, debate, educación, cultura.

Reedito este trabajo, sobre la vida y el momento de Giner de los Ríos, tal como lo quiso Ana María, con libre acceso y libre utilización, sin fines comerciales. Reivindicar lo mejor y a los y las mejores de nuestro pasado es la mejor manera de cambiar el sino de nuestro futuro.

Francisco Javier López Martín

 

Episodio I: LA FORJA DE FRANCISCO GINER DE LOS RIOS

Nació Giner en 1839, pocos años después de la llegada de Isabel II al trono. Siendo una reina-niña, menor de edad, era su madre María Cristina, quien actuaba como Regente, afrontando la primera Guerra Carlista, que cuestiona que la niña Isabel llegue a reinar.

Durante este reinado se forjará Francisco Giner de los Ríos. Nace en Ronda, pero se forma en Cádiz, estudia el Bachillerato en Alicante, inicia estudios de Jurisprudencia en Barcelona, pasante en Madrid y obtiene la Licenciatura de Derecho y Bachiller en Filosofía en Granada, donde tomará sus primeros contactos con el krausismo y conoce a Nicolás Salmerón, que llegará a ser Presidente de la I República Española y diputado, desde 1886 por circunscripciones como Madrid y Barcelona, hasta su fallecimiento en 1908. La formación de Giner cuenta con personas como el también Presidente de la República de 1873, Emilio Castelar, o Gumersindo de Azcárate.

Algo mayores eran Francisco Pi y Margall, también futuro Presidente de la República, o el introductor del krausismo en España, Julián Sanz del Río, aunque formaban parte del núcleo intelectual que, desde la defensa de la libertad de enseñanza, construyeron un modelo de educación que quería reformar España, con la convicción de que, ni las revoluciones, ni la violencia, aportan soluciones reales a los problemas.

Cada generación tiene la obligación de dar respuesta a los problemas que se encuentra, afrontar los retos propios de su momento y ellos lo hicieron con responsabilidad generosidad y con creces.

En 1863 Giner de los Ríos ya está en Madrid y, al tiempo que trabaja, obtiene un Doctorado en la Universidad Central, accediendo en 1866, con 27 años, a la Cátedra de Filosofía del Derecho y Derecho Internacional. Es aquí donde desarrolla su amistad con Sanz del Río y se adentra en el krausismo, como pensamiento inspirador de su acción.

Pero pronto, en 1867, el Ministro de Educación conservado, Manuel Orovio, publica un decreto contra la libertad de cátedra. Julián Sanz del río, Fernando de Castro, Nicolás Salmerón y otros, son separados de sus cátedras. Giner se pronuncia en solidaridad con ellos y en mayo es suspendido como catedrático.

Poco después estalla La Gloriosa. Isabel II abandona un trono acosado por las divisiones, las fuerzas carlistas y la corrupción generalizada, en torno al desarrollo de infraestructuras como el ferrocarril. Prim, toma el mando de la situación y el decreto de libertad de enseñanza repone en sus cátedras a los separados de las mismas.

Se inicia, de esta manera, el “sexenio democrático” que, tras diferentes intentos, desemboca en la designación como Rey de Amadeo de Saboya, el cual parte hacia España el mismo día que su mentor, el general Prim, es asesinado.  Un periodo marcado por la inestabilidad política impulsada por la iglesia, los carlistas, los unionistas, los progresistas, los republicanos, o por la aristocracia borbónica.  Muerto Prim, el único capad de poner algo de orden en la confusión del momento, el reinado de Amadeo nace herido de muerte, incapaz de frenar el independentismo cubano, la guerra carlista y las tensiones en torno a la definición del modelo de Estado.

Amadeo renuncia al trono y en 1873 se proclama la I República, que pronto tiene que hacer frente a tres guerras. La carlista, la cubana y la desencadenada por las tensiones entre federalistas y centralistas, que desemboca en la proclamación de cantones independientes, maravillosamente reflejada, años después, por Ramón J. Sénder, en su novela Mr. Witt en el cantón. La República, como bien sabemos, acabó con la entrada del general Pavía, a caballo, en el Congreso de los Diputados y dando paso a la Restauración Borbónica, con el hijo de Isabel II, Alfonso XII, en el trono.

