No se votó la propuesta republicana de «Plan B» y Boehner ha dejado la pelota en el alero de los demócratas. Más concretamente, ha cargado toda la responsabilidad al presidente Obama y ha anunciado que los demócratas son quienes tienen que mover ficha ahora.

Al mercado le ha sentado bastante mal esta situación. Que el Plan B no iba a salir adelante estaba descontado, pero que los republicanos iban a forzar la situación hasta el límite de intentar votarlo en la Cámara no estaba tan previsto y, desde luego, que tras la negativa demócrata a apoyarlo se iban a «tirar al monte», mucho menos.

Y, claro, lo que ha pasado es que los índices han aprovechado la sesión para caer con fuerza, aunque el perfil no haya sido tan negativo como cabía prever dado que en la segunda parte de la sesión no sólo se han detenido, sino que han recuperado ligeramente desde los mínimos del día.

Pero la pregunta clave es ¿y el lunes?. Boehner ha matizado que seguirá trabajando a diario con Obama y los demócratas en busca de un acuerdo presupuestario que permita superar el abismo fiscal. ¿Es compatible eso con exigir a la otra parte que mueva ficha ahora? Es parte del juego político y lo realmente extraño es que no se haya roto ya la cuerda.

Mientras hay vida hay esperanza y aún quedan diez días, pero las cosas empiezan a tener mala pinta. Ya hay quien ve posible el no acuerdo en el plazo previsto y esa es una posibilidad terrorífica. Los índices quieren no creerse ese escenario y aún así hay experimentado un auténtico bajonazo. No quiero pensar dónde pueden caer si comienzan a sentir que es posible.

Al cierre, el Dow Jones, perdió un 0,91%, el S&P 500 un 0,94% y el Nasdaq Composite un 0,96%. Quedan diez días y a medida que vayan pasando sin acuerdo estas caídas pueden quedar en nada.