Después de semanas de espera y de acogerse al preconcurso de acreedores, el presidente de Pescanova, Manuel Fernández de Sousa, tendrá que presentar al consejo de administración de la empresa pesquera los datos del ejercicio de 2012. Un  balance que tiene una cifra clave: la deuda del grupo que podría alcanzar los 2.500 millones de euros. Al día siguiente, viernes 5 de abril, deberá presentar el informe sobe el pasado ejercicio a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), justo la fecha tope fijada por el organismo regulador.

El consejo se celebra cuando las negociaciones con la banca se encuentran en parte atascadas por la falta de datos fiables sobre el pasivo de esta emblemática compañía y por las dificultades para elegir un interlocutor «con peso» que esté además apoyado por el conjunto del consejo.

La última reunión del órgano de gobierno de la compañía puso en evidencia que algunos de los socios relevantes no apoyaban al presidente después de conocer que se había ocultado deuda a través de algunas de las filiales. En medios empresariales se estima que podrían solicitar el relevo del actual presidente en el caso que los datos de 2012 sean catastróficos.

Mientras la banca intenta que Pescanova mantenga su actividad, es decir, no quieren «ahogarla», y se muestran dispuestos a aportar un crédito de 50 millones de euros con lo que podrá hacer frente a sus compromisos más cercanos. Ese es el objetivo del steering committee formado por las entidades que tienen mayor exposición -Novagalicia Banco, Sabadell, Caixabank, Popular, Bankia, Deutsche Bank y Royal Bank of Scotland-.