El último Rafael, el primero en el Prado

08/06/2012

Miguel Ángel Valero. La Fundación AXA patrocina una de las exposiciones más importantes que se han dedicado al artista y a su taller

Hay numerosas, casi infinitas, razones para ir al Museo del Prado. Desde el próximo martes, 12 de junio, y hasta el 16 de septiembre, existe un motivo más. Miguel Falomir, jefe del Departamento de Pintura Italiana de la pinacoteca y uno de los coordinadores científicos de la muestra, lo tiene claro: “Cuando el Museo del Prado abrió sus puertas por primera vez en 1819, Rafael era una de sus principales atracciones”.  Y entonces en España había pocas razones para la alegría. Casi 200 años después, el último Rafael, el que se convirtió en el pintor más influyente de la época, es el primero en el Prado.

El último Rafael”, una de las exposiciones más importantes dedicadas al artista y a su taller, y la primera centrada en sus años finales, será “uno de los acontecimientos culturales del año”, pronostica el primer ejecutivo de AXA en España y vicepresidente de la Fundación AXA, Javier de Agustín. El director del Prado, Miguel Zugaza, cree que sin la Fundación AXA, el primer patrono del museo (desde 1998, entonces como Fundación Winterthur, acumula 18 exposiciones), esta muestra se hubiera quedado en el bulevar de los sueños rotos.

La exposición muestra 74 obras, la mayoría de las cuales nunca ha sido expuesta en España, de Rafael desde 1513 (cuando inicia su mandato el Papa León X) hasta su muerte en 1520, y también la de sus principales discípulos, Giulio Romano y Gianfrancesco Penni, hasta 1524. Son sólo siete años de la obra de Rafael, que tuvo desgraciadamente una vida muy corta (murió a los 37 años). Pero es el período en el que tuvo mayor impacto en el arte europeo.

El nuevo Papa trae suerte a Rafael: le llueven los encargos, no sólo de León X (su antecesor, Julio II, prefiere a Miguel Ángel) sino de otros magnates y mecenas. Lo que obliga a rodearse de ayudantes: su taller llegó a contar con medio centenar de personas y fue el mayor de los formados bajo el magisterio de un único artista.

Esta exposición refleja la versatilidad del último Rafael: pintor de caballete, pero también de frescos (tanto en las estancias vaticanas como en Villa Farnesina), diseñador de cartones para tapices (para la Capilla Sixtina, donde estaba su gran rival, Miguel Ángel) y arquitecto (San Pedro, tras la muerte de Bramante). Y lo hace a través de 44 pinturas, 28 dibujos, una pieza arqueológica y un tapiz.

Merece la pena detenerse especialmente en varias obras de Rafael, hasta ahora no expuestas en España. Una, el retrato de Baldassare Castiglione (1519), uno de sus mejores amigos, y que llama la atención por su serenidad. Dos, “Santa Cecilia” (1515-16), un cuadro de altar que sobresale por la belleza de sus figuras y por la armonía y perfección de su composición.

La tercera es “El Pasmo de Sicilia” (1515-16), una gran tabla transferida a lienzo, que es propiedad del Prado, pero que se exhibe por vez primera tras su restauración.

Seis secciones

La exposición, que sigue un trazado cronológico y que permite comparar la evolución artística final de Rafael con la de sus discípulos predilectos (Romano y Penni), tiene seis secciones temáticas: pinturas de altar, vírgenes con niño y sagradas familias de gran formato, retratos, vírgenes y sagradas familias de pequeño formato, y Giulio Romano. La muestra se completa en la sala 49 del edificio Villanueva del Prado, donde se puede contemplar el proceso creativo de la “Transfiguración”. La última gran obra maestra de Rafael, que dejó inacabada.

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