Mourinho

16/05/2013

Joaquín Pérez Azaústre.

No es que sea especialmente feo, pero es tan mal encarado que molesta. José Mourinho, el entrenador del Real Madrid de fútbol, representa la antítesis de los valores deportivos: la agresión, la soberbia, la provocación, la vanidad, el engreimiento, la vulgaridad, de alguien que confunde el dinero con la vida. Que en este país llevemos ya tres años abriendo los informativos deportivos con los improperios destemplados de este hombre, ya es un indicador no sólo de la escasa imaginación de los redactores deportivos de las distintas cadenas, sino de una medianía general que parece necesitar, y se impone a sí misma, sus cortinas de humo antes que atreverse a pensar por sí misma.

El debate ya no es si Guardiola o si Mourinho, si el Barça o el Madrid, si el centralismo o Catalunya, si se prefiere la elegancia con finura en un colmillo más o menos retorcido o la franqueza desoladora de quien se valdría de cualquier fin para lograr su objetivo; el tema es que este hombre es insoportable, no sólo porque en esta situación terrible desatada, en la que los trabajos, su reglamentación, su defensa jurídica y legal, está siendo arrasada por quienes se apropian de las circunstancias, y siendo millonario gracias a la prevalencia anestesiada del espectáculo tribal sobre instrucción pública, sigue machacándonos con su mala cara, su feo gesto, su eterno descontento, mientras gana un sueldo millonario, sino, especialmente, porque ya no se aguanta ni él.

Lo entiendo perfectamente. Si yo me levantara mañana de la cama, me mirara al espejo y viera que me he convertido en José Mourinho, no pensaría en que soy millonario, y que me vida consistirá en ver cómo once chicos le pegan patadas a un balón, sino que estaría cabreado, así, directamente, que es como debe de despertarse este gran hombre. A Casillas lo tiene castigado porque, entre él y el barcelonista Xavi, se encargaron de desdramatizar los Madrid-Barça o los Barça-Madrid, porque aquello ya rayaba en la batalla campal, que es lo que le gusta, el lenguaje de la confrontación.

En fin, ojalá este hombre se vaya por ahí pronto, y con él Aitor Karanka: Mou, no lo abandones, porque él no lo haría. En realidad, el gran ejecutor es Florentino, que se fue con el mismo discurso con que ha vuelto y ha ganado menos que cuando se marchó. Florentino representa la ideología mercantilista radical, que compra a tocateja y va gastando nombres sin hacer una línea perdurable. Con un poco de suerte, tras la final de copa, Mou se va. Que vuelva a la noticia cierta normalidad, ya que Mourinho le sacan hasta el último exabrupto y la poesía no tiene ni siquiera el último minuto.

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