Malditos bastardos inmigrantes

14/12/2010

diarioabierto.es.

La culta, la solidaria, la civilizada Europa no para. Con la excusa de igualar a los trabajadores inmigrantes con los trabajadores nacionales, el Parlamento Europeo aprobará, si Dios no lo remedia, lo que llaman una directiva que, en realidad, viene a recortar sus derechos.

Habrá inmigrantes de primera (pocos) e inmigrantes de tercera, cuarta o nada (muchos). Los segundos no tendrán los mismos derechos en pensiones, becas, protección social, educación o vivienda, por citar algunos. Son esos inmigrantes temporeros, trabajadores de lo que sea, que se verán sin los derechos no ya de los trabajadores del país de acogida, sino de sus mismos compañeros inmigrantes que tienen la suerte de contar con un contrato de trabajo fijo.

Esta es la Europa de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, la que decía que “Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos”. Pero eso fue en 1789. En el siglo XXI, en el 2010, los derechos son otros.

Es la Europa que colonizó y desangró a cientos de países, robó sus riquezas, esclavizó a sus gentes, se fortaleció en el dolor de los demás. Exportó su civilización a sangre y fuego. Destruyó culturas y arrasó religiones. La verdad es que seguimos en las mismas.

No sé que terminará ocurriendo. Pero me da una pena enorme que la Europa creada para la solidaridad, para mejorar la vida de los ciudadanos, sea capaz de cerrar sus puertas al hermano que ha cometido el delito de nacer fuera de sus fronteras. Vuelven los esclavos. Los trabajadores sin derechos, la mano de obra barata.

No importa que hayáis salvado nuestro sistema en las vacas flacas, de que hayais cotizado y sostenido la seguridad Social, de que hayáis cuidado a nuestros enfermos, de que hayáis llenado de humanidad nuestras tierras, de que os hayáis dejado la vida en los andamios.

Ya no os necesitamos, bastardos inmigrantes. Hicisteis los trabajos que nos negábamos a hacer nosotros. Aguantasteis salarios de mierda, contratos precarios, maltrato y desprecio. Pero ahora, con la crisis mordiéndonos el culo, queremos también esos trabajos. Y, lo más, lo más, aceptamos que os quedéis con las migajas, pero sin que podáis ir a las escuelas, sin que podáis tener casa, sin que podáis tener médicos y hospitales..

Y la Unión Europea, ese club civilizado y exquisito, quiere dejar claro que no sois iguales a nosotros, que sois más pobres, más incultos, más desgraciados. Y que hay que mantener las barreras para que nuestros ciudadanos les sigan votando. Sigan apaciguados y muertos. Para que sus ciudadanos no se quejen de que llenáis hospitales, de que estudiáis con becas, de que tenéis derecho a pensión.

Dios mío, qué tristeza. Europa retrocede. Y los mercados exigen nuevas medidas, que se rebajen las pensiones, que se cancelen derechos a los trabajadores, que se discrimine al ser humano por su lugar de nacimiento. Ya no es la Humanidad la patria del hombre.

Con Luis Antonio de Villena, yo no soy de esa Europa. Yo no soy de los suyos:

Usted comprenderá: yo nunca fui de los suyos.
He podido reír en una cena, aceptar un convite,
simular que estaba de acuerdo con el modo
eficaz en que han ido cuadriculando el mundo…
Ellos llaman Orden a su vida, y se ponen
palmas, insignias, construyen colegios, iglesias,
miran con respeto a las alturas jerárquicas,
emulan, engañan, se perdonan, bendicen…
Nunca fui de los suyos, pese a cierta apariencia.

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