Posiblemente a más de uno le de pereza hacerse cuarenta mil kilómetros con sus correspondientes quince horas de avión para unos días de descanso en Tailandia. Sin embargo, sueña con su frondosa vegetación, con experimentar –aunque sea una vez en la vida- el que llaman “lujo asiático”, su exquisita comida picante e incluso, le han hablado del masaje thai y quiere vivir esa realidad sobre su cuerpo. Pues hay un lugar a veinte minutos de Alicante, llamado Barceló Asia Gardens con 370.000 kilómetros de propiedad –equivalente a 50 campos de fútbol- donde es posible. En siete construcciones se distribuyen 312 habitaciones de diferentes estilos, colores y todas con terraza levantadas por el arquitecto chileno Cristian Larrain y decoradas por Begoña Zunzunegui, una de las mayores expertas en decoración oriental. En esa réplica asiática, rodeada por dos campos de golf y pegada a Terra Mítica, se puede practicar paddel, montar en bicicleta o hacer submarinismo en las piscinas, algunas de color esmeralda. A las mascotas no las dejan entrar y los niños están controlados, en sus propias actividades, para que no perturben la paz del resort. A los padres les da la vida el miniclub, ese lugar donde se hacen cargo de sus hijos durante seis o siete horas diarias, y, los que no van acompañados por criaturas, les están también infinitamente agradecidos al no tener que compartir los jolgorios de los pequeños sino el merecido descanso de los padres. Los adictos a internet, son felices porque el wifi libre funciona por todos los rincones y los aficionados a la jardinería disfrutan descubriendo especies asiáticas por el vergel que rodea la propiedad, como los bonsáis milenarios. La parte gastronómica tampoco se descuida. Los restaurantes aportan también su grano de arena a la evasión y lo mejor es descubrirlos personalmente. Sin condicionamientos.

Y cuando uno se tumba en alguna de las siete piscinas exteriores –dos de ellas climatizadas a 28 grados-, con una piña colada fresquísima y amenizada con una ligera música balinesa que es lo mejor para equilibrar al yin con el yan, tiene la certeza que esto es lo que llaman lujo asiático. Claro, que lo mejor está por llegar. La experiencia extrasensorial se vive en el Thai Spa, donde doce terapeutas tailandesas, diminutas pero con la fuerza de un elefante, formadas en el templo de Wat Pho –la escuela más prestigiosa de Bangkok- despliegan sus mejores conocimientos sobre los cuerpos más estresados y acartonados. Ellas obran el milagro de devolverle la flexibilidad e incluso de recuperar movimientos que el cuerpo había olvidado. Este yoga para perezosos es sublime y más si te lo dan dentro de una pagoda elevada sobre los jardines. Oyendo rumores de pájaros y dejando pasar los delicados visillos a la brisa marina.

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