Esther Alcocer Koplowitz, 41 años, se convierte en la presidenta más joven del Ibex. No es una recién llegada a FCC, ya que pasa de la vicepresidencia segunda que ocupaba hasta ahora, al primer puesto no ejecutivo de la empresa española. Su nombramiento responde a una apuesta firme y clara de la voluntad de la familia Koplowitz-Alcocer de seguir siendo los accionistas mayoritarios de FCC y de su apuesta por el futuro de la empresa que se ha convertido en una multinacional. Esa continuidad ha jugado a favor de situar al frente de FCC a la candidata lógica, la primogénita, en lugar de la otra apuesta esperada, que la matriarca asumiera una presidencia no ejecutiva.
Esther Alcocer Koplowitz es la nueva presidente no sólo por ser accionista, que lo es, o por estar bien preparada, que también, sino además porque lleva en la sangre a FCC y su peculiar estilo y cultura empresarial, algo que aprecia y cultiva toda la empresa.
Su nombramiento tampoco significa que Esther, madre, se retire. No, digamos que cede la relevancia social, que un cargo así conlleva, a su hija mayor, pero que nadie piense que es un mero relevo generacional. Esther Koplowitz se mantiene donde estaba, en su puesto de Vicepresidenta primera. Las otras dos hijas, Alicia y Carmen, siguen siendo consejeras. La sociedad B-1998 que controla el 53,90 % de FCC, sigue siendo al 90% de Esther Koplowitz, el 10 por ciento restante se lo reparten bodegas Faustino y la familia Aguinaga. Esther Alcocer es consejera de B-1998. FCC seguirá apostando por la internacionalización y la diversificación, en un momento de gran competencia y de retos importantes, entre los que destacan la reducción de deuda y la concentración en las áreas de negocio con mayores sinergias.
Esther Alcocer Koplowitz, Madrid, 10.11.1970, cuya lealtad con la empresa es a largo plazo, sustituye a Baldomero Falcones, que pasa a la Fundación Esther Koplowitz. Es licenciada en derecho, domina el inglés y el francés, tiene un postgrado en el IESE y es consejera de varias empresas, y procura conciliar una familia numerosa de tres hijos, Esther, Carmen y Pablo, fruto de su matrimonio con el empresario hostelero e inmobiliario, Pablo Santos, con el que se casó el 27 de julio de 1993, al cumplir los 20 años.
Curiosamente, la nueva presidenta no ejecutiva, se estrenó en el Banco Zaragozano que presidía su padre Alberto Alcocer, antes de entrar en FCC. Ahora es también consejera de Cementos Portland Valderrivas, Realia y Globalvía y, aunque Torre Picasso fue vendida hace dos años, aún mantiene un despacho en la planta 43 y allí es donde está la secretaria, que comparte, igual que el despacho, con las hermanas y la madre, pero donde para poco, apenas para asistir una vez al mes a los consejos de administración y a las comisiones, y una vez cada 15 días a las reuniones del Comité de dirección. Están pendientes del traslado de las oficinas a Las Tablas.
De Esther Alcocer resaltan que es abierta, humilde, muy trabajadora, una madraza y buena persona y no sólo porque lo digan sus cercanos, sino porque los hechos dan la razón. Se implica hasta tal punto en la fundación que puso en marcha Esther Koplowitz, y que se alimenta con su dinero personal, no el de la empresa, que es parte activa. Organizan en sus Residencias meriendas, charlas, recitales, e incluso bailes, en los que actúan las propias nietas de la matriarca del clan. Ya sólo la escultura que Ávalos hizo de las tres hijas en una misma pieza con los nombres de Esther, Alicia y Carmen, es una señal. Son una piña que gira en torno a una madre que es un ser extraordinario, y además, ese matriarcado de mujeres es muy casero. Todo se celebra de puertas para dentro y especialmente, en la finca La Gata, ubicada en Ciudad Real. A esa propiedad familiar, es normal que vaya de avanzadilla la abuela Esther, con los perros, algún nieto y luego, se incorporan las hijas con los maridos. La matriarca, Esther Koplowitz, se quejará a veces de que le gustaría a veces estar sola- hace cuatro años que se separó del Marqués de Griñon-, pero esa gran familia que la rodea se lo pone muy difícil y además, seguro que lo dice con la boca pequeña. Una mujer que conoce por su nombre a muchos de los ancianos que viven en la residencia que construyó en Collado Villalba de Madrid y que demuestra preocuparse por todos los que la rodean o incluso por gente que no conoce, es imposible que quiera estar sola.
Con Esther Koplowitz vigilante en su puesto de vicepresidenta primera, Esther Alcocer, que siente devoción por su madre, de la que también ha heredado un sentido estético- las dos son tremendamente coquetas- tendrá que seguir buscando huecos para conciliar su nuevo reto y la vida familiar, como hasta ahora, y por ejemplo, seguirá encontrando tiempo para asistir a las representaciones escolares de esas clases de baile a las que acuden las niñas o para esquiar todos juntos en Baqueira Beret.
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