La reacción de los inversores institucionales extranjero, también la de los españoles, ante las numerosas emisiones de grandes empresas españolas es excelente y todas las operaciones han contado con más demanda de la prevista y a un coste inferior a la media de la deuda que acumulan. En esa misma línea se sitúa la obtenida ayer por Iberdrola en la emisión de bonos por 1.000 millones de euros – la demanda superó en 2,5 veces la oferta inicial-, lo que le ha permitido cerrar la operación con un diferencial de 205 puntos sobre el midswap, mientras que el cupón se ha elevado  al 3,5%, con lo que iguala los más bajos obtenidos por la eléctrica en transacciones en euros.

Los bonos, que tienen vencimiento en febrero de 2021, han sido colocados básicamente entre inversores extranjeros, de los 279 que han adquirido estos activos financieros de la eléctrica, más del 80% eran del exterior.

Pero además de estos números, hay otros datos que muestran la repercusión de esta transacción realizada al calor de la apertura del mercado para el «papel» emitido por las grandes compañías españolas. Y estos se refieren a la mejora de la estructura financiera. Como señala Iberdrola, el objetivo de la emisión que se enmarca en una operación de intercambio de bonos es la ampliación de la duración de la deuda al laminar los vencimientos de los próximos dos años. Y también elevar la liquidez que, a 30 de septiembre, se elevaba a 11.311 millones de euros y era suficiente para atender los compromisos financieros de tres años.

El grupo que preside Ignacio Galán cerró el pasado octubre una emisión de 400 millones y un crédito sindicado a cinco años en mayo por 1.000 millones. La brasileña Teles Pires logró 650 millones de reales y Scottish Power, 350 millones de libras.