Acaba con esta experiencia la forja de Francisco Giner de los Ríos y serán los primeros actos del nuevo gobierno de Cánovas del Castillo los que inaugurarán su nueva ruta vital.

Episodio II: LA RUTA DE GINER DE LOS RIOS

Tras el “sexenio democrático” para unos, o “sexenio revolucionario” para otros, la Restauración Borbónica trae consigo un nuevo Gobierno conservador y Cánovas del Castillo repone a Orovio en el Ministerio de Fomento.  De la misma forma que el carril se acaba y el tonto sigue, Orovio publica un nuevo decreto contra la libertad de cátedra. La novedad es que esta vez no se conforma con suspender a los catedráticos disidentes, sino que los envía a las cárceles militares. La prisión militar de Santa Catalina de Cádiz es el destino de Giner de los Ríos.

Es primero, en estas prisiones militares y luego en diferentes reuniones en Cabuérniga, o en Toledo, donde Giner comienza a trabajar, junto a Gumersindo de Azcárate, Riaño, o González Linares, la idea de una Institución Libre de Enseñanza (ILE), que comenzará su andadura en 1876. La ILE será presidida desde 1880 por Giner, con la ayuda de un Bartolomé Cossio, que fue alumno primero, mano derecha siempre y sucesor de Giner al frente de la Institución.

El krausismo y la libertad de enseñanza confluyen en un ideal regeneracionista que busca en la enseñanza el camino para moralizar la política y la gestión pública. Herramienta imprescindible para combatir los males de España, reformar el Estado y crear una “Generación culta y laica, que gobierne los cambios desde las ideas y no desde las revoluciones o las guerras. En la ILE se fraguará una generación que marcará la vida de España, hasta ser aplastada, o conducida al exilio, interior o exterior,  tras la Guerra Civil y la brutal represión franquista.

Recogiendo la herencia de los ilustrados españoles, Giner y sus compañeros van creando, en torno a la Institución Libre de Enseñanza, todo un sistema planetario.  Crean el Museo Pedagógico Nacional a cargo de Bartolomé Cossio y Lorenzo Luzuriaga. Ponen en marcha la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones científicas (precursores de los Erasmus y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas actuales) y ponen al frente a Ramón y Cajal.

Fundan la Residencia de Estudiantes, dirigida por Alberto Jiménez Fraud y luego, la Residencia de Señoritas, a cargo de la institucionista María de Maeztu. El Centro de Estudios Históricos será dirigido por Menéndez Pidal, secundado por Américo Castro. El Centro Nacional de Ciencias Físico Naturales. Y, tras la muerte de Giner, la ILE seguirá impulsando proyectos como el Instituto Escuela, las Misiones Pedagógicas, o las Colonias Escolares.

Por lo pronto, en 1883, un grupo de alumnos y profesores de la Institución, inician un periplo que les llevará a recorrer la Sierra de Guadarrama, la costa cántabra, Asturias, León, Picos de Europa, La Coruña y más tarde Lisboa. La ”memorable excursión”. El interés de los institucionistas por la Sierra de Guadarrama, constituye el preámbulo del largo camino que conducirá a la declaración de ese espacio natural como Parque Nacional, por más que el proyecto haya quedado desnaturalizado, en manos de una derecha aguirrista y castiza, más atenta al negocio y el pelotazo, que a los valores culturales y naturales que la Sierra de Guadarrama representa.

Este es el ambicioso y descomunal proyecto educativo, imaginado y construido por Francisco Giner de los Ríos, a quien su incondicional Bartolomé Cossio define así: “A su espíritu en perpetua vibración, acompañaba un cuerpo pequeño y también en movimiento perpetuo, coronado de una nobilísima cabeza grande, con cara alargada, ojos castaños, de una extraña mezcla, según los momentos, entre bondadosos y agresivos; barba en punta, espesa y dura, que fue blanca desde los cuarenta años y hasta entonces negra como el pelo, que perdió muy joven. En conjunto, en color y en estructura, si se descuenta la energía de sus rasgos, recordaba a los santos de Ribera”

Soñaban Giner y los suyos, una generación educada en los principios de la libertad, una amplia cultura, la coeducación de mujeres y hombres, la cooperación con las familias, la no separación entre la enseñanza elemental, secundaria, o universitaria, que deben regirse por la misma pedagogía activa, la conversación y el diálogo, la ausencia de castigos (sustituidos por la corrección y la reforma), el valor de la salud y la higiene y, por lo tanto, el contacto con la naturaleza.

