Julio Laria, director general del Instituto de Seguridad Vial de la Fundación Mapfre, alerta que solamente 28 países del mundo, el 7% del total, tienen regulados los cinco factores de riesgo en accidentes de tráfico: el alcohol, la velocidad, los sistemas de retención infantil, el cinturón de seguridad, y el casco en motos. Cuando el tráfico, que ahora es la novena causa de mortalidad en el mundo, será la cuarta en el año 2030, según predicciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) recogidas en su obra “Mortalidad de jóvenes en accidentes de tráfico”. El libro, editado por el Instituto de Ciencias del Seguro de la fundación, fue presentado por la directora general de Tráfico, María Seguí.

En 2012 murieron 145 jóvenes en accidentes de tráfico en España, el 25% menos que un año antes. Pero esta siniestralidad es la primera causa de mortalidad entre los jóvenes. Drama al que se une el generado por lesiones graves con secuelas medulares, amputaciones y graves trastornos medulares, entre otras consecuencias.

Laria reclama, además de “una legislación eficaz y una planificación exhaustiva” de medidas de fomento de la conducción de bajo riesgo entre los jóvenes, incorporar la tecnología en forma de avisa-cinturones, bloqueadores antialcohol o sistemas de almacenamiento de datos relativos a la conducción (similares a las ‘cajas negras’ de los aviones). También propone la instalación de dispositivos GPS en los vehículos, ya que aportan información sobre cuándo y dónde es utilizado, los kilómetros recorridos y las velocidades medias, además de servicios de asistencia automática en caso de accidentes.

El director general del Instituto de Seguridad Vial de la Fundación Mapfre pide que “bajo un esquema de beneficios e incentivos fiscales” se exija a los fabricantes que vendan sus vehículos en España con elementos tecnológicos de ayuda a la conducción, como las tarjetas inteligentes (que permiten un control exhaustivo de las limitaciones horarias y de velocidad en los conductores noveles), o los sistemas de control de crucero adaptativo.

Julio Laria defiende la “conducción gradual”, un sistema que permite a los jóvenes incorporarse de manera escalonada al volante, con limitaciones horarias y de velocidad, salvo que esté acompañado por un conductor experto. “Los conductores seguros no nacen, se hacen. Conducir un vehículo no es una técnica que se aprenda rápidamente, sino que forma parte de un lento proceso de aprendizaje”, argumenta.

También propone la utilización generalizada de los simuladores en el proceso de aprendizaje (como sucede con los pilotos de aviones), lo que permitiría entrenar al joven en la conducción con niebla, nieve, o deslumbramiento con sol, frenada con lluvia extrema, y en el tráfico urbano (peatones, atascos, convivencia con motos).

El número de viajes marca el riesgo

El trabajo de investigación de Julio Laria se basa en los datos aportados por los 10.215 jóvenes conductores que, voluntariamente, permitieron que se instalara en su vehículo un dispositivo GPS, beneficiándose de descuentos en el seguro contratado con Mapfre en función de sus hábitos de conducción. Esta fórmula, conocida como ‘pago por uso’, es utilizada ya por más de 80.000 jóvenes conductores.

Esos datos muestran que la potencia del vehículo no es un factor de riesgo significativo. Tampoco la edad, aunque los accidentes más graves son protagonizados mayoritariamente por los conductores más jóvenes. Si el sexo, ya que la mujer presenta mucha menos siniestralidad y, por tanto conduce mejor que el hombre, hasta el punto que podrían tarificarse las primas sin penalización por edad.

El factor clave es el número de desplazamientos diarios. Y que la edad de los conductores desciende los fines de semana, sobre todo entre los hombres, mientras se dispara la velocidad, tanto media como máxima, la distancia recorrida, la duración y el número de trayectos.