Juan Pablo Felipe siempre ha tenido claro que en esto de la gastronomía no sólo hay que ir con los tiempos, sino adelantarse a ellos. Lo hizo con El Chaflán apostando por platos de vanguardia a precios contenidos y sacó metros por delante a la moda de los gastrobares con su Airis Bar. Ahora, el prestigioso chef madrileño vuelve a romper moldes con la Posada de El Chaflán hotel y restaurante, al más puro estilo de los alojamientos que triunfan en Londres, Berlín o Nueva York.

Después de un año de obras, el que fuera sede del hotel Aristos y del restaurante El Chaflán, dirigidos por el chef, reabre sus puertas con renovada estética y filosofía conceptual. Un nuevo espacio de tono desenfadado, sincero y trasgresor al mismo tiempo concebido como “una casa de huéspedes del siglo XXI”. En su entrada, nos cautivan unos imponentes cilindros de madera multicolor inspirados en la obra móvil del artista conceptual André Cadere. En sus paredes, collages y brochazos de arte callejero, sello del pintor berlinés Frank Akermann.

En las habitaciones, funcionales y concebidas para el viajero más cosmopolita, colores, luces fluroescentes y materiales urbanos como cristal, maderas recicladas, ladrillo visto y hormigón. Decoración austera en sus 47 estancias en donde destacan los vinilos de Cristina Calvo, basados en fotografías artísticas y evocadoras de algunas de las recetas más míticas del chef.  Un pulpo que repta por las paredes, un atún con corona de laurel, o peces plantados en macetas establecen todo un diálogo gastronómico con el huésped.

La posada se completa con una zona lounge con sofás y mesas bajas para tomar una copa y una terraza de verano inspirada en el jardín propio de un hogar.

 Materia prima y arte en los fogones

A pie de calle se abren las puertas de un restaurante con zona lounge y un bar de tapas como mesas altas y una barra cubierta de troncos de madera, en alegoría al Land Art del artista Robert Smithson, del que encontraremos una fotografía del letrero luminoso del famoso Hotel Palenque, en México. En esta singular zona se puede picar a base de originales sandwiches y  paninos como el de Torta del Casar y trufa o angula ahumada con mascarpone, y tapas como cebiche de pulpo, ensaladilla rusa “technicolor” o bravas “al cubo”

En el restaurante, reminiscencias de lo que fuera el antiguo El Chaflán: árbol de olivo, lucernario acristalado y cocina vista,  con nueva frescura y viveza junto a pinceladas de alegres colores y juegos de volúmenes como un césped amarillo que cubre el suelo. Espacio informal, moderno y colorista rodeado de objetos cotidianos descontextualizados del artista francés Philippe Parreno.

La carta combina excepcional material prima y todo el ingenio de este artista de los fogones. El resultado: personal y sin artificios, y en donde todos los platos pueden pedirse por raciones o medias raciones desde sólo 15 euros. Entrantes perfectos como tartar de atún rojo o espárragos blancos fritos con mahonesa tibia. En los principales destacan el risotto de hongos o el arroz con bogavante. Buenos segundos como cochinillo en su jugo con puré de limón o atún rojo a los tomates. En los postres no faltan clásicos como los quesos de España en formas o el Vulcano de choco y limón. En definitiva, la Posada de El Chaflán se convierte en un original multiespacio donde disfrutar de auténticos “experi-momentos”.