Los políticos como problema

21/02/2013

Josep M. Orta.

Acabamos de asistir al teóricamente anual espectáculo del debate sobre el estado de la nación. Este año –en plena crisis de tantas instituciones- el retrato que puede quedar es que los políticos se han convertido en el problema y no en la solución.

En muchos momentos del pleno el hemiciclo se parecía mucho a un patio de colegio a la hora del recreo. Todo el mundo hablaba, gritaba y  nadie escuchaba. Como es habitual, los correligionarios de los respectivos líderes –a cual más ostentoso- le dedicaban largos aplausos, al fin y al cabo es él quien hace las listas y como dijo Alfonso Guerra, quien se mueva no sale en la foto. La bancada popular idolatraba a Rajoy, la socialista a Pérez Rubalcaba… el resto de partidos tienen pocos diputados para que su algarabía tuviera protagonismo.

También como es habitual los diferentes portavoces usaron y abusaron de la magnanimidad del presidente para superar ampliamente el tiempo de su intervención (y media hora es tiempo más que suficiente para articular un discurso, quizás se tendrá que implantar peajes como en los aparcamientos de la zona azul).

Muchos medios de comunicación se han dedicado al estéril ejercicio de dar ganadores y perdedores, de puntuar a los oradores, cuando todos han perdido dada la situación del país y su orfandad en dar soluciones creíbles. Palabras muchas, avaricia en las soluciones y muchas apelaciones a la fe del carbonero sobre un futuro mejor, con el leiv motiv de los partidos que han mandado del “y tú, más”.

Si el parlamento sirve –teóricamente- para dialogar, escuchar, razonar y debatir, es evidente que este ejercicio cada vez lo han reconvertido en un diálogo de sordos en busca del titular de los medios de comunicación. Al fin y al cabo es la prensa, con su parlamento de papel, la encargada de airear los grandes escándalos de la clase política mientras ellos tratan de pasar de puntillas.

Afortunadamente para la vida política el interés de los ciudadanos va por otro lado, por sus problemas cotidianos, por su lucha por la subsistencia, por… Sufren las consecuencias de la situación y no parece que tengan mucho tiempo para entretenerse con los debates de sus señorías. Como decíamos durante el franquismo, es el divorcio entre el país real y el país oficial.

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