Dinamita, amor y pelo rojo

19/04/2013

Daniel Serrano. Las pelirrojas son duras de pelar, créanme. Tal vez por su origen extraterrestre, revelado en esta novela donde hay dinamita, elogio del tabaco, ranas, princesas, zarzas agresivas y un montón de buenas frases acerca de la subversión, el amor y el pelo colorado.

Naturaleza muerta con pájaro carpintero tiene fragmentos memorables, luminosos, irreverentes y de fuerte aroma psicodélico. Como de vuelta a los 60 (make love not war&fuck the police) tenemos a un idealista que cree firmemente en las bondades de la destrucción de edificios públicos y el enfrentamiento violento con el Estado: “¡Amo la magia de la dinamita, la elocuencia con la que habla! (…) Me encanta la manera en la que la arquitectura se disuelve bajo el ímpetu de la dinamita (…). Adoro cuando los edificios públicos se vuelven por fin verdaderamente públicos, sus puertas abiertas de par en par a los ciudadanos, a los animales, al universo; ¡vamos, queridos, pasad!”. De corrección política, ya ven, ni rastro.

Pero, en realidad, de lo que habla esta novela es del amor. Amor entre pelirrojos, terrorista él, princesa exiliada ella, pura pasión sin freno ambos. El sentido del amor diseccionado a golpe de sentencias programáticas. Por ejemplo:

“a) la gente no es perfecta, pero el amor puede serlo; b) el amor es lo único que puede transformar lo vil y lo mediocre; c) hacer uso del amor da como resultado más amor”.

También:

“El amor es el último proscrito. No respeta ninguna norma”.

Y, obviamente, si de amor hablamos, teoricemos también sobre sexo:

“Hay formas de hacer el amor que son perjudiciales para algunas personas, igual que hay comida que sienta mal a algunos (…). Sí, uno debe prepararse para follar igual que un cura iluminado se prepara para dar misa, igual que un buen torero se prepara para saltar al ruedo: con intensidad, con pureza, invocando conscientemente un poder sagrado”.

Tom Robbins dispara así, amigos y amigas. Su Naturaleza muerta con pájaro carpintero (título publicado en Estados Unidos allá por 1980) se nutre de ese dulce tufo a marihuana proveniente de la lejana contracultura de la Costa Oeste. Es un hippy que conoció a Timothy Leary y al cual rinden culto los enterados de medio mundo. En España (como siempre) nos acabamos de enterar.

Y sí merece la pena deambular por las páginas de esta sátira disparatada. Aun cuando (a veces) el mecanismo se atasque y se nos haga un tanto pesada la reiteración de digresiones que obstaculizan el avance del relato. Bufamos un poco, hemos de fumar un cigarrillo y salir a dar un paseo pero (a la vuelta) en cuanto la madeja se deshace y la narración vuelve a fluir, la diversión está garantizada.

Naturaleza con pájaro carpintero es cultura pop de colores chillones y subversión y algunas reflexiones de lo más certeras: “Las ideas las crean los maestros, los dogmas los extienden los discípulos; y a su Buda siempre lo matan por el camino”. O bien: “Los poetas recuerdan nuestros sueños, los proscritos los ponen en práctica”. Palabras bonitas que nunca vienen mal, y más todavía en estos tiempos tan horripilantes que vivimos.

Y luego está lo del origen semidivino de los pelirrojos, besados por el fuego y tendentes a la locura creativa. Yo sólo conozco bien a una pelirroja y les aseguro que lo que Tom Robbins afirma lo puede corroborar este lector disperso, pero no quieran que les cuente mi vida y, simplemente, quédense con la ocurrencia delirante de un mundo donde habitan seres de pelo incendiado, allá en otra galaxia, y que un día decidieron darse un garbeo por aquí y dejar su rastro en forma de crías pecosas.

Tom Robbins irrumpe en nuestro panorama literario con 20 o 30 años de retraso y ganas de ocupar su hueco en los estantes de las cafeterías donde los modernos con gafas de pasta beben te earl grey. Tom Robbins es una lectura (efectivamente) de lo más adecuada para modernos barbados y para modernas tatuadísimas y, en general, para todo aquel que mime su lado adolescente todavía, lo cual (ya lo saben) es mi caso, a esta edad provecta edad y (espero) hasta que la muerte nos separe.

Amor y pelo rojo. Tremendo asunto. Las pelirrojas son duras de pelar, dicen miau a la luna, se alimentan casi exclusivamente de comida china, veneran los días de lluvia y hablan dormidas. Así que Tom Robbins tuvo que descubrirnos la verdad. No son humanas.

Naturaleza muerta con pájaro carpintero. Tom Robbins. Ediciones Alfabia. 353 páginas.

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