Un tornado, por nombre Aznar, recorre desde la noche del martes la geografía del PP. La tolvanera comenzó en Antena 3, donde el expresidente del Gobierno, en respuesta a la periodista Gloria Lomana, empujó la puerta de su regreso a la política por el bien del partido y del país y, de paso, golpeó en la espalda al jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, de cuya acción de gobierno no elogió nada, ni siquiera el recorte del déficit público y la reordenación bancaria, y, por el contrario deploró el machaque que está infligiendo a la clase media. La vocación de servicio y capacidad de sacrificio de este hombre, un Aznar con vigoresia que “nunca elude su responsabilidad”, es encomiable.

La ventisca giratoria irrumpió la mañana del miércoles en el Congreso de los Diputados, pero no despeinó a Rajoy porque sus quehaceres comunitarios –la participación en la cumbre de los 27 para adoptar medidas contra el fraude y los paraísos fiscales– le llevaron a Bruselas. En los pasillos, algunos diputados de la vieja guardia interpretaban como “un estímulo” las palabras de Aznar. Era el caso de López Amor, Pedro Gómez de la Serna y algunos otros que casi nunca hablan. Otros preferían creer que Aznar no hablaba en serio. Pero serio sí estaba. Era el caso de Vicente Martínez Pujalte, quien recordó que el presidente de honor del PP optó por dedicarse a otras cosas y elogió, por la cuenta que le trae, la política de Rajoy.

La portavoz socialista, Soraya Rodríguez, aprovechó el revuelo provocado por el expresidente para imputar –palabra de moda– desorientación y aislamiento al Gobierno: “Ni Aznar ve proyecto político en su Gobierno”, dijo a su tocaya y paisana la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, quien dio por no oído el apellido del reservista y apeló a la crisis interna del PSOE y a los presuntos casos de corrupción en sus filas, el último, el presunto desvío de fondos en la Institución Ferial de Extremadura (Feval). Ya en los pasillos afirmó que “respeta” las opiniones del expresidente y que el Gobierno agradece “lo que son aportaciones” para remontar la crisis y crear empleo. Otros ministros como Alberto Ruiz Gallardón y Jorge Fernández Díaz, el más amigo de Rajoy, prefirieron apartarse del tornado para no despeinarse. En cambio, Jesús Posada, ministro con Aznar y presidente del Congreso, opinó que no cree en el retorno porque las cosas se van para no volver y ahora los tiempos van por otro lado.

La rueda de opiniones se extendió a otros partidos y, así, el socialista Ramón Jáuregui opinó que la vuelta de Aznar sería negativa sería una calamidad. Y Ana Oramás, de Coalición Canaria, dijo que la situación le parece “kafkiana”. El representante de CiU, Josep Antoni Dirán i Lleida opinó que una vez más el expresidente ha sido injusto con Rajoy. Pero el órdago es de aupa y si Aznar decide volver, casi nadie duda de que arrasará la carcomida edificación que levantó el superviviente y resistente pontevedrés. ¿Qué será de Cospedal, de Gallardón, Santamaría y Nuñez Feijòo?, se preguntaban ayer en el PP ante las escenas de una película que llevaría por título: “El tornado del retorno”.