Los mercados europeos están cardiacos, hipersensibles, de los nervios. La subasta española se resolvió con una dignidad que nunca hubiera sospechado nadie en la víspera pero ni siquueira eso es capaz de tranquilizar un rato a los índices, que van y vienen en función del último dato, de la última noticia o del último rumor.
En realidad no sé de que nos extrañamos. Los europeos, tan amigos en teoría, llevamos ya dos años tirándonos pedradas a la cabeza los unos contra los otros y la última ha sido de consideración, cuando el Bundesbank ha pedido a España que solicite el rescate. Si el Bundesbank ve así las cosas, no es de extrañar que en el mundo nos vean exactamente como carne de cañón. Y bien, lo que se dice bien, no estamos. Pero al borde de un episodio a la griega creo honestamente que tampoco.
El caso es que el Ibex sí salió beneficiado de la subasta de letras y que incluso este factor fue muy bien acogido en el resto de Europa, pero al final los comentarios de Bernanke llevaron a una apertura negativa en Wall Street y terminó arrastrando a una Europa demasiado pendiente de todo y nada centrada en lo que debe centrarse, que no es la primera vez que Wall Street hace el amago para dejarnos con cara de tontos y termina saliendo por otro lado.
Al cierre, el Dax y el Ibex lograron aguantar en ganancias, frente a un FTSE que estuvo mal durante toda la sesión, mucho peor que las Bolsas del euro y un CAC que lleva ya dos días consecutivos con encefalograma plano si atendemos a los cierres. El Dax avanzó un 0,18%, el CAC perdió un 0,09%, el FTSE un 0o,59% y el Ibex ganó un 0,40%
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