«La subida excesiva y desigual de tasas puede provocar el efecto contrario al que se busca»

08/06/2012

Milagros Asenjo. “Todos los rectores somos conscientes de que cada uno debe arrimar el hombro a la tarea y coincidimos en la mayor parte de los objetivos, pero con estas medidas, de hecho, no se ahorra sino que se puede llegar a todo lo contrario”, afirma Juan Antonio Gimeno.

“Todos los rectores somos conscientes de que cada uno debe arrimar el hombro a la tarea y coincidimos en la mayor parte de los objetivos, pero con estas medidas, de hecho, no se ahorra sino que se puede llegar a todo lo contrario”, afirma Juan Antonio Gimeno, rector de la Universidad Nacional a Distancia  (UNED), que cuenta con más de 200.000 alumnos y que es la única que depende del Ministerio de Educación. El profesor Gimeno habla de los recortes y de las posibles fórmulas para sortear de la mejor manera posible la crisis económica que perturba gravemente a los campus y pide una mayor consideración por parte de los poderes públicos hacia la institución superior.

– Las medidas aprobadas por el Gobierno para ahorrar en la Universidad, ¿son estrictamente necesarias

– Hay que reconocer  que la situación económica y presupuestaria  es en estos momentos  muy difícil y que, por lo tanto, ningún sector puede mirar para otro lado.  Creo que en  la Universidad somos conscientes de que también nosotros tenemos que hacer el esfuerzo de revisar casi todas nuestras actuaciones para ser más eficientes cada día.

– ¿Dónde se debería recortar?

– Entiendo que el Gobierno tiene que marcar las prioridades y los límites de cada lugar. Pero, obviamente, si  me dicen cuáles son las prioridades,  yo respondo,  no ya como rector sino como economista, que en universidades e investigación es donde  no hay que recortar porque ahí está  la apuesta futuro y, además, porque lo que se pierde en investigación se tarda mucho en recuperar.

-¿Cómo deben aplicarse los ajustes inevitables?

– ¡Ojalá no hubiera sido uno de los sectores afectados! Pero entiendo que, en cualquier caso, la Universidad tiene que hacer un esfuerzo de racionalización de gastos evidente. No hay nadie que sea al cien por cien eficiente y, por lo tanto, si siempre tenemos que hacer esfuerzos, ahora, más que nunca.

– ¿Cómo se debe articular ese esfuerzo?

– Me parece un error que las medidas de control de gasto sean iguales para todos, café para todos. Reducir un  porcentaje indiscriminadamente es ineficiente. Lo auténtico es dar criterios porque, a veces, hay que recortar determinados gastos para incrementar  otros. En la UNED, el presupuesto en tecnología e investigación no lo no hemos reducido, e incluso lo hemos aumentado. Sin embargo, en otros gastos, hemos bajado porque creemos que no afectan a la calidad del servicio. Ese debe ser el mensaje

– ¿Existen instrumentos eficaces para calibrar las necesidades?

– Sí. Por ejemplo, el programa de Campus de Excelencia Internacional y Contratos Programa, que casi todas las administraciones tienen con sus universidades. Este es un instrumento potente, que bien gestionado ayuda a avanzar  en la dirección que la  Administración  correspondiente quiera. No sé si siempre se ha aprovechado bien. Se ha mejorado porque ha habido incentivos suficientes, pero quizá se ha puesto más acento en otros aspectos más que en la financiación económica.

– Hablemos de los Campus de Excelencia Internacional

– Como en tantas ocasiones, la idea era mejor que la aplicación. Realmente, era una oportunidad para empezar a apostar por universidades excelentes, de primera, y  para que, mediante la agregación, las más pequeñas sin masa crítica pudieran trabajar juntas como un campus único. Así se racionalizaría el mapa universitario y se planificaría la oferta conjunta.

– ¿Qué ha fallado?

– Sobre todo, han faltado recursos porque sólo la primera promoción de Campus de Excelencia Internacional recibió subvenciones ridículas si las comparamos  con la de programas similares en Francia o Alemania. En las siguientes  convocatorias, básicamente, se concedieron préstamos.  Por lo que se refiere al sello de Excelencia, el reconocimiento de que  el proyecto puede tender una dimensión internacional en el futuro, la idea se ha desvirtuado al generalizarse y languidece por la falta de recursos. En definitiva, no habrá universidades excelentes sin dinero.

