Maneja Cristobal Montoro una tableta electrónica muy bonita y luminosa, con el marco blanco. Como si fuera Jordi Évole, el reportero de Salvados, se la mostró el miércoles al socialista Pedro Saura para que viera la gráfica de la victoria: el superávit de tres puntos y medio por cuenta corriente. Pero eso no impresionó al murciano, que en vez de tableta exhibió un papel: “He traído la declaración de la renta para que no me amenace”, le dijo antes de afearle la “amnistía fiscal” a precio de saldo y de reprocharle que no quiera hablar del déficit público porque no ha bajado del 10% ni de la deuda pública porque ha crecido 14 puntos del PIB. “Basta de hacer de brujo barato”, le espetó entre aplausos de la bancada socialista.

Tiene este Saura una voz aguda con vibraciones nerviosas, lo que permite al ministro contraponer un tono sereno para descalificarle: “Es difícil encontrar mayor falta de calidad en un portavoz del principal partido de la oposición, señoría”. Y remató sin moverse un milímetro: “Usted lanza la capa del engaño y nosotros a lo nuestro, que es gobernar y sacar este país adelante”. Es difícil lidiar con Montoro, y si además llega con la gualdrapa de la tableta digital no hay quien le clave una banderilla.

Se requería la habilidad de un Sánchez Llibre para sacarle un pase con recorrido. Con la frecuente ausencia del diestro Durán, el de CiU le extrajo un natural memorable: “La subida de impuestos ha sido un mal menor, y a partir de lo que resta de legislatura no hay ninguna intención de subirlos más”, afirmó Montoro. Intentó el convergente evitar el despiste del ministro señalando que de los 40.000 de incremento de recaudación por sableo de pensionistas, empleados, parados y pequeños y medianos empresarios, 8.000 corresponden a Cataluña, pero ni la Generalitat ni las restantes autonomías, que cargan con la sanidad, la educación y los servicios más costosos han visto un euro. Montoro empleó el revés: “Ustedes han apoyado algunas de esas subidas”. Y reiteró la intención: “Ya le he dicho que no tenemos ninguna intención de subir los impuestos; lo que hemos hecho ha acortado la crisis”. Ojalá sea cierto.

El malagueño Miguel Ángel Heredia, corto de estatura y ágil con la izquierda, preguntó al titular de Hacienda por qué maltrata a Andalucía, que además es su tierra. Y Montoro emprendió un trotecillo huidizo. Heredia insistió: “Andalucía cumple con el déficit, pero ustedes recurren las subastas de medicamentos, el impuesto a los beneficios bancarios, niegan el fondo de competitividad y discriminan a Andalucía en la financiación hasta el punto de dejarnos en 338 euros por habitante-año frente a los más de 500 de Madrid, Cataluña y otras comunidades”. Montoro insistió en la huida: “El sistema de financiación lo aprobaron ustedes, yo no lo voté. Y por el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) Andalucía tiene una financiación de 3.209 millones”.

Aparte la novedosa tableta de Montoro, la sesión de control al Gobierno deparó el habitual toreo de salón del presidente Mariano Rajoy en relación con la cúpula de ETA que se ha ausentado de Noruega tras las negociaciones de paz sin ser extraditada como quería Rosa Díez. Eso fue con el anterior Gobierno, dijo Rajoy. También capeó al de IU-ICV Joan Coscubiela sobre los desahucios: “La dación en pago con carácter general y la suspensión de las ejecuciones podría dañar el sistema hipotecario”, le dijo. Y, por supuesto, trasteó al del PSOE, Rubalcaba, sobre los cinco millones de parados registrados: “En 2012 hubo más recesión que en 2011 y no voy a rectificar”.

La invocación del extesorero del PP Luis Bárcenas corrió a cargo de la socialista Soraya Rodríguez a cuenta de las “infotácticas” que emplea su tocaya y paisana de Valladolid, Sáenz de Santamaría, para no contestar en las ruedas de prensa del Consejo de Ministros sobre el “innombrable”. Se defendió bien la vicepresidenta con el revés y leyó una frase de Rubalcaba cuando era portavoz del Ejecutivo y se negaba a contestar sobre los asuntos del partido. Y devolvió a la del PSOE estocada por cornada: “Ustedes no tienen criterio y les ha fallado la comunicación y los principios, como en el caso de Ponferrada”. Y así van.