Aunque la banca acreedora está dispuesta a conceder un crédito urgente a Pescanova por 50 millones de euros para que haga frente a sus compromisos de pago más urgentes, la letra pequeña del acuerdo para aportar la liquidez muestra que los acreedores quieren que la empresa dé pasos hacia la transparencia.  Pasos que conduzcan a la presentación de las cuentas de 2012 y del monto total de su deuda, que ahora se cifra en 2.500 millones de euros, frente a los 1.500 millones auditados cuando la empresa se acogió al preconcurso de acreedores.

En este contexto, ya no sólo la concesión de este préstamo sino el conjunto de las negociaciones para salvar al grupo pesquero se enfrenta al rechazo que el actual presidente, Manuel Fernández de Sousa, despierta en la banca, especialmente después que aflorarán pasivos no controlados en algunas de las filiales del grupo. Y también en la medida que la actual dirección no cumplió con los plazos para la presentación de las cuentas de 2012.

Con estos problemas encima de la mesa, la banca pidió antes de la primera reunión formal del steering committee‘ -Sabadell, NovaGalicia, CaixaBank, Popular, Bankia, Deutsche Bank y Royal Bank of Scotland-  un interlocutor válido, es decir, con poder ejecutivo y que contará con el apoyo del conjunto de accionistas. Ahora, sin que esa solicitud haya perdido vigencia, el planteamiento va más allá y se cuestiona la figura del actual presidente.

Según medios consultados, esa posición no parte tanto de la banca sino de los accionistas que no dieron su respaldo a Sousa en el último consejo extraordinario. Además la cervecera Damm y el fondo Luxempart han vuelto a solicitar la convocatoria de  nuevo consejo extraordinario. Mientras, mañana se cumplirán dos semanas desde que la CNMV decidió suspender Pescanova de cotización.