La financiación por objetivos, ¿es una buena fórmula?

– Ayudaría a ser más eficientes.  Hay que marcar determinados objetivos pactados con la Administración, porque desde un despacho alejado de la realidad se pueden sugerir o aplicar medias que, después, tienen efectos contraproducentes. La forma de que funcione es reunirse con los afectados y determinar los aspectos positivos y negativos de la fórmula para que realmente sea eficaz.

– ¿Cómo se ha llevado el proceso de recortes?

– Ha faltado diálogo. Nadie discute que el Gobierno y el Parlamento deben marcar las directrices, los proyectos y aprobarlos en su caso. Pero, escuchando se cometen menos errores. En este caso, no sé si por razones de urgencia, se ha ido demasiado rápido. Más hubiera valido esperar un mes y no tomar las medidas sin hablar con los afectados y, repito, habría encontrado eco. Todos los rectores somos conscientes de que cada uno debe arrimar el hombro a la tarea y coincidimos en la mayor parte de los objetivos, pero con estas medidas, de hecho, no se ahorra sino que se puede llegar a todo lo contrario. Si nos hubiéramos sentado todos, habríamos evitado algunas cosas manifiestamente mejorables.

– La subida del precio de las tasas hasta llegar a cubrir el 25% del coste de una plaza es uno de los aspectos más polémicos de la racionalización del gasto aprobada…

– El tema de las tasas daría para hablar mucho.  Hay familias que pagan más por el Bachillerato que por la Universidad de sus hijos y es lógico preguntarse por qué hay que becar el 85% del coste de un puesto universitario. A mí me parece razonable avanzar en lo que propone el Gobierno, y defiendo una subida paulatina y pensada de tasas, de forma que siempre vaya acompañada de becas para garantizar la igualdad de oportunidades.

-¿Qué consecuencias puede tener una subida considerable de las matrículas?

– La igualdad de oportunidades significa que demos a todos la oportunidad de intentarlo. Si se pone una tasa elevada, aunque haya becas, siempre se quedará gente fuera. Es un error también pensar que si se incrementa el precio en un 50% se va a ahorrar un 50%. Con este planteamiento, la Administración se engaña a si misma o quiere engañar a las universidades y a la opinión pública.

– ¿Por qué?

– Porque si sube el precio, se contrae la cantidad demandada. Habrá estudiantes que no puedan afrontar esa subida y se vean expulsados del sistema. Otros, y esta opción será mayoritaria, se matricularán de seis créditos, en lugar de diez, para pagar lo mismo que ahora. Y esto será un desastre.

– ¿En qué sentido?

– Que muchas menos personas tengan acceso a la enseñanza universitaria, que la Administración pague lo mismo o haga un recorte brutal a las universidades, de modo que la calidad se devalúe  por el deterioro del servicio. Estas cosas hay que hacerlas con mucho cuidado, con un calendario, y previniendo sus efectos.

– ¿Y las penalizaciones a los repetidores?

– Parece sensato, y ya se viene haciendo, que las  repeticiones se graven. Hay que reforzar esa línea, también para las  becas. Y ahí también podemos estar de acuerdo.

– Existe otro problema. La amplitud de la horquilla en que se puede mover la subida y las distintas posturas de las autonomías, ya que no habrá un incremento de precios homogéneo, ¿puede quebrantar el sistema?

-Tal como se está anunciando, se ha dejado un margen  tan amplio que va a llevar a unas diferencias entre comunidades autónomas brutales, y sobre todo, sin relación con la calidad. Corremos el riesgo de que existan universidades de distintos niveles por razones económicas, no de calidad. Esto parece injusto y puede provocar cataclismos y flujos de migración de los alumnos  a campus más baratos, no por la calidad su oferta, insisto, sino por su menor precio.

– ¿Cree que deben existir categorías de universidades y, en consecuencia, diferentes precios, según su calidad?

