Tiempo de miedos e inseguridades

18/03/2013

Josep M. Orta.

“Piensa mal y acertarás”. En los actuales tiempos el dicho se va cumpliendo con demasiada frecuencia. La inseguridad con la que vive muchos conciudadanos se acentúa cada día en la medida que comprueba cómo van cambiando las reglas de un juego que parecían inmutables cuando los afectados ya no tienen capacidad de reaccionar.
Una vez hemos despedido el estado de bienestar que proporcionaba un sistema de enseñanza y de sanidad universales y gratuitos, ahora los que pretendían tener asegurado una vejez plácida gracias al sistema de pensiones y los cuatro dineros que pudieran tener ahorrados en los bancos están temblando. “Cuando las barbas del vecino veas pelar…” y miran a Chipre.

Los ministros del ramo han asegurado inmediatamente que la situación española no es equiparable, lo que no hace sino aumentar los temores, como cuando hablaban de la fortaleza de nuestro sistema de pensiones –no hace tanto tiempo- para actualizar hoy este discurso asegurando que este tema será el último que se tocará (con lo que ya no descartan la posibilidad de hacerlo).

Austeridad, austeridad, austeridad. Esta maldita palabra significa dar una marcha atrás de varias décadas. Los universitarios huyen. Son gente preparada que tenían la misión de recoger la antorcha y hacer que España siguiera progresando. Los españoles les han financiado una parte importante de su carrera con becas y subvenciones a su formación. Y cuando llega el momento de que devuelvan a la sociedad con sus conocimientos la formación que les han dado, no tienen otra salida que hacer las maletas para que terceros países se beneficien de su trabajo.

Asimismo se verá paralizada la labor de los investigadores y las posibilidades de progreso. Y lo que es peor, la calidad de la enseñanza –por falta de medios- caerá en picado. Esto también tendrá su repercusión en el futuro.

Cuando una maquinaria que funciona se paraliza, es muy difícil volverla a poner en marcha. El Gobierno no sólo está amargando la vida de sus ciudadanos sino que además está hipotecando gravemente su futuro.

No es de extrañar que muchos españoles se sientan inseguros por los caprichos de los gobernantes y por su rendición incondicional a los deseos de los poderes fácticos europeos (sin ni siquiera luchar por imponer otras opciones para superar la crisis) que están arruinando al país. Por ello el futuro lo afrontan no solo con inseguridad, sino con miedo ante la falta de armas con las cuales defenderse de un fantasmagórico enemigo.

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