Brasil se ha convertido en Eldorado para las empresas de casi todas las áreas del mundo, y ahora el contrato para la construcción de líneas ferroviarias de alta velocidad ha suscitado el interés de los grupos que operan en ese área. Y dado que el desarrollo de infraestructuras ferroviarias es una de las tecnologías en las que España puede competir con los grandes del sector, las empresas y la Administración intentan no quedar fuera de las adjudicaciones.

En este contexto, la titular del departamento, Ana Pastor, con parte del equipo del ministerio – como el secretario de Estado de Infraestructuras, Rafael Catalá-  viajará esta semana a Brasil para promocionar el consorcio español que compite por contratos que pueden superar los 12.000 millones de euros, aunque el primero que se licita se eleva a unos 3.600 millones de euros. Uno de los objetivos es mantener reuniones con miembros del Gobierno y con los empresarios locales que  formarán parte de los consorcios internacionales.

Con todo la intención de Pastor de que todas las empresas españolas fuesen en un mismo grupo se enfrenta a reticencias por parte de algunas de las empresas privadas, que no quieren que Renfe y Adif seas los líderes absolutos del colectivo. No obstante, el papel de la operadora es básico en la medida que el grupo adjudicatario deberá, además de encargarse de la construcción, hacerse con la gestión de las infraestructuras. Además de esa cuestión otro aspecto que ha provocado disensiones es la tensión entre CAF y Talgo por formar parte del consorcio «oficial». De este grupo forma parte, en principio, además de Renfe, Adif e Ineco, Indra.