Naturalmente. Es un proceso inevitable y deseable aunque difícil de entender y  ante el que no pocos, incluidos los rectores, oponen resistencia por impopular o porque se teme no salir entre los primeros. Sería positivo que la calidad estableciera categorías para las universidades.

– ¿Puede ocurrir ahora lo contrario?

– En efecto. Las mejores pueden ser las últimas en la elección si aplican tasas altas. Hasta ahora, las notas de Selectividad marcaban un cierto índice de demanda y daban pistas de calidad. Si como parece, el precio va a ser el indicador dominante, las consecuencias serán muy negativas.

– ¿Cómo prevenir los riesgos de los que usted advierte?

– Debe ser un proceso pactado para que sea equilibrado y armónico. El Estado debe marcar los mínimos comunes y las  líneas de confluencia para que las comunidades autónomas, en colaboración con las universidades, fijen los criterios de racionalización el gasto sin quebranto social. Hay centros sin sentido económico ni social, con más profesores que alumnos, carentes de sentido.

– ¿Qué hacer con ellos?

– Hágase como en Sanidad, área donde instrumentos o recursos vanguardistas no tiene sentido en todos los hospitales. Es necesario hacer un mapa pactado con las autonomías y ver qué titulaciones deben impartirse en todos los campus y cuáles no. Ciertamente, existen carreras en peligro de extinción por su escaso número de alumnos, y debe hacerse un mapa en el que puedan seguir existiendo.

– ¿Y el profesorado?

– Lo mismo. Se impone una planificación global, ya que en un área sobrarán y en otra faltarán. Habrá que crear una especie de cámara de compensación con garantías para la movilidad, acompañada de incentivos o penalizaciones, según corresponda.

– Tarea difícil…

– Nada de esto es fácil pero, probablemente,  por la situación en la que estamos es el momento de hace algo de esta naturaleza, porque todos somos conscientes de que hay que tomar algunas medidas aunque sean incómodas. Así se perjudicara lo menos posible y se garantizará la eficiencia.

–  ¿Qué tiene que decir sobre la regulación de la carga docente del profesorado según su producción investigadora?

– De hecho, ya existe la fórmula de que unos profesores se dediquen más a la investigación y otros a la docencia. La intención es buena pero el instrumento, no.

– ¿Por qué?

– Porque, una norma de carácter general, con la diferencia de áreas que existen, chirría. Además,  basarse en los créditos ECTS, es decir, en la unidad de cuenta horaria referida al estudiante dentro del Espacio Europeo de Educación Superior, que no diferencia el tipo de dedicación, o valorar la producción científica exclusivamente en los sexenios, que son voluntarios y desiguales y nacen, no lo olvidemos, como complementos de productividad para elevar las retribuciones,  es un error que habría que corregir.

– ¿Se menosprecia la labor docente?

– A primera vista parece que sí, porque solo se tiene en cuenta que no haya abandonos, algo así como una invitación al aprobado general. Yo me pregunto por qué no se evalúa la actividad docente o por qué no se informa de cómo salen formados los egresados de cada universidad. Los datos de los exámenes MIR o las oposiciones podrían aportar mucha luz sobre la calidad de la formación.

– ¿Qué puede suceder en las áreas donde la investigación es más potente?

– Pueden quedarse sin profesores, mientras que otras tendrán excedentes. Insisto, siendo buena la idea, hay que buscar fórmulas más eficaces. Tal vez, como decía antes, una bolsa de compensación.

– Se habla con insistencia en la baja valoración que las universidades españolas tienen en los rankings internacionales, ¿cómo se explica?

– Con independencia del discutible rigor de algunos rankings, si  la valoración se  estableciera  dividiendo la puntuación por el presupuesto, las universidades españolas estarían muy arriba en muy poco tiempo. Que estén donde están sin recursos es heroico, y pedir que aparezcan entre las cien mejores sin dotación es un auténtico disparate.  Basta con mirar los presupuestos de otras universidades, y no solo de las privadas americanas más prestigiosas sino también algunas públicas de Brasil o de la India,  para constatar la realidad.

– En las últimas semanas se han producido acontecimientos inéditos en la Universidad española, como el plante de los rectores a su ministro, José Ignacio Wert, ¿por qué se  ha llegado a estos extremos?

