Marca Bárcenas

03/03/2013

Germán Temprano.

Ni siquiera el hito dialéctico que ha supuesto la parrafada de Cospedal sobre el contrato de su ex tesorero puede considerarse la gota que ha colmado el vaso de una situación insostenible. Simplemente porque ya lo era desde que sobre una primera mentira se comenzó a edificar todo un monumento a la tomadura de pelo al ciudadano. La Marca Bárcenas se ha impuesto en el imaginario popular (del pueblo y también del partido) a esa Marca España que las autoridades se afanan por vender en el exterior. Esa que, por lo visto, se ve tan dañada cuando se sale a la calle para que no te saqueen la sanidad o la educación, pero tan edificante resulta cuando la policía entra a registrar la sede del partido que gobierna. Aunque no les dejen. Es tal el cúmulo de embustes que el volumen de la sospecha, ya holgado, crece a pasos agigantados.

Ni el despido fue despido ni la demanda del PP es después de un mes demanda ni la auditoría externa será porque ni siquiera nadie se atreve a hacerla. Por lo demás todo falso salvo algunas cosas. Con todo, estas consecuencias colaterales palidecen si se repara en que los antecedentes delatan cómo un imputado por cohecho, delito fiscal y blanqueo de capitales, total tres tonterías, ha seguido cobrando una fabuloso salario de una empresa financiada, al menos formalmente, con dinero público en más del 90% de su presupuesto. Pensar que a un sujeto con multimillonarias cuentas en Suiza de oscurísima procedencia le hemos podido financiar con nuestro riñón tributario algún gasto, por mínimo que sea, de sus escapadas a Canadá para relajarse en la nieve motiva sobremanera de cara a la próxima campaña de la renta.

Claro que a Montoro estas bagatelas fiscales de Luis Bárcenas ni le inmutan. Sólo faltaría que le quitara el sueño un acusado de evasión con nombres y apellidos mientras haya presuntos anónimos tales como actores o diputados que echarse al coleto. Que don Cristóbal llegara a ser ministro en el pasado contaba con el atenuante de la novedad en el desempeño del cargo, que lo sea en el presente estupefacta sobremanera y que lo vaya a ser en el futuro inmediato invita a sopesar seriamente el exilio. Por falta de razones no será para aquellos a quienes todavía no nos han retirado el pasaporte. Una medida que sí se ha aplicado a Bárcenas, pero que, fuera de obligarle a esquiar de los Pirineos hacia dentro, no parece perturbarle en exceso. Es más, se diría que disfruta más de sus tesoros documentales que de una hipotética huida.

Por mucho que Cospedal explique, esta vez con claridad, que ni ella ni Rajoy ni nadie en el PP acepta chantajes lo cierto y verdad es que a este Gobierno, por mucho que diga, a día de hoy le preocupa más saber dónde estará la llave del cajón del notario que la crisis. Los papeles han derivado en papelón. El cotejo de las donaciones que aparecen del puño y letra de Bárcenas con casuales contratos de las generosas empresas con Administraciones del PP apesta se mire por donde se mire. Y con ser grave que un partido se financie de modo irregular lo es más cuando regularmente miente para taparlo tomando por necios a quienes les votan y a quienes no. Cómo será la cosa que hasta se nos ha cabreado Iñaki Gabilondo. Todos somos Iñaki. Que lo sepan.

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