Repsol podría anunciar la venta de GNL junto a los resultados de 2012

24/02/2013

Tania Juanes. La operación, si está en línea de las previsiones de la compañía, y el balance de 2012  serían importantes tantos para la gestión de Brufau

Relevante semana la que se inicia para Repsol, que presentará el 28 de febrero los resultados del pasado ejercicio, y que previsiblemente podría anunciar la venta de los activos internacionales de gas natural licuado (GNL) ya sea en ese mismo día o en jornadas muy próximas. Si el balance anual es siempre importante, el del ejercicio de 2012 es más relevante para la petrolera puesto que en él se percibirá el efecto de la expropiación de YPF, que tuvo lugar en abril de 2012.

Las primeras previsiones aportadas por los analistas señalan que el beneficio neto a CCS (magnitud que excluye el efecto del valor de los inventarios) se habría elevado en el cuarto trimestre de 2012 a 452 millones de euros, con un resultado de explotación de 1.018 millones. Ambos datos, de confirmarse que han estado en esa línea, supondrían una mejora respecto al mismo periodo del año precedente, que estuvo lastrado, entre otros temas, por la casi nula aportación de los yacimientos de Libia.

En principio, los analistas apuntan a que los tres últimos meses de 2012 se han comportando de forma similar que entre enero y septiembre, con variables muy positivas como el crecimiento de la aportación del upstream (exploración y producción de hidrocarburos) en casi un 50% y el aumento también de la producción de petróleo y gas, debido básicamente a Libia, Bolivia y Estados Unidos. La contención de la deuda sería otro de los objetivos básicos en los que el grupo que preside Antonio Brufau habría avanzado para mantenerla por debajo de los 5.000 millones. La mejora del rating o de sus perspectivas sigue siendo una de las metas prioritarias para una compañía intensiva en capital como es Repsol.

Y lo que pondrá de relieve el fin del ejercicio es que los planes estratégicos de la empresa, que se han centrado en la fuerte apuesta por mejorar las reservas y la producción de hidrocarburos -defendidos por Brufau frente a accionistas como Sacyr que reivindicaban el mantenimiento del dividendo pese a la fuerte crisis económica y de los mercados- están dando sus frutos. No obstante, las proyecciones señalan que los crecimientos más brillantes, en países como Brasil, se producirán en los próximos ejercicios.

En esta semana podría igualmente conocerse la venta de los activos de GNL -Perú, Trinidad Tobago y Canadá- después de meses de negociación. Esta operación está siendo un tema agridulce para la compañía. Por un lado, le permitirá una reducción muy sustancial de deuda lo que conlleva el apoyo de analistas y gestores de las instituciones de inversión colectiva, así como la previsible reacción positiva de las agencias de rating. Sin embargo, aunque Repsol no pierda contratos relacionados con el upstream por la transacción se desprenderá de algunas de las instalaciones internacionales que han sido más emblemáticas para el grupo.

La complejidad de la operación, con la sociedad canadiense como lastre si la venta se hacía en conjunto y con Gaz de France, Shell y Sinopec como los mejor posicionados en las distintas etapas atravesadas, ha sido en varias ocasiones un elemento muy negativo para la cotización cuando, por ejemplo, se filtraban -verdaderos o falsos- los obstáculos de las negociaciones.

Con todo tanto este último acontecimiento -si las cifras de ventas están en línea a lo previsto por la empresa- como el balance de 2012 -también si se confirma la tendencia de meses anteriores- cuentan con otra lectura y posible repercusión. Si ambos marchan por esas vías, supondrán un reforzamiento de la gestión de Brufau como presidente.

El presidente de Repsol ha visto en los últimos meses, como en unas ocasiones a través de la prensa, se cuestionaba con fuerza su gestión -más la relacionada con Argentina-, mientras que varios directivos de otras compañías -del área energética o no- se promovían a sí mismos para su sucesión. También cómo se conocían sus eventuales divergencias con el máximo directivo de Gas Natural, de la que Repsol es el segundo accionista, y cómo la empresa gasista en esa polémica contaba con el apoyo de La Caixa, primer accionista de ambas.

 

 

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