El hombre que casi conoció a Michi Panero

25/01/2013

Daniel Serrano.  “El periodismo musical consiste en gente que no saber escribir entrevistando a gente que no sabe hablar para gente que no sabe leer” sostenía el ínclito Frank Zappa.

  “El periodismo musical consiste en gente que no saber escribir entrevistando a gente que no sabe hablar para gente que no sabe leer” sostenía el ínclito Frank Zappa. Gracias al Cielo (donde Elvis y Morrison comparten anfetaminas con Kurt Cobain) existen Kiko Amat, Nick Hornby, Diego A. Manrique y algún otro presto a desmentir el sarcasmo del fenecido rockero bigotudo. Y no está nada mal (como ejemplo) esta biografía parcial firmada por Carlos Prieto y protagonizada por uno de nuestros grandes trovadores pop: Nacho Vegas. Cajas de música difíciles de parar o el desencanto de Nacho Vegas es el título, con referencia (cómo no) a los Panero y el celuloide que los convirtió en leyenda.

Nacho Vegas cuenta aquí todo lo que ha contado en sus canciones con más detalle aún si cabe, teniendo en cuenta que el exhibicionismo es una de sus señas de identidad y cualquiera que haya escuchado sus canciones sabe que fue heroinómano y compartió lecho con la bellísima Christina Rosenvinge y salió hasta en el Cuore.

“Y unos me llaman chaval/ y otros me dicen caballero./Algunos no se han querido pronunciar” canta el asturiano y yo mismo suscribiría esos versos ya a estas edades cuasiprovectas y pretendiendo seguir el ejemplo virtuoso de los Alphaville y permanecer Forever Young hasta la mismísima muerte.

Es este un excelente ensayo, crudo y sincero. Y (de paso y en cierto sentido) un ajuste de cuentas con la idiotez del indie nacional, empeñado en pervivir en una pubertad sin compromisos ideológicos ni de cualquier otra índole, todo jaja jiji y letras en un inglés macarrónico sin sentido final. El rock (o el pop) en España está marcado por la autoparodia y basta con leer el Rockdelux para avistar a todo tipo de imitadores de la Velvet, Aviador Dro y La Romántica Banda Local que hacen del manierismo su bandera.

Nacho Vegas es uno de nuestros grandes creadores y cuando sea realmente viejo se convertirá en un Leonard Cohen venerado por las publicaciones especializadas. Se le venera ya, dirán algunos. Sí, pero como él mismo explica, no ha sido fácil su camino, ya que los puristas, cuando saltó del rock a una canción de autor de corte vanguardista, alzaron la ceja y le acusaron de haberse pasado al bando de Luis Eduardo Aute y otros presuntos infames.

Carlos Prieto relata ese proceso de cambio y la cara yonki y menos amable del personaje y cómo la gracieta del artista drogadicto casi le trasnforma en un imbécil y ubica en un contexto muy concreto su periplo vital. Verdaderamente interesante y conmovedora resulta la historia del padre de Nacho Vegas, uno de esos izquierdistas triturados por las renuncias de un PSOE triunfante que convirtió Asturias (y otros lugares) en un erial industrial mediante una reconversión salvaje. Una persona (el padre de Nacho) seguramente digna y honesta a la cual sus fidelidades de partido o generacionales obligaron a ejecutar acciones abyectas y cuya conciencia no pudo con tanta miseria.

No es habitual que en un libro de pop o rock se hable de política. De hecho, los críticos de pop y rock suelen ser analfabetos políticos y tienden, simplemente, a apuntarse a la última corriente de moda y sus análisis son de tal grado de puerilidad que asusta. Carlos Prieto no es de esos. Carlos Prieto (supongo) no hubiera suscrito la tesis de  un artículo que leí hace poco donde se afirmaba rotundamente que Pitbull es de una modernidad rabiosa. Aaaarg.

Si no conocen a Nacho Vegas, debieran. Su música, sus letras, su ironía, su impudicia, su valor a la hora de asumir todo tipo de tradiciones musicales. Son valores a reconocer y (se habrán dado cuenta) a mí me llegan muy hondo. Y este ensayo biográfico me acerca aún más al personaje y me gusta que el rock sea literatura que nos alimenta.

Escribió (más o menos) Kiko Amat que la diferencia entre la generación treintañera o cuarentona y las que han venido luego es que la pasión por la música ha decrecido y que ya nadie llama por teléfono de madrugada a un amigo para reclamarle que escuche urgentemente una canción que le ha cambiado la vida. O tal vez sí, no seamos abuelos Cebolleta. Supongo que la música sigue llegándonos muy dentro, tengamos la edad que tengamos.

En cualquier caso, si conocen a Nacho Vegas lean este libro y si no tienen conocimiento de tal personaje, busquen sus creaciones.

“¿Qué queréis de mí?/decidme de una vez/ ¿Es mi alma o es mi dinero?” clama el hombre que casi conoció a Michi Panero. Lo canta y esa canción (y otras muchas canciones) es lo que Carlos Prieto ha convertido en un ensayo ejemplar.

Cajas de música difíciles de parar o el desencanto de Nacho Vegas. Carlos Prieto. Lengua de Trapo. 204 páginas.

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