César Nombela: «Necesitamos una nueva forma de gestión universitaria para rentabilizar mejor los recursos»

19/01/2013

Milagros Asenjo. “La reforma universitaria que prepara el Gobierno debe perseguir el apoyo a los departamentos que tienen más futuro y no proponer un desarrollo global, porque no se puede ser campeón en todo”, asegura César Nombela, nuevo rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).  

César Nombela

El nuevo rector de la UIMP es catedrático de Microbiología en la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense (UCM), en la que obtuvo la licenciatura en Farmacia y Ciencias Químicas. Se doctoró en la Universidad de Salamanca y realizó su formación posdoctoral con el Nobel Severo Ochoa en Estados  Unidos. Entre 2000  y 2006 ocupó la presidencia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y su dilatada carrera docente e investigadora está acreditada por más de 180 trabajos en revistas internacionales.

– ¿Qué supone para usted regir una institución tan singular como la UIMP?

–  Para una persona que, como yo, lleva muchos años en la docencia y la investigación supone un horizonte muy atractivo, en el que quiero volcar  toda mi experiencia docente, investigadora y de gestión, y en el que juega un papel importante la definición que hace de la UIMP su propio estatuto.

¿Cuál es su singularidad?

– Es una universidad de alta cultura para la promoción de la docencia y la investigación en cuestiones multidisciplinarias y en temas de frontera.

– ¿Qué objetivos se ha marcado?

– Quiero hacer honor al nombre de la institución y potenciar la dimensión internacional. Tenemos que ser más creativos en la internacionalización y en el desarrollo de enseñanza reglada, y lograr que las enseñanzas no regladas recojan temas de fronteras  y debates más actuales, los que interesan la sociedad española y, en general, al mundo.

– ¿Quiere decir que la UIMP apostará también por la enseñanza reglada?

– En efecto. Ya se han incoado algunas líneas y quiero seguir profundizando en ellas. Por ejemplo, añadir a la enseñanza no reglada, característica conocida de la organización desde los años 30, algunos posgrados muy estructurados de acuerdo con las normas  vigentes, másteres, títulos propios y algún programa de Doctorado. Tenemos que plantearnos estos objetivos en una Universidad como esta que tiene esa flexibilidad de poder desarrollar tareas nuevas sin estar sometida a planes más establecidos.

– ¿Es este el mejor momento para nuevos proyectos?

– El abanico de posibilidades es grande, pero yo soy consciente de que el momento actual es difícil en cuanto a la disponibilidad de recursos y, por tanto, es preciso aplicar la mayor inteligencia posible  al desarrollo de estas actividades. No ignoro que he llegado en una situación de austeridad, pero cuento con el trabajo de saneamiento económico realizado por mi antecesor, Salvador Ordoñez.

– La  UIMP tiene un presupuesto definido en los Presupuestos Generales del Estado, pero es una universidad que se sustenta muy sustancialmente en el patrocinio…

– La definición de esta universidad es buscar patrocinios que sean verdaderas colaboraciones y que los patrocinadores encuentren interés en su ámbito de para desarrollar proyectos universitarios, atractivos y rentables. Ciertamente, tenemos que seguir recurriendo a patrocinadores, también en el sector privado, y queremos plantear una colaboración que no sea un mero patrocino a fondo perdido sino que tenga el retorno y el interés que los colaboradores busquen a la hora de contribuir al desarrollo social y empresarial.

– ¿La internacionalización buscará nuevas fronteras en países emergentes?

– Cada vez más, las universidades tiene esa visión internacional en el sentido de universal. Por tanto, buscar ese tipo de colaboración y proyectarla al ámbito mundial es un objetivo. Ese proceso  tendrá que llevarse  a cabo de modo realista y gradual, pero hemos de buscarlo tanto en los ámbitos más desarrollados, como Estados Unidos o Japón, como en los emergentes. Sin embargo, estas previsiones no suponen, ni mucho menos, perder las raíces porque todo lo que tiene carácter universal tiene que estar bien enraizado. La  UIMP tiene ese enraizamiento en su carácter fundacional como institución para impartir cursos de verano, en su nombre -Menéndez Pelayo- y en sus profundas raíces. Además, mantiene una estrecha vinculación con Santander y Cantabria y cuenta con otras sedes importantes. Todo ello debe suponer un impulso para una mayor internacionalización.

– Hablemos de la Universidad española en su conjunto. La crisis económica se ha cebado de forma muy llamativa en sus campus y los rectores hablan de momentos muy críticos. ¿Qué modelo de financiación le parece  más adecuado a los tiempos que corren?

