IAG no está dispuesto a esperar y ha convocado un consejo extraordinario para el 1 de febrero, sólo 24 horas después de que culmine el plazo que se ha dado a la dirección de Iberia para que alcance un acuerdo con los sindicatos. El panorama no puede ser más adverso para la compañía española que se encuentra entre la espada y la pared: con los trabajadores que apenar admiten el llamado plan B, en el que «ablandan» algunos de los aspectos del programa de transformación original y la posición contraria a cualquier cesión de los consejeros y directivos de IAG y Bristish Airways. Por su parte, el Ejecutivo español no parece dispuesto a aceptar el programa original, y su opinión se mostró en las intervenciones de algunos de los consejeros españoles en el consejo celebrado ayer.

La reunión de ayer sirvió además para que Willie Walsh, consejero delegado de IAG, reiterase el objetivo de que Iberia deje de perder dinero en tres años y que en ese plazo alcance un beneficio de 300 millones de euros, frente las perdidas que superarán los 360 millones en el ejercicio de 2012. El mensaje quedó claro: sólo se admiten cambios en el plan si se logran esas metas. Y otro: Iberia no tiene el más mínimo futuro sin esa reestructuración.

Además de mostrarse una cierta unidad entre los consejeros españoles, aunque no todos   defienden la misma posición, quedó claro que el plazo se agota y que Rafael Sanchez-Lozano, consejero delegado de Iberia, sobre quien recae el peso de la defensa del plan B,  tiene un escaso margen de maniobra.