No. Yo no creo que la reforma laboral sea sólo la de los despidos. Aunque haya llegado esa idea de que casi lo único que importa es el despido en la reforma que ha abordado el Gobierno.

Hay mucho más. Posiblemente sea tan importante como el despido lo referente a la negociación colectiva que, con la nueva formativa, se desregulariza y hace que los sindicatos pierdan uno de sus valores más importantes.

Aparentemente, está muy bien lo de que cada empresa pueda negociar su propio convenio. Aparentemente está muy bien que incluso cada trabajador pueda hacerlo. El problema es que la práctica siempre tiene poco que ver con la teoría. Hay miles de empresas sin capacidad de negociación colectiva y para las que los convenios de sector o de rama siguen siendo imprescindibles.

Pero es que, además, en el acuerdo por el empleo firmado hace escasas semanas por CEOE-Cepyme y los sindicatos, ya se recogía la flexibilización en esta materia y la posibilidad de avanzar en ello. El acuerdo salarial abría una mayor flexibilización que, incomprensiblemente, el Gobierno no ha tenido en cuenta y que ha convertido en papel mojado meses de negociaciones entre los agentes sociales.

Parece que el Gobierno ha estado más pendiente de lo que pudiera decir Europa que de lo que pudieran decir los sindicatos y los empresarios en acuerdos elaborados y laboriosos. Tengo mis dudas en cuanto a que los ministros del ramo hayan sido capaces de leer ese Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva. De haberlo hecho, probablemente no se hubieran metido a reformar y derribar los cimientos de lo que ha sido un orgullo en este país: La capacidad de unos y otros para hablar, negociar, consensuar.

Sé que en estos momentos defender estas cosas no está bien visto. Lo moderno es criticar a los sindicatos, afirmar que se lo llevan crudo, mantener que no representan a nadie y cosas por el estilo. Pues no es verdad. Este país –para bien o para mal y creo que para bien- se ha construido con el diálogo, con gente capaz de imponer y renunciar ante el otro por el bien común. Los agentes sociales, cuando a nivel político se ha sido incapaz de hablar, han firmado acuerdos, han llevado adelante una política de responsabilidad que otras instituciones no han querido o sabido hacer.

En fin. Sí. Esta reforma al final pasará a ser la de los despidos. Y es verdad. Pero también ha sido la que ha cercenado el diálogo social. Me parece a mí.

Así que en honor a los valores de la palabra como instrumento para el entendimiento, vayamos a los versos de Blas de Otero:

Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.

Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.

Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.