No se sabe muy bien a qué esperan, pero los mercados están a la espera. Un amago por aquí y otro por allá y mucho me temo que lo único que quieren es que termine el año para hacer borrón y cuenta nueva. Los que han ido bien, para apuntarse la ganancia en la estadística, y los que han ido mal, para reservar fuerzas para enero, que es un mes que mucho ven crucial en el devenir del año.

El caso es que si además el PIB francés es algo peor de lo esperado, las cosas no pueden terminar de arrancar, al menos en Europa. Y si Londres sigue cerrado por vacaciones, solo nos queda un agotado Dax para intentar tirar del carro. Así, desde luego, hay pocas posibilidades de que esto prospere.

Por tanto, hay que dar como bueno que el Dax mejorara un ínfimo 0,02% y las cinco centésimas del Ibex saben a auténtico caviar. EL CAC, lastrado por su PIB, abandonó las alegrías iniciales y sucumbió, aunque también en términos más que razonables, perdiendo un 0,09%. Y todos tan contentos, a esperar al nuevo año, porque en este todo indica que el pescado está vendido. Sólo la reanudación de la actividad en Londres, si es que el mercado británico tiene ganas de concluir lo que inició antes del paréntesis nos podría añadir algo de picante a la operativa. Pero eso será, en todo caso, a partir de mañana.