Y lo de extraño no fue sólo por la cercanía del vencimiento de futuros y opciones, o quizás sí. Extraño fue también reponerse del inverosímil comportamiento de los futuros americanos durante la noche europea:
Es el futuro del S&P 500 y refleja una caída de un 4% en apenas unos minutos. Otro «flash-crash». De nuevo culpan a la tecnología, a las máquinas, pero no es menos cierto que a esas horas se estaba comenzando a descontar el nuevo desencuentro entre Boehner y Obama y la negativa de los republicanos a presentar más alternativas, dejando la pelota en el lado de los demócratas.
El número es de consideración y los analistas empiezan a dar pábulo a la posibilidad de que el desacuerdo llegue a tal extremo que el Fiscal Cliff llegue a activarse mientras unos y otros siguen tirándose los trastos a la cabeza-
Con estos condicionantes, lo que cabe decir es que los mercados europeos resistieron admirablemente la presión y que sus pérdidas fueron mucho más moderadas de lo que cabía esperar, lo que significa que de alguna manera se mantiene el optimismo. Caso especial y aparte el del Ibex, que se permitió el lujo de cerrar en positivo contra viento y marea.
Puede ser que estemos ante el «momento del Ibex». Desconectado del resto de índices y bajista desde hace tiempo, el selectivo español parece querer luchar por recuperar la credibilidad. A fue que va a costar, porque lo que se pierde en un año cuesta lustros recuperarlo, pero por intentarlo que no quede.
Al cierre, el Dax perdió un 0,47%, el CAC un 0,15%, el FTSE un 0,31% y el Ibex avanzó un 0,32%. Sólo resistió el selectivo español, pero las caídas en el resto son mucho más moderadas de lo que cabía esperar.
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