La exposición «Naturalezas vivas» acaba de llegar al Espacio de las artes de El Corte Inglés, una comunión perfecta entre los dibujos y grabados botánicos de Marta Chirino y la escultura de Rafael Muyor. Serenidad casi en movimiento, llena de poesía y armonía.

La vegetación de Rafael Muyor escala paredes, se suspende en el aire y se enreda ante la calma minuciosa de las flores de Marta Chirino. Es un homenaje a lanaturalesa y sus elementos desde el prisma del arte. Los dibujos y grabados se ensamblan en el bronce,que se doblega en forma de hojas casi sopladas por el viento, o unidas cual enredadera.

La escultura de Muyor,volcada siempre en los estudios botánicos del artista, reflejan el otoño esculpido en un bronce pintado con la delicadeza de una hoja de cualquier árbol que parece que puede quebrarse, pegada a la poesía de Neruda,Lorca, Alberti, Rosalía de Castro o Unamuno. Hojas en espiral o tapizando un muro, casi sobrevolando o escondidas haciendo un laberinto tupido y enigmático. Y también de su primera etapa, una naranja abierta en gajos bronceados, como la granada o el melón dispuesto para ser degustados.

Pero si los detalles en las esculturas de Muyor están en cada centímetro de cada obra, en los grabados y dibujos de Marta Chirino están en el milímetro, casi imperceptible al ojo humano. Lirios en los que casi puede verse como la sabia recurre sus pétalos y hojas, en una delicadeza perfecta, lograda a base de horas y horas de trabajo. No es de extrañar que Chirino sea también ilustradora científica en proyectos de investigación de gran relevancia, tanto en el ámbito nacional como internacional. De sus finos trazos nacen flores nacidas en la propia naturaleza, que como ella conmueven y nos acercan la calma.

Esculturas, bocetos y dibujos son una puerta al campo, en que como la directora de la Exposición, María Porto, explica, la técnica se convierte en poesía, y la «obsesión» de Muyor con el tiempo y el otoño se traduce en el tiempo infinito que muestra una espiral de hojas entredadas sin fin. Chirino y Muyor logran poner en sus obras la sensibilidad de la naturaleza, a través de una muestra en que cada pieza forma parte de un todo, como un jardín que ha encontrado la armonía y el equilibrio, sin que con ello cada obra pierda su individualidad.

Muyor y Chirino lograr que las obras dialoguen y se complementen, cada uno con su lenguaje y material propio, pese a que la escultura sea en tres dimensiones y los bocetos y dibujos tengan dos dimensiones… porque como uno de los títulos de Muyor anuncia -citando un verso de Federico García Lorca- «Acaso las hojas, mecidas de luna, pierdan la ilusión de la primavera»… y todo porque «Ahora quisiera meditar, recogerme, olvidar, ser hoja del olvido», el título de otra de sus esculturas evocando verso de José Hierro.