Mariano Paradell, director general del Grupo Paradell Consultores e investigador privado muy solicitado por las compañías de seguros, considera que España, como Portugal o Grecia, es un país “muy proclive al fraude”. Y que en la sociedad española “parece estar bien visto engañar al seguro, o a Hacienda o a la Seguridad Social”. La crisis está provocando un incremento en el defraudador casual o eventual, que es el que se basa en la “creencia de que engañar al seguro no es malo y está en su derecho, porque lleva muchos años pagando pólizas y nunca ha declarado siniestros”, y sobre todo los engaños por necesidad económica. Los fraudes más habituales al seguro, según este experto, las lesiones subjetivas y, por tanto, “muy difíciles” de detectar, provocadas por un accidente de tráfico causado por la propia víctima, la magnificación de lesiones o de robos reales a comercios, entre otros. “El fraude está de moda y no supone grandes riesgos para el defraudador”, se lamenta Mariano Paradell.

Con las estadísticas en la mano, no parece que en España haya más fraude que en otros países europeos. Carlos Palos, director de Siniestros de Zurich España, reconoce que esta entidad no sufre más engaños que el resto del grupo, sino que se mueve en “porcentajes similares”. Y el fraude de Zurich, presente en España desde 1884 y cuarto mayor grupo asegurador, se sitúa en la media del sector en el mercado nacional.

Palos señala que Zurich ha detectado un aumento del fraude de más del 30% en los dos últimos años, crece entre el 15% y el 20% anual, y supone el 5% del total de siniestros sufridos por la compañía en España durante 2011. Y este incremento parece protagonizado por “una nueva tipología de defraudador, que es aquel que actúa por motivos de necesidad económica”. Esto explica que se haya disparado el fraude de menor cuantía. “No pueden dejarse de lado esos engaños, aunque sean de reducido importe, para concentrarse en combatir el gran fraude, protagonizado por profesionales”, insiste el director de Siniestros de Zurich España.

“El fraude a las compañías repercute en los costes a los clientes honestos. Luchar contra el fraude no sólo supone una mejora de la siniestralidad y por tanto da estabilidad a las primas, es que beneficia a los clientes honestos”, argumenta Carlos Palos. Además, “prevenir el fraude de forma cualificada supone una ventaja competitiva para nuestros clientes”, concluye.

Para María Fernanda Guerriero, responsable de la Unidad de Fraude en Zurich España, “la mejor forma de combatir el fraude pasa por evitar que se produzca”. Y hay que hacerlo con prevención, con verificaciones previas a la contratación de las pólizas, lo que supone “ir de la mano con Suscripción”, y con concienciación, transmitiendo lo que supone el fraude no sólo a la compañía o al sector, sino al propio cliente. “Un fraude no detectado, no evitado, hace aumentar la siniestralidad global, y esto condiciona el precio del seguro”, argumenta.

En detección y en investigación, Guerriero distingue entre el fraude “objetivo”, que es el que no ofrece discusión por sus evidencias físicas y en el que no es necesario el reconocimiento por parte del implicado, y el “subjetivo”, donde “no existen pruebas, sólo sospechas, por lo que resulta preciso investigar, probar y lograr hacer desistir al defraudador”. En el primer caso, se recurre a redes externas (investigadores privados, peritos o médicos, entre otros), y en el segundo, a pruebas periciales y médicas, investigación, seguimiento, y “todo lo que sea necesario hasta lograr probar los hechos y hasta conseguir que sea objetivo”. La responsable de la unidad de Fraude de Zurich España recomienda: “nunca rechazar un siniestro sólo por tener un indicio”.

La unidad de Fraude de Zurich España utiliza también Red Flags, situaciones de alarma roja, para comprobar indicios mediante prácticas aleatorias que se ponen en mkarcha en situaciones como la declaración de un siniestro inmediatamente después de contratar la póliza, o de varios siniestros similares en un período corto de tiempo.

Fraude en la suscripción, el más frecuente

El fraude en la suscripción es el más frecuente, seguido del siniestro simulado (en Diversos y Responsabilidad Civil, supone el 22,7% del total), y de la exclusión de cobertura (ocultar información para que la póliza cubra un determinado siniestro que no entra en el contrato), que llega al 60,39% en Otros Ramos. La ocultación de daño o lesión preexistente representa el 29,8% del fraude total detectado en Automóviles y el 40,62% en Vida, Accidentes y Salud. La falsedad de facturas, minutas y otros documentos es el quinto por importancia, y supone el 10,8% del fraude en Autos. Y la lista se cierra con la reclamación desproporcionada, que llega al 20,04% en Autos y al 15,38% en Diversos y Responsabilidad Civil.

El fraude está protagonizado por el asegurado en el 88,8% de los casos en Vida, Accidentes y Salud; el 85,43% en Diversos y REC; y en el 68,61% en Autos, donde el 22,15% es ocasionado por el conductor contrario.

Frente al defraudador profesional, que forma parte de bandas organizadas, está el casual o eventual, y el que lo hace por necesidad económica: una persona o una empresa con problemas que ven en el seguro una válvula de escape a éstos, y que es el que se está disparando por la crisis.