Por cuarta vez en los seis últimos años, el Senado ha pasado por el Presupuesto como el sol por el cristal: sin romperlo ni mancharlo. El veto –que equivale a una enmienda de devolución– que han formulado los grupos de la oposición ha permitido devolver las cuentas al Congreso sin examinarlas siquiera. La facilidad con la que sus señorías se quitan el trabajo de encima merecería el aplauso de Paul Lafargue o, al menos, una cita en su obra maestra: “El derecho a la pereza”. No quiere decir esto que los senadores no trabajen, que vaya si lo hacen. Pero son conscientes de la supeditación e inutilidad de su tarea como cámara de segunda lectura, pues con mucha frecuencia sus enmiendas quedan luego invalidadas por el Congreso.

Días atrás, examinando la tarea de la Cámara Alta, que ha celebrado 68 plenos en casi tres años de legislatura, conté 47 senadores que no han intervenido nunca en las sesiones plenarias; 27 que lo han hecho una vez; 16 que han hablado dos veces; 7 que han intervenido en tres ocasiones, y 27 que han tomado la palabra cuatro y cinco veces. Muchos de los silentes son alcaldes, concejales, ex presidentes de diputaciones y prebostes provinciales y regionales de los partidos que han encontrado en la cámara de segunda lectura su modus viviendi. Uno de los que nunca han intervenido en pleno ni en comisión es el senador Atalaya, guía turístico y actor.

La tramitación del Presupuesto dio el año pasado la oportunidad de intervenir a varios senadores que no habían podido hablar en el pleno en dos años. Pero en este curso no podrán ya defender enmienda alguna al Presupuesto en beneficio de la patria chica o de la grande, de modo que las posibilidades de salir en el Diario de Sesiones son ya escasísimas en lo que resta de legislatura. Entre los que han intervenido cuatro o cinco veces con preguntas al Gobierno, mociones y turnos a favor o en contra de textos legislativos se cuenta María Dolores de Cospedal. La secretaria general del PP puede decir que aventaja en tres alocuciones a la ex secretaria de organización del PSOE y ministra de Sanidad, Leire Pajín, quien sólo ha hablado una vez, en defensa de la ley del aborto.

El resumen de la contabilidad de urgencia ofrece el siguiente balance: de los 262 senadores elegidos por las circunscripciones provinciales y designados por las Comunidades Autónomas, 124, casi la mitad de la Cámara, pueden contar sus intervenciones plenarias sin necesidad de dedos o con los de una mano, lo cual, insisto, no significa que sus señorías no trabajen o que no cumplan con su obligación, aunque ésta sea la de votar para ahorrar esfuerzos.