– Ha sido un problema de diálogo. De hecho se va a solucionar, si bien con diálogo no debía haber pasado. Parece que pudo haber también un error de comunicación interna dentro del propio Ministerio,  y no se tramitó bien la petición de los rectores. Un malentendido, en definitiva.  Con buena voluntad no debería haber pasado. A veces, son más las formas que el fondo lo que provoca complicaciones y conflictos.

– ¿Por qué  llegaron los rectores al plante?

– Solo queríamos que el ministro de comprometiera a convocar un Consejo de Universidades para tratar el tema de los recortes, que no fue incluido en el orden del día. Me  da la impresión de que fue el momento de tensión el que imposibilitó lo que parecía una salida fácil al conflicto.

– ¿Se siente ninguneada la Universidad?

– Constantemente, voces autorizadas hablan de la necesidad de un nuevo  modelo productivo basado en el conocimiento, en la innovación, pero en la práctica no se apuesta por él, es un discurso vacío. Creo que ha llegado la hora de decir: pongámoslo en práctica, concretemos, si se quiere con incentivos para que vaya en las direcciones correctas y establezcamos prioridades.

– ¿Cuál es el estado de ánimo de la Universidad en estos momentos?

– En estos momentos hay un clima de disgusto importante por declaraciones poco afortunadas de responsables políticos. Los responsables de las universidades – la institución en su conjunto- tenemos que arrimar el hombro, pero no nos merecemos que se nos tache de poco trabajadores  cuando la  Universidad española ha hecho en los últimos años un esfuerzo impresionante, cuando se han cambiado miles de títulos en dos años a menos de coste cero, cuando en estas décadas se ha dado en investigación un salto más que impresionante hasta situarnos entre los mejores países del mundo.

– ¿Qué necesita la institución para recobrar el ánimo?

Estímulo positivo y reconocimiento del trabajo hecho. Hace falta un poquito de mano izquierda porque queremos trabajar en lo que se debe, seguir mejorando y ahí estamos todos, pero pedimos más estímulo y reconocimiento.

– Esta inquietud se produce en un momento de cambio, de adaptación de la Universidad al Espacio Europeo de Educación Superior, ¿perturbará la crisis el proceso de Bolonia?

No lo creo. El  esfuerzo fundamental está hecho, aunque el proceso de Bolonia nace en España sufriendo los efectos de la crisis y avanzando menos  de lo deseado por falta de recursos. No obstante, se ha consolidado en otros aspectos como la colaboración del estudiante, el compromiso del profesorado,  las tutorías, el paso a un segundo plano de la lección magistral, el uso de las nuevas tecnologías  o la mayor implicación en las  prácticas con las empresas… Y todo ello, sin recursos adicionales. Es admirable lo que se ha hecho, a coste menos cero. Es un  modelo en muchos aspectos próximo al de la UNED, que se está consolidando, y es difícil dar marcha atrás.

– Precisamente, ¿Cómo está la UNED?

– En clara progresión. Con un prestigio creciente en investigación, en docencia y en metodología, de referencia En el conjunto de nuestros programas tenemos cerca de 250.000 alumnos, 190.000 de ellos en enseñanzas de Grado y Posgrado. En los últimos cuatro años hemos crecido un 10% anual, lo que se traduce en 45.000 estudiantes más, cifra que no alcanzan ni de lejos muchas universidades presenciales.

– ¿Ha sufrido restricciones?

– La transferencia del Ministerio apenas se ha recortado, y eso quiero agradecerlo porque demuestra que hay sensibilidad hacia lo que aporta esta universidad. Como decía antes, el recorte diferenciado es prueba de que se aplican criterios razonables y no simplemente contables.

– ¿Cómo es la contribución del estudiante?

– Es la mayor de todas las universidades. Aunque las tasas son similares a las del resto de las universidades, los estudiantes asumen con sus matrículas un porcentaje sustancial del coste de su formación. La transferencia de la Administración es muy  inferior a la que reciben los campus presenciales. Es una Universidad más barata, porque su tamaño y metodología permiten economías de escala, pero no tanto. Profesores, tutores y personal de administración y servicios no damos abasto para absorber nuestro impresionante crecimiento.