Bajo estos principios se formaron las generaciones del escritor  Leopoldo Alas Clarín, el regeneracionista Joaquín Costa, el republicano Azaña, o los socialistas Julián Besteiro, o Fernández de los Río. Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez. María Moliner, María Zambrano, Eugenio D’ors, Severo Ochoa, Manuel de Falla, Alejandro Casona, Pedro Salinas.  Y en su Residencia de Estudiantes, los Dalí, Lorca, Buñuel, Guillén o Altolaguirre, entre otros muchos.

En 1881 los liberales, encabezados por Sagasta, desbancan a los conservadores de Cánovas del Castillo. Giner de los ríos y sus compañeros recuperan sus cátedras. El nuevo Gobierno apoya el proyecto educativo de la Institución Libre de Enseñanza que, a partir de este momento, se convierte en referente de la educación en España y afianza su prestigio nacional y su influencia internacional.

Episodio III: LA LLAMA DE GINER DE LOS RIOS

Quedó dicho que, en 1881, los liberarles llegan al poder y Giner, junto a los catedráticos depuestos por los conservadores, vuelven a sus cátedras.  Quedó reseñado que la Institución Libre de Enseñanza (ILE) obtiene un respaldo gubernamental, que la consolida en España y la proyecta internacionalmente.  Quedó constancia del desarrollo impresionante de la ILE y la amplitud y variedad de los proyectos que se fraguaron en su entorno.  Consignamos el nombre de las muchas y los muchos profesores, colaboradores y alumnos que por allí pasaron.

La ILE, no obstante, tuvo que desarrollarse en el marco de un proceso histórico tremendamente complicado en el que los problemas, lejos de encontrar solución, no hicieron más que enquistarse, dando lugar a un conflicto que desembocó en una Guerra Civil, que arrasó a España con los españoles dentro.

En 1885 muere Alfonso XII, tras diez años de reinado.  Su hijo, el futuro Alfonso XIII, no ha nacido aún y las clases dirigentes no están dispuestas a revivir un periodo de inestabilidad como el del “sexenio democrático”, o “sexenio revolucionario”, según se mire. Por eso los conservadores de Cánovas del Castillo y los liberales de Sagasta, se apresuran a acordar, en El Pardo,  en vísperas de la muerte del monarca, un pacto que les asegura el poder, consolidando un turno pacífico en el Gobierno.

El problema consistía en que, para que el turno de relevo se produjese, eran necesarias unas elecciones amañadas, en las que los datos se manipulaban a placer. Un sistema que necesitaba del control absoluto de los votos, fomentando el caciquismo y el encasillado de los candidatos destinados a salir elegidos. El propio sistema bloquea el debate, la libertad del voto y cualquier perspectiva de introducir reformas que alteren el equilibrio acordado.

El sistema funcionó hasta que sus grietas se agrandaron  a partir de 1898.  Conducida a una guerra con los Estados Unidos, España pierde sus colonias de Cuba y Filipinas.  Prim, durante La Gloriosa, había planteado resolver el problema del independentismo cubano, mediante una amnistía general para los patriotas cubanos, la celebración de un referéndum y, en caso de ganar el independentismo, el establecimiento de una compensación avalada por Estados Unidos. Prim fue asesinado y, al final, la solución fue una de las más desastrosas posibles: La independencia tras una cruenta Guerra.

Una vez más, la misma España que aplaza sus problemas, los enquista y los resuelve a las bravas, a sangre y fuego. La España de las fracturas profundas y de las cuestiones nunca bien resueltas, cuyos periodos de paz son breves reposos entre dos guerras civiles. La España experta en no desaprovechar ninguna oportunidad de desaprovechar una oportunidad. La que se perpetúa en sus males.

