Queridos Reyes Magos

01/12/2011

diarioabierto.es.

Con una anticipación inusual en alguien a quien se tilda de premioso el presidente electo ya ha escrito su carta a los Reyes Magos. Y por el regalo que pide o es muy indulgente consigo mismo o durante el año, a su proverbial mutismo acentuado desde que ganó el 20-N, ha sumado un comportamiento extraordinario que imposibilita negarle cualquier deseo. Alcanzar un acuerdo entre patronal y sindicatos en poco más de un mes para que don Mariano se lo encuentre ilusionado en sus mocasines nada más levantarse no pasa de ser una quimera. Ni hay tiempo ni mucho menos voluntad. La sintonía entre las tesis empresariales y las ideas que bullen en el cocedero de Génova es razón más que suficiente para que se haga efectiva aquella máxima que ya el desaparecido José María Cuevas esgrimiera no sin fundamento: “el gobierno que gobierne”. Han pasado unos veinte años y, con crisis o sin ella, la tabla reivindicativa de CEOE se ha estirado aún menos que el recurrente portero del futbolín. Era quien esto suscribe un pipiolo redactor de laboral en la época de los grandes acuerdos sociales de finales de los ochenta cuando la flexibilidad contractual, el abaratamiento del despido o el replanteamiento de la negociación colectiva ya eran mandamientos en la sede de Diego de León.

No es previsible que en la actual coyuntura estas codiciadas piezas se escapen a la tenacidad empresarial. No se trata de atrincherarse en el inmovilismo de la norma pero tampoco de usar los malos indicadores económicos como coartada para consagrar unas pésimas condiciones de trabajo. Más de lo que ya son que es mucho decir. Si sensato puede ser revisar algunas cláusulas de los convenios en atención a las circunstancias sectoriales tampoco es descabellado barruntar que, tras la tendencia a individualizar el trato entre asalariado y patrono, se esconde debilitar a la fuerza del trabajo como colectivo. Es decir, cargarse aún más a los trabajadores como clase social si es que algo queda de ese concepto que tachan de antiguo los modernos economistas que defienden y defendían este sublime sistema que nos ha llevado de cabeza a la ruina. Esta endeble conciencia de clase añadida a la alta precariedad y su consecuente miedo a alzar la voz más el abismo económico conforman pues un cóctel demasiado tentador para evitar el abuso.

Pero es que además una nueva vuelta de tuerca a la legislación laboral reincide en la chapuza de empezar las casas por el tejado, algo que, conviene recordar, tampoco servirá para reactivar al alicaído sector inmobiliario. En eso el presidente saliente, amarrado al duro banco de su BOE, fue todo un maestro ¿Alguien puede decir qué efectos positivos tuvo su reforma laboral en el empleo? Ninguno porque hasta el tonto que hace relojes sabe que nadie contrata, aun a precio de saldo, si antes no tiene necesidad de ello porque su actividad empresarial es nula. Si no hay reactivación previa no hay reforma que valga se articule a través de consenso o al dictado de un decreto. Y en este escenario no resulta superfluo apuntar que la negativa a contener el gasto público para alcanzar el supuesto paraíso del déficit cero más que piedra en el camino supone todo un peñasco. Si el motor del sector público gripa debería saber el presidente Rajoy que más que pedir un regalo a los Reyes se tercia un nuevo milagro a la Virgen de Fátima. Y no vale la excusa de que no hay dinero.

¿Le valdría con 70.000 millones de euros al año en las arcas públicas? Pues, a pesar de la enorme dificultad en conseguir datos (tanta que hasta el Parlamento Europeo elevó una queja por ello en 2008), esa es la cifra que se calcula que se evade en impuestos. Es decir que, según un amplio informe publicado hace dos años en Estudios de Política Exterior, uno de cada cuatro euros no se recauda, el dinero en metálico en España supone el 10% del PIB, el doble que en la zona euro, y el 30% de los 111 millones de euros que circulan en billetes de 500 están pululando por España. Esta somera radiografía al menos debiera despertar la curiosidad de plantearse si no sería más prioritario potenciar hasta donde se deba la inspección fiscal y endurecer las sanciones a los piratas del fisco que convertir en aprendiz de por vida a quienes aspiraban a ser trabajadores. Todo será que por dar estas ideas a mi también me manden a hacer relojes. Por tonto, claro está.

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