El aprendiz de Ferrer Salat y Cuevas

21/12/2010

Maite Vázquez del Río.

Juan Rosell quiere seguir los pasos de un hombre que se adelantó por los menos en una década a su tiempo. El fundador de la CEOE, Carlos Ferrer Salat, el primer presidente de la CEOE, catalán como él.

«No sé si sabre mandar como Ferrer Salat», explicaba en un triunfante Rosell tras conocerse el resultado de las elecciones, pero lo que sí quedó claro es que lo admiba. También le gusta el deporte como Ferrer Salat, aunque más bien prefiere el tenis, por encima del padel. Y también le gusta la música, sobre todo, los Beatles.

Rosell tuvo el día de su elección como presidente de la CEOE un exquisito cuidado en cuidar todos los detalles. En su intervención, el letrero que se podía leer era «Juan» Rosell, no Joan. Atendió a todos los medios haciendo declaraciones, pero se negó a hablar en catalán. Ahora es, como dijo asumiendo la responsabilidad, el encargado de liderar al empresariado español. Y lo hará con «gallardía y honestidad».

En su primer discurso fue la primera vez que mencionó a Ferrer Salat, sobre el que confesó su «devoción», pero también tuvo palabras de elogio para José María Cuevas, del que según dijo aprendió mucho y con el que tuvo encuentros y desencuentros, pero que nadie dude que ha sido una «figura esencial para entender la transición política y económica de España».

Y por último se refiró al tercer presidente de la CEOE. Gerardo Díaz Ferrán, de quién destacó su esfuerzo por hacer «participar a todos como nunca se había hecho» en la CEOE, y agradeció su entrega y trabajo.

El nuevo presidente de la CEOE es tachado de continuista de la labor realizada por Gerardo Díaz Ferrán, quien desde que anunció su dimisión le ha mostrado su apoyo. Pero Rosell se quiso quitar esa etiqueta desde el primer momento porque, según dijo, hay que respetar el pasado, pero también hay que hacer reformar. Y fue muy gráfico en su explicación, ya que al profundizar en esta reflexión confirmó que no va a poner todo «patas arriba», aunque los cambios se irán produciendo poco a poco. Pero los habrá.

Su mensaje fue claro, sobre todo por el número de veces que pronunció la palabra «unidad». Tendió una mano a sus contrincantes, sabedor que una organización tan compleja como la CEOE, con intereses a veces contrapuestos entre unos sectores y otros, necesita para ser gobernada del apoyo de todos. Todo dependerá del reparto de poder que haga.

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