Con noventa familias echadas cada día de sus casas y más de mil seiscientos ciudadanos que pasan a engrosar las cifras de paro de lunes a domingo, incluidas fiestas de guardar, las cosas empiezan a funcionar. Eso dice Rajoy. De un presidente del Gobierno no ya capaz (no se conoce olmo que haya dado peras) sino mínimamente sensato hubiera cabido esperar un atisbo de autocrítica en el Congreso tras un año largo de calamitosa gestión. Para una vez que comparece sin plasma algo más podría haberse esmerado. Estos ritmos de desahucios y desempleo corresponden en su integridad al primer Año Mariano puro y, sobre todo, duro.  El hombre que se juramentó de mitin en mitin y de entrevista en entrevista a bajar los índices de paro en cuanto regara las plantas de Moncloa ha visto como casi un millón de ciudadanas y ciudadanos más de los que había en la etapa ZP ya no tienen trabajo.

Por primera vez en más de dos millones de hogares no entra ninguna prestación, más de 30.000 osados ‘aventureros’ han tenido que emigrar a Alemania, huérfanos ya hasta de su referente cinematográfico,  Alfredo Landa, el déficit no baja y ni siquiera los pajaritos cantan. En suma, un absoluto desastre que si no una flagelación pública al menos sí obligaba a abstenerse de tratar de tranquilizar echando gasolina al fuego del hartazgo social. No contento con usar la tribuna parlamentaria para sacarse a hombros a sí mismo por la puerta de los leones, apenas días después el señor presidente remata la faena asegurando que de la crisis ‘saldremos’ fortalecidos.

En política el uso del plural mayestático no suele ser inocente ¿Quién saldrá exactamente reforzado? ¿El banco que ha salvado los balances con el dinero que ponen a escote los mismos a quienes niega créditos o deja sin vivienda? ¿El trabajador que cobraba un sueldo digno, cotizaba por una base razonable y ahora, si logra un empleo, percibirá la mitad y con suerte se le asegurará? ¿El jubilado con la pensión mermada que tendrá que repagar medicamentos, mantener al hijo en paro y tener que costearse, por ejemplo en Madrid, teleasistencia si la necesita? ¿El universitario que dejó de serlo porque no encontraba un curro y no le llegaba para la matrícula y a sus padres sólo les llegaba el agua al cuello? ¿El empleado público al que se le suprimen pagas, se le baja la nómina pero ve cómo se recolocan sin problema ni pudor  altos como altos cargos a los amiguetes que no pueden ejercer como concejales?

¿Quién pues, don Mariano? ¿Nos quiere hacer creer que la mayoría social tendrá más calidad de vida cuando su país salga de la crisis pese a usted? ¿Piensa de verdad que la razón, la sensatez, la justicia o el mínimo decoro político se miden de manera irrebatible en función de la aritmética de las urnas? Desde el respeto más absoluto a quien, en ejercicio de su libertad, todavía le votará en el futuro sólo pedirle para este aciago presente justa correspondencia para los demás. No nos insulte con sus insostenibles fabulaciones. No diga más que no hay otro camino que ser un depredador del estado social para intentar salir de ésta porque es una enorme mentira y está totalmente acreditado que usted, en ese terreno se mueve mejor que nadie.