Gobernar por encima de sus posibilidades

28/04/2013

Germán Temprano.

Aunque sólo fuera por supervivencia laboral uno tiende a creer que no siempre una imagen vale más que mil palabras. Sin embargo, la fotografía del entonces candidato y hoy todavía presidente en un mitin con las espaldas arropadas por un enorme cartel que, sobre fondo azul y gaviotas, promete más empleo y menos impuestos ahorra todo adjetivo. Por tanto acaso sea más eficaz aludir a lo sustantivo que resultaría que el señor Rajoy abandonara el empeño de gobernar muy por encima de sus posibilidades. En cualquiera de esas grandes empresas privadas que tanto subyugan a este Ejecutivo el balance económico de su desastrosa gestión les hubiera costado el cargo. Ni siquiera ha sido necesario llegar al ecuador de la Legislatura para que ese trío de los dolores conformado cual carabelas por De Guindos, Montoro y Santamaría, admitan hasta con alguna risilla (que otra cosa no tendrá pero guasa un montón) que desde el rincón de Moncloa se tira la toalla. Cómo será de estrepitoso el fracaso que hasta los más furibundos palmeros mediáticos encuentran serias dificultades para camuflar en sus portadas el récord histórico de paro.

Con menos de cinco millones de desempleados, ya una absoluta barbaridad, la situación social se le antojaba a Rajoy literalmente “insostenible”. Sin embargo con más de seis no le merece comentario alguno. Igual carece de importancia el detalle, pero, en aras del rigor, recordar que cuando el clima era asfixiante gobernaba Zapatero y ahora el desbordado por tierra, mar y aire es él. Y lo peor no es eso. Lo infinitamente peor es que las víctimas de su incapacidad no tienen plaza de registrador reservada en Santa Pola. Como mucho un banco en la estación de Atocha o en la T4 de Barajas. Ahí dormían esos trabajadores y pequeños empresarios que ya no lo son y que hace unos días hablaban de espaldas a la cámara de televisión por la vergüenza de verse en la miseria. No deja de ser tristemente paradójico que sean los paganos de la crisis que no generaron quienes se vean obligados a ocultarse como forajidos mientras que trincones o contrastados inútiles se van a esquiar al extranjero o se recolocan de inmediato como consejeros de cualquier roto o descosido.

Este Gobierno puede seguir, y así lo hará, aferrado a la legalidad, pero desde el pasado viernes está oficialmente privado de la legitimidad que le dieron millones de votantes para cumplir con todo lo que no va a hacer. Si no desde la dignidad política, acaso mucho pedir, sí desde esa lógica del mercado que con devoción abrazan habrá de convenir que cuando al consumidor le dan un producto defectuoso y adulterado se devuelve y elige otro en libre competencia. Algo totalmente incompatible con unos dirigentes atrincherados en el monopolio de la verdad y la razón, en el falaz mantra del ‘único camino’ y aquejados, ellos sí, de esa ceguera de la que habla Floriano para que seis millones de dramas nos parezcan prácticamente una anécdota. Y para que las nuevas subidas de impuestos nos parezcan ‘novedades tributarias’ y las amnistías meras ‘regularizaciones fiscales’ y la emigración pura y dura de los jóvenes ‘aventura’ o ‘movilidad exterior’ y para que el despido de saldo o los contratos precarios nos parezcan ‘flexibilidad laboral’. O, en suma, para que parezca que, además de tener que padecer el BOE, nos toman por idiotas.

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