Es realmente significativo que los índices americanos hayan recuperado al cierre la mitad de las pérdidas que llegaron a anotarse a media sesión y que incluso el Nasdaq Composite consiga un cierre por encima del precio de apertura. Lo quieren aguantar. Al otro lado del Atlántico no tienen el menor interés en seguir la estela europea, que saben perfecgtamente a donde conduce y no es eso lo que quieren quienes tienen que enfrentarse a unas elecciones en noviembre.

El caso es que Wall Street acusó el golpe de Draghi. Habían creído que tiene un plan y ahora resulta que el plan es que no hay plan hasta que no le llamen los gobiernos. ¿Les ha puesto un número 900 completamente gratuito? Lo digo porque con esto de los recortes, que no espere una llamada si no es o gratuita o a cobro revertido.

Para los americanos, en realidad, es el segundo golpe en dos días ya que muchos esperaban ayer a la Fed con los brazos abiertos en la creencia de que pondría en marcha nuevos estímulos. Y tampoco lo hizo. Eso sí, al menos no lanzó a todo el aparato de propaganda a crear expectativas.

La incógnita es saber por qué remaron en Estados Unidos, por qué sobre todo remaron en el Nasdaq y cuánto están dispuestos a remar en solitario toda vez que Europa ha escogido su propio, largo y tortuoso camino.

No evitaron su cuarto día de caídas, pero sí evitaron, cortaron de raíz, la posibilidad de que las pérdidas «se salieran de madre». Al final, todo controlado incluso el volumen, que fue decente a pesar de ser agosto. Ojo, solo he dicho decente. No me malinterpreten.

Al cierre, el Dow Jones cayó un 0,71%, el S&P 500 se dejó un 0,74% y el Nasdaq Composite limitó sus pérdidas al 0,36%. Está claro que lo quieren aguantar como sea. Otra cosa es que lo logren.