– La financiación de la Universidad, y más en concreto la de titularidad pública, debe proceder de lo que aporta el sector público y de los servicios que preste en función de la calidad que ofrezca. Vivimos un momento de restricciones que obligan a una cuestión clara y por la que yo vengo abogando desde hace largo tiempo. La Universidad pública debe rendir cuenta y razón de los recursos que recibe ante la sociedad que la sostiene. Y eso debe suponer un empleo eficaz de los medios, un empleo que esté en función  de los resultados y eso exige una evolución con respecto al modelo actual. En este sentido entiendo que la autonomía universitaria no siempre  tiene que significar una autogestión basada en el interés interno sino la capacidad de desarrollar una tarea de calidad con las máximas aspiraciones de excelencia, y adaptar su prestación a las exigencias de la sociedad.

– ¿No podrían encerrar estos planteamientos el riesgo de mercantilismo?

– No porque al tarea fundamental de la Universidad es la formación y la creación de conocimiento pero acorde con las necesidades del momento y con un alto nivel de exigencia. Dicho esto, en el panorama universitario español habrá evoluciones y tendrá que lograrse una cierta especialización. No  se puede ser campeón en todo. Esa especialización va a ser una demanda cada vez más creciente. Y es que las universidades deben valorarse interna y externamente por la calidad de sus grupos.

– Esas evoluciones parece que se están diseñando en el grupo de trabajo nombrado por el Gobierno para fijar las bases de la reforma universitaria. ¿Qué espera usted de ella?

– Espero ese informe con muchísimo interés. La reforma debe perseguir el apoyo a los departamentos y a los grupos que tiene más futuro; esa es la reestructuración necesaria y no plantear un desarrollo global de todo, en todas las universidades.

– ¿Hay que reestructurar las universidades?

Las universidades han crecido de un modo no demasiado ordenado y el actual momento exige una reforma con carácter imprescindible. Tenemos más recursos humanos que nunca en la Universidad, pero no todo el personal es igualmente productivo y hay muchos parámetros que así lo indican.

– Llegados a este punto, ¿qué tiene que decir sobre los rankings universitarios?

– Tal como se están formulando, los rankings globales no dan las claves para mejorar, no dejan de ser parciales, aunque se deben tener en cuenta. Se habla de cuantas universidades españolas, e incluso europeas, ocupan lugares destacados en esos rankings, pero los parámetros globales que se aplican no deparan percepciones claras, porque el potencial de nuestras universidades es mucho mayor que el que deparan las valoraciones  generalistas. Habría que evaluar departamentos o áreas concretas. La política de gestión tiene que abundar en ir en la corrección o potenciación de departamentos enteros atendiendo a las demandas y exigencias de la política educativa del país. Esto no es nuevo, los países de nuestro entorno priman la excelencia y la eficacia y llegan incluso a cerrar o abrir departamentos y a dotar económicamente mejor a determinadas universidades. Se trata de fomentar el desarrollo de aquello en lo que las instituciones poseen una capacidad docente e investigadora más fuerte.

– ¿Puede la universidad española soportar más recortes?

– Ciertamente, todos esperamos que estemos tocando fondo y que los recursos comiencen a fluir con más intensidad, pero estoy convencido de que tendrán que aprovecharse mejor.

 – Otro aspecto de la reforma lo constituye el acceso a la universidad, ¿cómo lo ve en el futuro inmediato?

– Estoy a favor de que cada universidad desarrolle sus propias pruebas, para que se produzca una buena selección y una mejor orientación del estudiante. Eso sí, debe ser una fórmula bien regulada y que no suponga privilegios. El alumno que accede a la universidad necesita una mejor orientación sobre sus capacidades para no guiarse por las titulaciones más brillantes, más demandas en un determinado momento, o por cualquier otro estereotipo

-Usted ha dedicado su vida al mundo académico e investigador y ha  presidio el CSIC, ¿cómo valora la investigación en España?

-Hay una línea marcada que viene de lejos. Desde  2007 se interrumpió un proceso de incremento de la inversión en I+D, que había crecido cada ejercicio entre un 10 y un 15%.  Por tanto, el estancamiento y la caída cercenaron el esfuerzo. El actual Gobierno tiene el reto de corregir esa tendencia y lograr ese segundo despegue que necesita la investigación, que no es tanto la cantidad de la producción, como la calidad, el impacto y sobre todo el aprovechamiento.

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