La moda es ahora –y desde hace tiempo- meterse con los agentes sociales. Con los sindicatos, sobre todo. Se cuestiona su papel, su necesidad, su representatividad… El acoso a José Ricardo Martínez, secretario general de UGT de Madrid por su “sueldo” en Bankia es si no la última, sí la más clara agresión a la limpieza y honestidad de los sindicatos.

Quienes se han frotado las manos pensando que se le había pillado con un sueldazo de 181.000 euros, han visto defraudadas sus esperanzas, si bien no han sido capaces de rectificar cuando se ha hecho público que este dinero iba directamente al sindicato. Cosa que se hubiera sabido inmediatamente si el medio que dio la noticia hubiera hecho lo que debía: preguntar. Y así, se hubiera enterado que el secretario general madrileño de UGT cobra su sueldo de RENFE (unos 2.000 euros) y el de Bankia lo entrega a su sindicato.

Los sindicatos están en los consejos de administración de numerosas instituciones públicas. Y cobran por ello, como cobran los empresarios, los políticos y quienes en estas instituciones representan los intereses de los ciudadanos. Sí. Representan los intereses de los ciudadanos. Unas veces bien, y, otras no muy bien o mal.

Curiosamente, los medios que han acosado a José Ricardo no han tenido la misma iniciativa con los representantes de los empresarios, de los políticos o con quienes se sientan en cajas y entidades públicas sin representar a nadie y se llevan sus buenos sueldos por ir, de vez en cuando, a asentir a las reuniones del correspondiente consejo.

He defendido siempre que las organizaciones sindicales y patronales hacen un buen papel en España. Y, en ocasiones, algunas muy difíciles, han sido bastante más sensatos que otras entidades. Han negociado cuando otros no lo hacían. Han renunciado a principios, pensando en el bien común y han dado buena muestra de profesionalidad y honradez.

No son las instituciones que más nos cuestan. Los partidos políticos se llevan más dinero que las organizaciones sociales, por ejemplo. Y sus representantes –salvo contadísimas excepciones- raramente han estado inmersos en escándalos económicos. Sus sueldos no llegan, ni con mucho, al nivel de un político –menos de un banquero- y se mueven en un entorno de austeridad y normalidad.

Representan a la sociedad. Y se someten al dictamen de las urnas cada cuatro años en las elecciones sindicales en las que, por cierto, participan más votantes que los votos obtenidos por el partido que más votos obtiene.

O sea, que no sé yo de qué va este afán de cargarse unas instituciones que hace y desempeñan un papel fundamental , reconocido en la Constitución y necesario en un país, como éste y como todos. O sí lo sé. Posiblemente se trata de desmantelar a aquellas organizaciones que, aunque sea con dificultad, vertebran la sociedad, defienden sus intereses y representan a millones de españoles. Sin ellos, la sociedad sería otra. Mucho peor. Sin duda.

Hoy me apetece recomendar la humanidad de los versos de Joan Margarit. Magnífico poeta. Nada tiene que ver con lo escrito -¿o sí- pero, en cualquier caso, merece la pena disfrutar con sus versos:

Ha llegado este tiempo
cuando ya no hace daño la vida que se pierde,
cuando ya la lujuria es tan sólo
una lámpara inútil,
y la envidia se pierde en el olvido.
Es un tiempo de pérdidas prudentes, necesarias,
y no es un tiempo de llegar
sino de irse. El amor, ahora,
por fin coincide con la inteligencia.
No estaba lejos,
no era difícil. Es un tiempo
que no me deja más que el horizonte
como medida de la soledad.
Un tiempo de tristeza protectora.