Frente a la mayoría absoluta

01/02/2013

Joaquín Pérez Azaústre.

Soraya Sáenz de Santamaría es la confianza de Mariano Rajoy. Sólo hace falta ver la retransmisión de cualquier pleno para apreciar su atenta cercanía, cómo se proyecta un compañerismo que tiene una mezcla de lealtad y de pasión materna. La seguridad que Mariano Rajoy pueda tener en sí mismo, y cómo sienta su espalda recubierta dentro de las trincheras del partido, se debe a Soraya Sáenz de Santamaría.

Frente al escándalo del caso Bárcenas y una posible contabilidad fraudulenta dentro del PP, con presuntos pagos de abultadas cantidades a los dirigentes del partido sin declarar a Hacienda, esto es, dinero negro puro, ha dicho Soraya Sáenz de Santamaría que éste es “un Gobierno tranquilo”, como si el asunto no le preocupara y ella estuviera, precisamente, instalada en la tranquilidad. “Un Gobierno tranquilo” lo es, esencialmente y en este caso, por ser el resultado de una mayoría absoluta, y poder gobernar sin tener que dar cuenta a ningún grupo parlamentario. Pero olvida Sáenz de Santamaría que una mayoría absoluta es únicamente eso, pero no un cheque en blanco para gobernarnos de cualquier manera. Ateniéndonos a la teoría política, los ciudadanos eligieron, en todo caso, una lista, no un Gobierno. Y si ese Gobierno, nombrado por el líder del PP, fuera corrupto, empezando por él mismo, no podrá continuar gobernando en unas circunstancias tan lejanas al impulso que movió a los españoles al votarlos.

Aunque no tengamos instrumentos de defensa inmediata, más allá de la voluntad de la Fiscalía, no necesariamente tenemos que encontrarnos indefensos ante las mayorías absolutas. Estamos en el peor momento para esta situación, pero si se demuestra la aceptación de pagos ilegales por parte de miembros del Gobierno, tengan o no tengan mayoría absoluta, tendrán que dimitir del ejercicio de sus funciones públicas y afrontar sus responsabilidades penales. Esto es lo que parece no entender Soraya Sáenz de Santamaría, que en su afán por cubrir la sombra titubeante de Mariano Rajoy alude a su experiencia de doce años con él, que nadie le discute, aunque quede en suspenso mientras se dilucida el caso Bárcenas. La fidelidad orgánica de esta mujer no debe hacerle olvidar una verdad superior: que, por mucho que le deba a Mariano Rajoy, desde el momento en que fue elegida representante de la ciudadanía, tanto ella como el resto del Gobierno nos debe, a nosotros, una fidelidad infinitamente mayor que a su propia biografía política.

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