Los mercados europeos pueden decir misa y Wall Street seguirlos la estela a conveniencia. Incluso pueden intentar compartir excusas, pero está claro a estas alturas que el único que influye decisivamente en el mercado cuando las cosas se ponen feas es Ben Bernanke. E influye tanto en Europa como en Estados Unidos.

El jefe de la Fed ha dicho hoy al Congreso en una carta que la institución está preparada para poner en marcha nuevas medidas de estímulo y que se pondrán en marcha a medida que vayan resultando necesarias ya que hay margen para su implantación.

Y al mercado le ha gustado el soniquete de Bernanke. Es conocido, es incluso muy antiguo, pero al mercado le sigue encantando esto de que le digan que si las cosas se ponen feas ahí estará la Fed para echar un cable. Igualito que el BCE, exactamente igual.

En tiempos en los que confiar más allá de tus propias fuerzas es absolutamente estéril, Bernanke ha decidido que China y Europa representan riesgos tan elevados que hay que seguir alerta por si la situación se deteriorase hasta un punto en el que fueran necesarias nuevas medidas. No especificó cuándo se consideraría deteriorado el mercado pero a todos pareció darles igual: los índices se han disparado, posiblemente sin razón, pero también bajaron si, razón y nadie puso el grito en el cielo.

Oigan. Y de Grecia, ni una palabra. Al cierre, el Dow Jones avanzó un 0,77%, el S&P 500 un 0,65% y el Nasdaq Composite un 0,54%. Está visto que en Wall Street sólo influye Bernanke (y en Europa también)