– En algún momento se ha pensado que era una institución poco exigente…

– No es verdad, y esto ya lo sabe todo el mundo. Aprobar en la UNED es más difícil que hacerlo en una presencial. Nuestros títulos son cada vez más valorados en el mercado de trabajo. Nuestra enseñanza tiene el valor añadido de la disciplina, el esfuerzo y la capacidad de sacrificio. No hay que olvidar que gran parte de nuestros estudiantes ellos hacen compatibles sus estudios con otras tareas profesionales y familiares exigentes.

– ¿Y su dimensión internacional?

– Existe un serio peligro para los programas en el exterior. Por un lado, la supresión total de las subvenciones del Ministerio de Trabajo y Empleo nos deja sin opciones. Por otro, Exteriores quiere hacer lo mismo y esa decisión perjudica a nuestro centro de Guinea, donde fuimos porque el Gobierno quiso. Necesitamos que nos digan con claridad si quieren que sigamos en ese país africano, donde nuestra Universidad ha realizado una labor ingente.

Juan Antonio Gimeno

Catedrático de Economía Aplicada, afronta el tercio final de su segundo y último mandato como rector de la Universidad Nacional de Educación a  Distancia (UNED). Juan Antonio Gimeno ha situado a la institución, que cuenta con más 200.000 alumnos,  entre las mejores del mundo en su género. Es la única Universidad de enseñanza reglada que depende del Ministerio de Educción, pero no por ello recibe un trato excepcional. Antes bien, es la institución con un menor volumen de transferencia financiera por parte de la Administración correspondiente y sus alumnos son los que asumen el porcentaje más alto del coste de su formación.

Como todas las universidades, la UNED se enfrenta a los  efectos de la crisis económica y ve peligrar sus centros y programas en el extranjero por falta de financiación de los organismos correspondientes.

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11 pensamientos en “«La subida excesiva y desigual de tasas puede provocar el efecto contrario al que se busca»

  1. ENSEÑANZA para los ricos ,llevo tres años echando una matricula a un módulo superior a distancia y no logro entrar falta de plazas.

    Ahora en la UNED Y SUBE TODO Y NO PODRE ESTUDIAR , es curioso el único páis de Europa que no apoya la educación, para los ricos.Si fuese profesor pasaba la mano en los exámenes, no valoran ni al estudiante ni al profesor gracias.

  2. buenas, estudio en la UNED y francamente, estoy preocupada porque aún no sabemos nada de cómo nos va afectar la subida a nosotros. Aunque si como dice nuestro rector, nosotros pagamos más que el resto (en el computo de los gastos) entonces, no nos debería afectar a nosotros tanto esa subida, ¿no? si ya pagamos ese 20% 25% que dice el ministros…Además, hay que tener en cuenta que además de la matrícula en la UNED se pagan libros. Por ejemplo, este año de matrícula he pagado 800€, poco comparado con otras universidades, pero en libros me habré gastado unos 300€.

  3. Lo que realmente me preocupa del tema de los recortes y las reformas, es la siguiente cuestión: creo que a la hora de abordar reformas educativas se están sobre-imponiendo criterios económicos, cuando en una sociedad donde prime el principio de Igualdad de Oportunidades y Equidad; deberían de ser el Beneficio Social, el bien común y la cohesión integral de la ciudadanía, los únicos criterios que marcaran este tipo de políticas reformistas. Las personas debemos de ser algo más que meros números en una cuenta de resultados, pero matizo esta afirmación, en caso de considerarnos así (por estas políticas neoliberales, súbditos de los mercados especuladores) también se equivocan si apuestan por ahorrar en recursos económicos en el área educativa, porque el futuro y la riqueza de nuestro país (que lleva siendo, hace ya mucho tiempo, el presente en otros como Alemania, Francia, EE.UU, Japón…) es la investigación e innovación (¿Por qué en vez de producir, con lo cual nos limitamos a ser mano de obra sin más, no diseñamos y gestionamos?, el futuro es estar mejor formados para encontrar caminos alternativos a los que nos han traído a esta situación. Una sociedad bien educada y formada es una sociedad que afronta mejor los problemas y encuentra soluciones a los mismos. Por este motivo les diría a los actuales “representantes del pueblo” (que no se les olvide esto último, están ahí para trabajar por el bien de todos y cada uno de los ciudadanos) que invertir en educación es también productivo, que a largo plazo es la inversión más fiable y segura. Por último quisiera decir que nadie está en posesión de la única y autentica verdad, es por ello que ante la imposición debe primar el consenso, la comunicación y el diálogo.