Y entre esos males, el primero de ellos, la cuestión imperial. Definida España como un Imperio, tiene que cortar con sus  correspondientes colonias. Sin colonias no hay imperio y las últimas colonias dignas de tal nombre se perdieron en 1898.  Tras cuatrocientos años imperiales, España tiene que repensarse.

Podría haber escuchado a Joaquín Costa, otro hombre vinculado a la ILE, krausista y abanderado del regeneracionismo en España, quien propugnaba rehacer y refundir al español en el molde europeo. Poco más o menos, la desafricanización y europeización de España.  Escuela, despensa y dos llaves al sepulcro del Cid (se entiende que para que no cabalgue de nuevo).

Mira que insistió Costa, tras el desastre de Cuba y Filipinas en que “ningún ideal nos llama ya a ninguna parte del mundo fuera de la Península. No hay ya para nosotros cuestión colonial, los que sueñan con nuevas adquisiciones territoriales para rehacer en África la epopeya americana, no han caído en la cuenta de que mientras España dormía, enamorada de sus Antillas y de sus Filipinas y satisfecha con ellas, el planeta entero ha sido ocupado, sin que quede libre un palmo de suelo donde pudiera ser izada la bandera de marras”.

Una cuestión imperial o colonial, que no podemos dejar de relacionar con la cuestión militar. Ese turbio asunto de unos militones acostumbrados a intervenir en los asuntos de la política, que no dudan en protagonizar alzamientos, pronunciamientos y sublevaciones para “salvar a la patria” y que encuentran ahora acomodo en las agrestes montañas del Rif y el desértico Sahara, que nos corresponden en el reparto de África entre las potencias europeas.

Los militares africanistas obtendrán mejores sueldos y ascensos rápidos, mientras los que quedan en la península expresan su malestar a través de las Juntas de Defensa y en 1906, obtienen del Gobierno de Lloret la reinstauración de los tribunales militares para juzgar delitos contra el ejército y la patria.

A los Espartero, Narváez, Prim, Topete, Serrano, o Pavía, les seguirán pronto, Martínez Anido, Primo de Ribera, Sanjurjo y, al final, los Millán Astray, Mola, Queipo de Llano y el inefable Franco.

Imperio, ejército, iglesia. La cuestión religiosa, marcada por el intervencionismo de la iglesia, fraguado en siglos de inquisición, con un poder desmesurado en la beneficencia y en la educación, con posesiones inmensas, a lo largo de todo el territorio nacional y que se convertirá en barrera infranqueable para experiencias educativas como la Institución Libre de Enseñanza, o las Escuelas Modernas, que basan su funcionamiento en el laicismo, la libertad, el diálogo, el respeto de las ideas, o la coeducación.

No residen aquí todos los males de España. El cóctel explosivo, se completa con otros problemas como la cuestión nacionalista, o territorial. La Liga Regionalista Catalana, que vertebra a la burguesía catalana en torno a un líder como Francisco Cambó, que reclama autonomía, pero que ve con horror el ascenso de la clase obrera y no duda en respaldar la represión de la Semana Trágica, en 1909.

Tampoco duda en apoyar el pistolerismo antisindical del Gobernador Militar de Barcelona, el Coronel Martínez Anido. Persecución a sangre y fuego de los sindicalistas, que condujo al asesinato callejero del líder de la CNT, Salvador Seguí y que usó y abusó de la Ley de Fugas para matar por la espalda a los militantes obreros.

Un historial, éste de Anido, que le encumbró al generalato y que le llevó a ocupar el Ministerio de la Gobernación con el dictador Primo de Ribera, y el de Orden Público, en el primer Gobierno del dictador Franco, tras un breve exilio en Francia, durante la República.

Y todo ello con la connivencia y apoyo de Francesc Cambó que, cuando se ve desbordado por Esquerra Republicana, no duda en apoyar la sublevación militar que conducía a la Guerra Civil.

