Una semana dura el Open de Tenis de Madrid que este año cumple 10 ediciones. Un acontecimiento deportivo y social que nos visita una vez al año en primavera. Para una pardilla como yo, inexperta en cuestiones de tenis, hay un montón de detalles que me llaman la atención. Estos son algunos:

La Caja Mágica es un enorme recinto con lago propio y montañas que camuflan el material de desecho que originó la construcción de la M-30. Desde el interior de la Caja Mágica se ven las pistas exteriores de entrenamiento/calentamiento. Por ellas se puede pasear y ver a los jugadores prepararse.

Desde el espacio Schweppes en lo más alto de la pista central, la que llaman Manolo Santana, se pueden seguir los partidos e incluso, salir a las gradas para escuchar el ambiente. El placer es hacer las dos cosas tomándote un gin tonic preparado por el campeón español de cócteles. Utiliza los nuevos sabores de la tónica; cardamomo, pimienta rosa, jengibre, lavanda…una locura. Cuesta salir de ese lugar. Por cierto, que en vez de pepino o rodajita de limón, corona los gin tonic con pomelo rosa y hojitas de perejil.

Hay encuentros, como el de Ferrer, que se juegan en una pista más pequeña, la que llaman Sánchez Vicario. Me gusta. Al menos, las barandillas están decoradas con flores naturales, pequeñas margaritas blancas. Aquí no colocan el trofeo de oro en su urna.

En ambas pistas hay unos palcos, que cuestan una fortuna y dan derecho a zona VIP en el comedor internacional. Donde se degusta comida japo, india, francesa, española o de USA. En esa zona gastronómica hay que hablar inglés porque los integrantes de ese catering son los mismos del circuito de Formula 1 y su dueño es Lauda. Volviendo a la cancha, decir que los palcos están decorados con enormes flores de plástico amarillas y rojas, cual bandera, del todo a cien.

Sobre los jugadores sobrevuela una cámara de TV. Está suspendida por unos cables de acero encima de la pista central de tenis y se desplaza en todas las posiciones y direcciones posibles. Es genial verla pasar por encima de las cabezas y la gente levantando la manita a su paso, como si le hicieran la ola. Es la que permite verles la coronilla a los jugadores porque se les pone encima.

A más de 200 kms hora lanzan los saques los jugadores. El reloj oficial es Rolex que, junto a Lexus y a la aseguradora Mutua Madrileña, se dejan un dineral como patrocinadores principales, de ahí que gocen de un espacio propio en una planta propia. Los demás, se mueven por una especie de mercadillo, donde Laura Ponte, por cierto, se compró unas zapatillas de Mascaró.

En todos los partidos hay un agente de prosegur mirando a las gradas para evitar locos que agredan a los jugadores, como le ocurrió a Mónica Seles y también, se exhibe el trofeo de 33 brillantes y oro metido en una urna custodiada por dos prosegures más.