Rajoy sólo acepta pacto para ajustar las pensiones

08/05/2013

Luis Díez.

Con la advertencia previa de que “el rumbo de la política económica no se cambia”, precedida de la frase triunfal de que “ya hemos pasado lo peor de la crisis”, Mariano Rajoy está dispuesto a “negociar” la revisión de las pensiones de jubilación, las medidas anticorrupción, la reforma local, la de la administración municipal, la unidad de mercado interior y la política europea. El presidente del Gobierno respondió así a la oferta de pacto que le formuló el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, con la vista puesta en los 6,2 millones de parados; al pacto de Estado que de modo genérico volvió a solicitar el catalán Josep Antoni Durán i Lleida en nombre de CiU; a la petición en el mismo sentido de Rosa Díez; a la demanda del portavoz del PNV, Aitor Esteban, de que forme un frente común con los países del sur y se plante ante Bruselas y “acampe” si es necesario hasta que afloje el dogal, y, en fin, al plan de empleo, con nueve medidas muy concretas, que le entregó el dirigente de IU, Cayo Lara.

Rajoy fue al Congreso a informar del llamado Plan Nacional de Reformas y de la corrección de las previsiones macroeconómicas que aprobó en Consejo de Ministros el 26 de abril y envió a Bruselas. Tituló su discurso como la famosa novela pacifista de Jens Rehn, “Nada a la vista”, pero se mostró muy satisfecho de algunos indicadores que, como el superávit de la balanza comercial por 500 millones de euros el último mes, la reducción de la inflación al 1,4 –seguirá cayendo hasta el 1%, dijo–, la reducción de la prima de riesgo y la entrada de la inversión exterior –52.000 millones desde el verano pasado– ya auguran, según dijo, la recuperación económica y la consiguiente creación de empleo. “Si España estaba abocada al rescate hace un año, hoy ya nadie pregunta cuándo va a ser intervenida”, fue su triunfal constatación; además, gracias a la lucha contra el déficit (recortes y subidas de impuestos), el Gobierno ha conseguido el permiso de Bruselas para retrasar dos años la reducción al 3%, de modo que dispone de un marco más holgado, con un ahorro inicial del ajuste de 18.900 millones de euros.

Todo esto no elimina los esfuerzos gubernamentales para seguir realizando los ajustes y reformas necesarias para recuperar el equilibrio económico y sentar las bases del crecimiento. “Lo único que no vamos a hacer es volver a las políticas que nos han traído hasta aquí”, insistió Rajoy apelando una y otra vez al elevado déficit del 9,3% que heredó de Zapatero. El retrovisor fue, de hecho, su mejor defensa ante el plan de Rubalcaba de emplear 30.000 millones del rescate del Mecanismo Europeo (MEDE) a la banca que no han sido utilizados, en el rescate a los trabajadores para evitar despidos y a las familias que no pueden pagar las hipotecas para impedir los desahucios. Rajoy aseguró que el MEDE no permite ese tipo de acciones. Con diez años de carencia y cinco a un interés del 0,5%, esos recursos permitirían hacer frente a la “situación de emergencia nacional” que vive España, con 6,2 millones de desempleados. Pero para el Gobierno, la banca es lo primero y ni De Guindos descarta que tenga que apelar a los fondos de rescate no utilizados.

Hubo entre las metáforas del debate una muy apropiada del vasco Esteban sobre la obsesión del capitán Akak persiguiendo a Moby Dick, con olvido del objetivo principal del Queequeg, el barco ballenero de la novela de Herman Melville que acabó en naufragio. También hubo una ironía poco celebrada de la señora Díez cuando comparó al presidente con el alumno satisfecho porque le dejan presentarse en septiembre. Y, por supuesto, no faltaron las socorridas comparaciones entre la España oficial, la que Rajoy y los suyos tienen en la cabeza, y la real, la de los despidos, la pobreza y la desesperación. Fue sin duda el dirigente de IU quien mejor trazó las características del “escrache” de los poderosos y de la troika hacia los trabajadores españoles, con un ejército de reserva que no sólo genera miedo en quienes conservan el empleo sino, también, precariedad, pobreza y reducciones salariales sin cuento. Lara comparó el discurso de Rajoy con aquellas palabras del médico que examina al que acaba de sufrir un accidente: “El golpe en la cabeza es mortal de necesidad; de lo demás está bien”.

Impactaron sin dejar muesca en el blindaje mental del presidente Rajoy las recomendaciones de Rubalcaba y del propio Lara de suprimir los aspectos más controvertidos de la reforma laboral que entregan todo el poder a los empresarios, y sustituirlos por un “pacto de rentas” con compromisos a partes iguales entre los salarios, los beneficios y las ayudas e incentivos públicos para evitar la destrucción de más puestos de trabajo. Y sonó con desgarro y mayor radicalidad que lo discursos de Rafa Larreina, de Amaiur, y de Alfred Bosch, de ERC, la voz de Enrique Álvarez Sostres, del Foro Asturias, apelando a la “famelica legión” y preguntando a Rajoy: “¿Qué tenemos que hacer, quemar Asturias? No nos acuse de secesionistas y déjese de bastardismo”. Mas, como en el refrán, a voluntad determinada, escusado es consejo. “El rumbo no se cambia”, reiteró Rajoy.

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