Mientras tanto, en el País Vasco, Sabino Arana crea el Partido Nacionalista Vasco, profundamente conservador, católico, liberal en lo económico y reformista en lo social. El modelo de Estado, centralista, federal, confederal, marcará el debate político durante décadas y llega hasta nuestros días

Quedan aún, al menos, dos problemas que reseñar. La cuestión agraria, con una siempre necesaria y nunca resuelta reforma agraria, hacia la que ya apuntaban las ideas ilustradas de personajes como Jovellanos.  Un problema de la tierra, que revela también la fractura de una España interior y profunda, en la que los caciques abusan del campesinado y una España periférica, (donde podemos incluir, paradójicamente, a Madrid) en la que una burguesía industrial, financiera, comercial, choca con una aristocracia de rentistas y con una clase obrera que reclama su papel en la historia.

Protagonismo de un campesinado hastiado de tanta miseria y opresión y una clase obrera, que paga con la vida, o con la cárcel, cada intento de mejorar sus trabajos y las condiciones de vida de sus familiares. Una clase obrera que, de la mano de Pablo Iglesias, crea el Partido Socialista (PSOE) en 1879 en Casa Labra y en 1888 la Unión General de Trabajadores (UGT) en Barcelona.

Mientras tanto, la Federación de Trabajadores de la Región Española, fiel a la I Internacional, termina creando la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) en 1910, en el Teatro del Círculo de Bellas Artes de Barcelona.

Las tensiones y la crisis económica de la I Guerra Mundial, conducen al acuerdo de unidad de acción entre ambas organizaciones. Un acuerdo en el que se encuentran Julián Besteiro y Largo Caballero, por UGT, junto a Ángel Pestaña o Salvador Seguí, por la CNT y cuyo fruto inmediato será la Huelga General de 1917.

Este es el revuelto panorama económico, político y social que envuelve la vida de Francisco Giner de los Ríos y que alimenta una llama que intenta responder,  desde el regeneracionismo y desde la educación en la libertad, a unos males que ya apuntaban hacia la justificación de un enfrentamiento civil que daría al traste con lo mejor de España, abriendo las puertas a décadas de negra dictadura.

LA HOGUERA QUE CONSUMIÓ LA OBRA DE GINER DE LOS RIOS (Epílogo)

La España de la Restauración borbónica, la del caciquismo y el encasillado. La del ejército intervencionista y las tensiones nacionalistas no resueltas. La España católica, interior, profunda, plagada de oligarcas y una burguesía incipiente, pero temerosa del auge del sindicalismo y los partidos obreros.

Esa España, con todos sus males a cuestas, e incapaz de recomponer las fracturas políticas y sociales fue decantándose, de la llama hacia la hoguera inquisitorial y purificadora, a fuerza de golpe y represión, a lo largo del primer tercio de un siglo XX, convulso y desalentador.

En 1909, las tropas que habían de embarcar camino de Marruecos en el puerto de Barcelona, recibiendo los correspondientes e inevitables escapularios de manos de las señoras de la buena sociedad. Arrojaron los escapularios al agua y aquel gesto de desprecio y rabia, ante el miedo y el llanto de sus familias, desencadenó la Semana Trágica, que fue aplastada por el ejército, causando miles de detenciones, centenares de muertes, juicios con cientos de encarcelados y no pocas ejecuciones sumarias.

El fundador de la Escuela Moderna, en 1901, bajo principios laicos, racionalistas y coeducadores, Francisco Ferrer i Guardia, que se encuentra de paso por Barcelona,  donde había llegado desde Londres, es detenido, acusado, juzgado por tribunal militar y condenado a muerte, en un proceso irregular y sin defensa posible. Pese a las manifestaciones y protestas internacionales. Pese a los ruegos de la familia, al Rey de España, Ferrer será ejecutado en Montjuic.

Pagaba así Ferrer, con su propia vida, el odio provocado entre los jerarcas de la iglesia, por sus ideas coeducadoras y hasta el hecho de que en una de sus escuelas hubiera trabajado antaño, Mateo Morral, el anarquista que lanzó una bomba en Madrid, envuelta en ramo de flores, al paso de la carroza real, el día de la boda del monarca Alfonso XIII.

