Galopín: parques infantiles en los cinco continentes

04/12/2012

Lucía Martín. El esfuerzo y el tesón tienen recompensa. Y la historia de esta pyme gallega así lo demuestra.

En España, lo de fracasar en una aventura empresarial es un estigma que te acompaña el resto de la vida. En otras latitudes no, se ve como parte del aprendizaje, como una valiosa lección… Y en efecto, así es: les presento a José Manuel Iglesias, un “fracasado”, porque, como él mismo comenta: “mi compañera dice que soy el tipo que más ha fracasado en el mundo”.

La experiencia de este gallego es hoy, más que nunca, encomiable y digna de ser contada: actualmente está al frente de Galopín, fabricante de parques infantiles (sus parques están presentes en los cinco continentes) y un referente en su sector, exportando el 80% de lo que produce. Pero lo interesante de este empresario no es sólo dónde está ahora sino, sobre todo, cómo llegó hasta aquí. Iglesias primero fundó Impronta, dedicada a la confección de cuero y napa: “La monté con la capitalización del paro tras mi trabajo en una naviera. Eran confecciones artesanales pero el sector del cuero es muy cíclico, las prendas duran mucho y la gente se satura. Hice un amago de pasarme a la confección de prendas de motociclismo, pero ya había consumido mis ahorros. Pagué a mis empleados y a los proveedores, me quedaba al final un millón de las antiguas pesetas. Tenía tan baja la autoestima que no podía emprender nada nuevo ni siquiera buscar trabajo. Así que me fui a navegar en un barco prestado”, cuenta desdeLa Coruña.Cuandovolvió le quedaban 3.000 euros: “No sabía muy bien qué hacer y por casualidad me hablaron de una gente que tenía problemas en el montaje de juegos infantiles. Me ofrecí y lo hice durante un año, pero al cabo de ese tiempo la persona con la que trabajaba perdió la representación y otra vez me ví en la calle. Entonces pensé en fabricar mis propios juegos”, añade.

Prometeo se basa en la transparencia y la sencillez, permitiendo percibir el parque sin interferencias. Los premios la avalan como una obra de arte sobre la que se puede jugar.

Prometeo se basa en la transparencia y la sencillez, permitiendo percibir el parque sin interferencias. Los premios la avalan como una obra de arte sobre la que se puede jugar.

A los diez años, Galopín era ya el fabricante de parques infantiles más grande de España. Se acaban de llevar un premio nacional de diseño y sus creaciones han sido expuestas en museos de arte contemporáneo. Emplean a 70 personas y su última facturación ha sido de 12 millones de euros. La compañía también tiene una división de tratamiento de aguas, Gefico, que se dedica a las soluciones industriales para el tratamiento de agua. Entre sus clientes estánla Armadarusa (sus reactores nucleares se alimentan del agua que producen los evaporadores de la empresa gallega). Venden en China, India, Usa… “También, la industria petrolera del Offshore demanda nuestros equipos para plataformas de Malasia, Golfo de México, Brasil, Caspio, etc..”, explica.

Todo esto lo cuenta José Manuel desde la más grande humildad y modestia. Fe de ello es una anécdota que cuenta sobre un medio local que escribió sobre ellos, con un pomposo titular: “El nacimiento del nuevo Inditex”. “Me sentí horrorizado cuando lo vi, no tenemos nada que ver, ni en filosofía siquiera, nosotros somos menos que una hormiguita”, explica.

Pero, poco a poco, la hormiguita va tomando fuerza: en un mes inauguran fábrica nueva y no han dejado de contratar a lo largo de todo el año. ¿Objetivos? “Ultimar los sistemas de gestión, calidad y logística. Nos preocupa mucho no morir de éxito. No podemos crecer más hasta que tengamos bien ensayados los procesos que permitan asegurar la calidad de nuestros productos”. José Manuel aún recuerda el primer parque infantil que hizo de forma altruista en la aldea gallega donde vivía: aquel parque lo hicieron entre los vecinos, sin ayuda alguna, en una vieja escombrera: “He podido comprobar el enorme efecto que ha tenido en la autoestima de mi comunidad, el espacio publico es el mejor instrumento para mejorar el orgullo colectivo. Como decía Montesquieu, si queremos mejorar la cultura, la industria y las artes, hay que empezar por motivar la vanidad colectiva”, finaliza.

 

 

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