  4. Es lamentable todo lo que está pasando. Soy alumna desde hace 7 años de la UNED, hice el acceso terminé una primera carrera y actualmente curso una segunda carrera que esperaba terminar, pero no se si podré.
    Siempre he sido buena estudiante, no me daba miedo estudiar, y saqué mi primera tirulación gracias a las becas, a pesar de que en la Uned, para tener beca debes aprobarlo todo desde siempre, al tener ya una titulación no tengo derecho a beca y esto es razonable. Pero podía hacer el esfuerzo económico con algunos apuros. Pero ahora no podré afrontarlo. Antes que quitarle a mi hijo su formación me lo quito yo así que así terminará mi historia formativa. Tanta formación tantos días estudiando…ni trabajo ni esperanzas ni ilusiones creyendo que al tener más formación tendría más posibilidades
    Es una pena, pero bueno…yo dejaré una titulación media me quedaré con 2º del grado de psicología hecho pero ¿y nuestros hijos?toda la vida intentado que nuestros hijos vean lo importante de la< formación, como amí me hicieron, y ahora quizas yo no pueda pagarsela.
    Y sin saber a que atenerte pues son mentiras una detrás de otra

  5. Soy estudiante de la UNED y el curso que viene sólo me matriculare de las que pueda pagar, este año han sido 8 él año próximo 3 ….
    Está no es la educación que quiero!

  6. Mucha gente de la que estudiaa base de becas, las utiliza para gastarselas en fiestas, compras, vacaciones, etc.

    Y todo para luego sacar un 5 … vergonzoso …

    A la gente que le dan beca le deben exigir muchisimo más que a la gente que no se la conceden.

    Si a las becas, pero no con un 5 …

  7. Esto es un verdadero desastre para los ciudadanos que dependemos de nosotros mismos, pues los pudientes ya pueden, o incluso crean sus propios guetos elitistas, además con incentivos públicos, o sea una vergüenza. El estado debe velar por el bienestar de los ciudadanos; volvemos a las cavernas, gente canalla las que nos administran para sí mismos, frito y corcho. Ojalá exista el infierno para estos indecentes desalmados.

  8. Lo único cierto es que esto sigue siendo España. Llevamos meses hablando de la subida de las tasas, protestando por la subida de las tasas, manifestandonos porla subida de las tasas ….. y todavía no sabemos a cuanto asciende la subida de las tasas. Lo típico: hablar, hablar, discutir, polemizar ….. pero sin datos, como siempre tocando de oido. Y otra cosa típica: Cada uno salva lo suyo, el que trabaja en sanidad dice que lo «único» que no se puede tocar es la sanidad, el que trabaja en educación dice lo propio sobre educación y si preguntamos al jardinero dirá que lo mas importante es que los parques estén en perfecto estado. Lo típico, todo el mundo pregunta: ¿Y de lo mio qué?.
    Creo que los árboles no nos dejan ver el bosque

  9. No estoy nada de acuerdo con la penalización a los repetidores de las asignaturas, especialmente en la UNED. Las segundas y terceras matriculas ya estaban más caras en cursos anteriores, sin contar que se da por hecho que repetir las asignaturas es culpa siempre de los estudiantes, cuando hay asignaturas con tasas de suspensos que pasan del 70%

  10. Estoy contigo Vicente, conozco compañer@s que no trabajan porque no quieren y «estudian» a base de becas, no tocan los libros hasta casi los exámenes y llevan chuletas a los mismos. Ésto no merece ser premiado. Creo que las becas se deberían conceder a quienes con su aprovechamiento den fé de su interés por aprender, o a quienes sus recursos económicos realmente no se lo permitan, siempre que su nota media sea sea superior a la del estudiante que sólo aspira a un 5. SÍ a apoyar el estudio, NO a apoyar la ociosidad

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