El brutal aplastamiento de la Semana Trágica y la represión subsiguiente, resquebrajan definitivamente la alianza entre liberales y conservadores. En 1910 Pablo Iglesias consigue su acta de diputado y algunos sectores liberales inician su acercamiento hacia los republicanos y socialistas, que en las elecciones habían sumado 27 diputados, coaligados en la Conjunción Republicano-Socialista.

La Huelga General de 1917 se convierte en la expresión del malestar de la clase trabajadora ante la crisis económica y el deterioro de las condiciones de vida, que la I Guerra Mundial produce también en España, pese a la neutralidad en la misma.

Una huelga que confluye con otros malestares, como las intentotas militares de las Juntas de Defensa, o la convocatoria de la Asamblea de Parlamentarios de toda España, auspiciada por la Liga Regionalista, en Barcelona, ese mismo año, a la que acudieron republicanos y socialistas, para abordar la reforma constitucional y la autonomía municipal, entre otros temas como la justicia, o los problemas sociales.

En diciembre de 1916, tras el acuerdo entre UGT y CNT, del que ya hemos hablado con anterioridad, se produjo una convocatoria de Huelga General de 24 horas, con amplio seguimiento en el país. Ante el silencio del Gobierno, ambas organizaciones, convocan una nueva Huelga General indefinida en marzo de 1917. Las divisiones internas y las maniobras del Gobierno, conducen a una Huelga General precipitada, convocada unilateralmente por UGT, seguida en muchos lugares por la CNT, pero que resultó irregular en su desarrollo.

Reprimida en Madrid y aplastada en Valencia, Bilbao o Barcelona. De nuevo decenas de muertos, centenares de heridos y miles de detenidos. El Comité de Huelga es acusado de sedición y condenado a cadena perpetua.  Largo Caballero, Saborit, Besteiro y Anguiano, acaban en el penal de Cartagena, del que saldrían al ser elegidos diputados en 1918, junto a Indalecio Prieto y Pablo Iglesias, en las listas de la Alianza de Izquierdas.

En 1920, el ya conocido Martínez Anido, es designado Gobernador Militar de Barcelona, donde dirige brutalmente la represión del sindicalismo, utilizando la Ley de fugas y organizando a los pistoleros del “Sindicato Libre”, que asesinan a los sindicalistas, entre ellos al Secretario General de la CNT, Salvador Seguí. Esas actuaciones de Martínez Anido en Barcelona, tras la Semana Trágica y la represión de la Huelga General de 1917, transforman la llama en hoguera.

Y por si todo esto fuera poco, más de 13.000 soldados mueren a manos de los rifeños en el Desastre de Annual.  El Informe posterior del general Picasso habla de incompetencia y corrupción por parte del Ejército, el Gobierno y el propio Rey. Hay pocas salidas para tanto desastre y en una maniobra desesperada, Alfonso XIII deja su destino en manos de Primo de Rivera, quien intentará lavar la cara de la corrupción y la incompetencia con operaciones militares como el Desembarco de Alhucemas en 1925.

Conviene releer “La Hija del Capitán” de Valle Inclán, escrita en 1927, para entender cómo los males de España, incluida la corrupción, intentaron de nuevo ser tapados por la mano dura y el populismo de la marcha militar.

Ya sólo cabía esperar un tiempo para que la República apareciese como la única vía y solución posible, ante el desprestigio que el Régimen monárquico había sembrado por toda España.

Mientras todo esto ocurría como un destino inexorable, la Institución Libre de Enseñanza (ILE) había ido construyendo su universo educativo. Durante la agonía del régimen monárquico y durante la República siguieron innovando y desarrollando ideas como las Misiones Pedagógicas, o las colonias escolares.

Hay un hermoso libro, que recoge una adaptación de la tesis doctoral del hoy Rector de la UNED, Alejandro Tiana, que mereció el Premio Nacional de Investigación e Innovación Educativa, titulado Maestros, Misioneros, Militantes. La educación de la clase obrera madrileña 1898-1917 y que nos muestra el esfuerzo educativo desarrollado en aquella España.

