El candidato mejor colocado, según las encuestas, para ser el próximo presidente de México es Enrique Peña, del Partido Revolucionario Institucional (PRI). En la 75ª Convención Bancaria, junto a los responsables de los principales grupos financieros que operan en el país, no dudó en defender su propuesta de impulsar que los bancos extranjeros con filiales en México reinviertan los beneficios que obtienen en el propio país, sin enviarlos a sus casas matrices fuera. Esa idea preocupa a la banca española, ya que México aporta el 30% del beneficio total del grupo BBVA, el 13% en el caso del grupo Santander. BBVA controla el segundo banco de México, Bancomer, y pugna con Banamex por la primera posición, y Santander México pelea con Banorte por la tercera y cuarta posición, mientras ultima la salida a Bolsa mediante una oferta pública de venta de acciones (OPV).

La propuesta del candidato del PRI no ha gustado nada, obviamente, a la banca extranjera, que controla el sistema en México: de los cinco grandes, sólo uno, Banorte, es de capital totalmente mexicano. El resto se reparte entre Estados Unidos (Banamex, en manos del Citi) y España (BBVA Bancomer, Santander México y CaixaBank, accionista de Inbursa, el grupo financiero controlado por Carlos Slim).

«Propiciar que la inversión que los bancos realizan, varios de ellos con participación extranjera, sea en México; que realmente la reinversión de sus capitales se realice aquí«. Es uno de los elementos del decálogo de propuestas sobre el sistema financiero en México del candidato del PRI.

Enrique Peña se alinea así con Banorte, el único gran banco mexicano en manos locales y cuyo presidente, Guillermo Ortiz, fue gobernador del Banco Central. El director general de Banorte, Alejandro Valenzuela, acusa a los bancos extranjeros de “ordeñar” a México. Y calcula que entre 2003 y 2011 los bancos extranjeros que operan en México dieron a sus casas matrices cerca de 20.000 millones de dólares. Un dinero, que según este directivo bancario, se podía haber quedado en México.

Otro elemento del decálogo tampoco despierta precisamente entusiasmo entre los bancos, aunque sea bastante inconcreta: establecer mejoras en la regulación bancaria para generar incentivos que estimulen el crédito de la banca comercial. Enrique Peña argumentó durante su intervención en la asamblea de la banca en México que en este país se presta al sector privado sólo el equivalente al 25% del Producto Interior Bruto (PIB), cuando en Brasil es el 57%.

Rechazo a medidas populistas

A los banqueros que operan en México pareció gustarles más la intervención de Josefina Vázquez Mota, la candidata del Partido de Acción Nacional (PAN), que arrebató al PRI la presidencia del país, primero con Vicente Fox y luego con el actual, Felipe Calderón. Además de recordar la estabilidad y el crecimiento económico que han logrado México con los Gobiernos del PAN, destacó que “la banca en este país ha superado la nacionalización en los años 80 del siglo pasado, la crisis que acabó con el patrimonio de cientos de miles de mexicanos de los años 90 y la peor crisis económica a nivel mundial del año 2008”.

“Hoy el sector financiero está creciendo. A finales del año 2011 los 4.500 intermediarios en México, tenían activos por 11 billones de pesos con incrementos anuales de poco más del 8,5%, y las instituciones del sistema bancario mexicano siguen siendo los intermediarios mas importantes con activos de 6.1 billones de pesos”, insiste la candidata, partidaria de un Gobierno en coalición.

“No creo en decisiones basadas en populismo, no son la respuesta que México necesita. No creo que controlando los mercados tengamos el camino de la prosperidad. Hoy puedo decirles a los banqueros que hoy es un extraordinario momento para invertir”, fueron algunos de sus argumentos.

Un acto infantil

Por su parte, el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, aseguraba al diario El Universal que un esquema de bancos sólo para mexicanos, “regresar a un esquema de islas, a un esquema de autarquía se me hace completamente infantil”. Defiende que el sistema financiero mexicano actual es “completamente adecuado”, con bancos extranjeros que han sido más agresivos y han logrado un mayor crecimiento, de lo que el país se ha beneficiado mucho.

En su intervención en la Convención Bancaria, calificó como “un debate artificial”, el pago de dividendos que realizan bancos mexicanos a sus matrices en Europa.“El hecho de que algunas instituciones tengan dividendos y los saquen del país es una acción completamente legítima, como también es completamente legítimo que las subsidiarias que tengan empresas mexicanas en el extranjero repatríen a México sus beneficios”, argumenta. Y recuerda que las reglas que rigen el reparto de dividendos abarcan a empresas financieras y no financieras y están plasmadas en el Tratado de Libre Comercio.