La misión de 007 en NY

27/03/2013

Carmen Duerto. Nueva York.

Hay ciudades que parecen  decorados de películas y cuando llegas a ellas, aunque sea por primera vez, como es el caso de Nueva York crees que ya has estado cientos de veces. Hay marcas que presumen de sus mitos y de sus raíces  y Land Rover es una de ellas. El más famoso de todos los agentes secretos al servicio de Su Graciosa Majestad, el que atiende al código 007, hizo algo inédito hasta la fecha, conducir intrépidamente el último Range Rover Sport, que son los modelos de coches que utilizan los malos malísimos en las películas de James Bond. El espía, por el contrario, suele ir en deportivo.
Para ver in situ la azaña, los señores de la marca, citaron a unos 500 invitados llegados de 150 países, entre los que estaban Jade Jagger, Zara Philips o Jasmine Le Bond, más las celebridades propias de la ciudad de Nueva York a un cóctel con champagne. Se sabía,por que lo habían anunciado y creado el misterio, que ocurriría algo y se esperaba con intriga, en el soberbio y enorme edificio central de correos de la ciudad de Nueva York, un imponente y recio edificio entre las calles 8 y 9 bautizado como Moynihan Station. Allí todos esperábamos a un repartidor muy especial y arriesgado, al único hombre al que Su Graciosa Majestad le podría encargar la misión de traer desde Inglaterra a Estados Unidos un nuevo vehículo que debía ser presentado en sociedad a todo el mundo. El llamado Range Rover Sport, más ligero que sus hermanos y una mezcla entre un Range y un Evoque. Causará estragos….
 Los invitados llegaban de todas las partes del mundo pero a nadie se le quiso informar de quien sería el encargado de desvelar el nuevo coche, el secreto se mantenía, como era lo normal en un caso de 007.
A eso de las ocho de la tarde, por unas calles del centro de la ciudad de Nueva York, cortadas al público llegaba al límite, Daniel Craig. Sin reina pero impecablemente trajeado haciendo juego con sus ojos azules. Entraba en la sala casi a oscuras conduciendo uno de color rojo. Hizo su entrega al jefe de la marca y sin mediar palabra, se volvió a diluir entre la noche neoyorquina.  Igual que se presentan colonias en islas paraísos o se hacen desfiles en trenes. Los coches, también viven sus películas para dotarlos de argumentos y sino qué se lo digan a Jagger que ya quería encargar uno en verde para desplazarse por Ibiza, ciudad en la que pasa media vida  o Zara que, como nieta mayor, sabe que es un coche regio perfecto para llevar a su abuela la Queen Elizabeth de paseo por la campiña de Windsor o Balmoral, que lo mismo da.

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