El guirigay catalán

24/01/2013

Josep M. Orta.

La votación del miércoles en el Parlament ha provocado significativas sorpresas no por el resultado de la votación que estaba cantado sino por las consecuencias que ha tenido en los diferentes partidos.

La crisis que la noche del lunes abrió CDC de Barcelona con sus acusaciones a Josep Antoni Duran Lleida de boicotear el proyecto independentista y que provocaron una airada reacción de los democristianos. Algunos –los que no conocen la historia de ambasformaciones- interpretaron ingenuamente que la coalición estaba al borde de la ruptura mientras que los que siguen las interioridades de la política catalana sólo se trataba del enésimo enfrentamiento entre los dos socios coaligados que se desvanece de la misma manera que surge.

Al fin y al cabo UDC no ha pasado nunca la prueba del nueve de las urnas y fue el  empeño de Jordi Pujol de regalarles el 25% de los puestos electorales en homenaje a su actuación durante el franquismo. Los democristianos tienen poca militancia y esta bicoca de coalición algunos la han aprovechado para ascender políticamente con gran rapidez. Lo que sí es verdad es el recelo que en las bases convergentes provoca muchas actitudes de Duran Lleida, pero la sangre nunca llega al rio y todo se queda en titulares más o menos llamativos en la prensa.

Más significativo es la situación del PSC. Cosechando revés electoral tras revés electoral no sólo se ha quedado sin discurso si no que han propiciado una serie división interna. Tanto el PP como Ciudadanos acogieron con un “bienvenidos a la democracia y al estado de derecho” el anunció del líder de los socialistas catalanes Pere Navarro de que su formación daría el no a la proclama soberanista. Éste vio cómo cinco de sus veinte diputados no seguían las consignas del partido y se abstenían de votar. Esto era un gesto que no tardó en ser seguidos por significativos dirigentes del sector nacionalista del partido (que se vio fuertemente castigado por la dirección en la elaboración de las listas) respaldando la actitud del “clan de los cinco” y reivindicando que el partido debía apoyar con sus votos la consulta. “Nunca un secretario general ha roto tantos puentes” señaló la ex consejera y ex diputada Montserrat Tura al tiempo que se hacía público un comunicado con notables figuras del partido, empezando por el que fue portavoz en la pasada legislatura, Joaquim Nadal (que dimitió de sus puestos en la dirección), el antiguo primer secretario Raimon Obiols, la eurodiputada Maria Badia…”rechazando implícitamente la imposición de la dirección para que se votará “no”.

Tras el enfado y la amenaza de sanciones de la dirección, los representantes socialistas en la diputación de Lleida volvieron a romper la disciplina de voto impuesta por la dirección y avalaron o se abstuvieron en la votación en la diputación de Lleida en la que apoyaba la declaración del Parlament. Por cierto estas mociones de respaldo se multiplicarán en numerosos ayuntamientos.

El sector oficial asegura que “está deprimido” por la situación mientras se levantan voces reclamando la resurrección del PSOE catalán. Conclusión, la votación del Parlament ha servido para dividir significativamente el partido y para que algunos expresaran sus temores de que “lejos de ser un partido de gobierno queden reducidos a una fuerza testimonial”.

Tampoco el PP catalán ha salido airoso de este envite, por que ha quedado claro que tras el pacto entre CiU y ERC, su papel en la política catalana vuelve a ser testimonial y ha de cuidarse mucho de no sufrir una sangría de votos hacia la otra formación españolista que es Ciutadans.

Lo que está claro que las dos principales fuerzas políticas del Estado español (PP y PSOE) en Catalunya tienen un papel de figurantes ante el nuevo mapa político. Ello puede ser un problema más grave que la declaración independentista, por que la correlación de fuerzas en el Parlament no tiene nada que ver con las existentes en el Congreso. Ello dificulta cualquier tipo de negociación.

Mientras, contra lo que sueñan muchos, el pacto CiU-ERC parece más estable que nunca, la crisis está en las fuerzas que se oponen a los proyectos de Artur Mas  y los que esperaban la caída del president y con ella la solución del problema, parece que –como mínimo-tendrán que esperar.

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