La ILE convivió con un amplio elenco de experiencias educativas. Las Escuelas de Artes y Oficios, la Escuela de Aprendices municipales, las clases nocturnas en escuelas públicas, las clases de adultos, los Centros Obreros Republicanos, la Extensión Universitaria, los Ateneos Científicos y Literarios, las Universidades Populares, los Círculos Católicos de carácter benéfico-docente, las Sociedades Obreras, los Ateneos Libertarios, las Escuelas Racionalistas, las Casas del Pueblo, la Formación Profesional Obrera, la Escuela Nueva, creada por los socialistas como punto de encuentro, de los trabajadores y trabajadoras, con los sectores intelectuales y reformistas.

Un esfuerzo de intercambio, de diálogo, que alcanzó también a los anarquistas como Federico Urales, que edita Tierra y Libertad y La Revista Blanca, donde se publican artículos de los institucionistas. Al igual que los miembros de la ILE publican las más diversas ideas y opiniones de autores nacionales y extranjeros en su Boletín.  Además de los institucionistas, de los que hemos hablado, aparecen firmas como Bertrand Russel, Bergson, Darwin, Dewey, Federico Urales, María Montessori, Leon Tolstoi, H.G. Wells, Rabindranath Tagore, Pérez Galdós, Emilia Pardo Bazán, Gabriela Mistral, los hermanos Antonio y Manuel Machado.

Pese a tan ingente esfuerzo, los males de España, nunca bien resueltos, condujeron a la Guerra Civil, que  arrasó con las ansias de libertad y de democracia, aplastando la Institución Libre de Enseñanza y cualquier experiencia que llevara dentro el germen de la regeneración, la modernización, o la europeización de España. Todo lo que supiera a laico, a coeducación, a diálogo y aprendizaje en libertad.

Las experiencias como la ILE fueron aplastadas. Quienes permanecieron en España terminaron en los paredones, en las cunetas o muriendo en las cárceles, como Besteiro, Lorca o Miguel Hernández. Miles de maestros forjados en la Institución Libre de Enseñanza, o en otras experiencias educativas, fueron fusilados, o depurados y alejados de la escuela. Fueron los maestros, uno de los cuerpos más golpeados por la represión franquista.

Quienes huyeron sembraron Europa y América, desde los Estados Unidos a la Argentina, de un caudal de experiencias educativas y conocimiento. Machado, Fernando de los Ríos, Buñuel, Alberti y otros muchos, que terminaron muriendo en el exilio, o retornando a su patria tras la larga noche del franquismo.

Las dictaduras aplastan, masacran, oprimen, ahogan, pero no solucionan los problemas. Me he detenido, por ello, en la descripción de algunos de los males de la España en la que tuvieron que vivir, asumiendo su responsabilidad, Francisco Giner de los Ríos y los miembros de la Institución Libre de Enseñanza.

Cuarenta años bajo la bota militar franquista y otros tantos, en una democracia construida desde el olvido premeditado y controlado de nuestro pasado, nos han terminado descubriendo que los males, las cuestiones, los problemas, siguen ahí, casi intactos en algunos casos y condicionando nuestro futuro.

Cada generación tiene que responder a sus retos y nosotros tenemos el deber de afrontar nuestros propios males, muy parecidos y no tan distintos de aquellos, aunque con algunas variaciones importantes, fruto de los tiempos.

Bajo otros disfraces, nuestros males endémicos siguen ahí. La gran diferencia, probablemente, lo que más podemos echar de menos, es tener que afrontar estos retos, sin la riqueza de instrumentos como la Institución Libre de Enseñanza y sus equipos fraguados en torno a seres humanos como Francisco Giner de los Ríos.

Se nota en el debate, se nota en la calidad humana, se nota en la política, y hasta en la ausencia de criterios éticos en la gestión pública, la económica y hasta en  las relaciones personales y sociales que, como pensaban los institucionistas, no pueden estar presididas por la competencia, sino por la cooperación y el diálogo.

Francisco Javier López Martín
Secretario de Formación de CCOO

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