Es raro este empeño de abrir todos los días venga o no venga a cuento, pero más raro es que si existe el «calendario unificado» para unos sea más unificado que para otros. Alemania cierra porque sí y la media jornada allí donde hubo mercado no puede ni debe ser considerada una sesión digna de ser tenida en cuenta.

Por eso, que el Ibex haya subido (junto al CAC) apenas si trasciende a la condición de anécdota. Es para sacar poco pecho y más cuando el selectivo español cumple tras esta sesión su tercer año glorioso de pérdidas consecutivo. Ha transitado por lugares a los que no había regresado desde 2003 y sigue a la cola de los índices mundiales.

Eso sí, ha empezado a tener buena pinta. Antes o después tendrá que sacudirse las pérdidas de encima y si los políticos nos lo permiten todo parece indicar que quiere hacerlo en 2013. Pero, ya saben, cojan este vaticinio más como una prueba de mi permanente optimismo que como una realidad tangible.

Yo apostaría por el Ibex en 2013, pero son demasiados los flancos abiertos en la economía española y la confianza que me suscita nuestro Gobierno, nuestra oposición, toda la clase política en general y el alto funcionariado es tan escasa que cualquiera se fía de nada. Si miras los gráficos, parece. Si paseas por la calle, no lo parece ni por casualidad.

Volviendo a la jornada en sí, poca historia. Todo se movió al calor de lo que se contaba respecto a la negociación en Estados Unidos, con sprint final incluido cuando se habló de un acercamiento sustancial de las posturas de demócratas y republicanos. Pero como para fiarse…

Sin Dax, sin volumen y con una media sesión que transcurrió al calor de rumores y noticias, poco más se puede esperar. Si sube da exactamente igual que si baja. Al cierre, el FTSE se dejó un 0,47%, el CAC avanzó un 0,58% y el Ibex un 0,45%.

Feliz año